CUBANET .INDEPENDIENTE

22 de diciembre, 2000


¿Fin del cuentapropismo?

Oscar Espinosa Chepe, economista independiente

LA HABANA, diciembre - El Dr. Carlos Lage, secretario ejecutivo del Consejo de Ministros, en una reunión de presidentes provinciales del Poder Popular efectuada a fines de noviembre, expresó que en el próximo año serán prohibidos una serie de pagos al sector privado por servicios prestados a entidades estatales, con lo cual se dará otro paso contra la iniciativa individual de los cubanos.

De acuerdo con lo informado por la Oficina de Recaudación Tributaria (ONAT) la cantidad de personas que practican el trabajo por cuenta propia era de 109 mil 502 a mediados del 2000 (de más de 205 mil existentes a fines de 1995), sin aclarar si esta cifra incluye a los transportistas particulares, con lo que mediante las nuevas disposiciones anunciadas la tendencia a la disminución del trabajo por cuenta propia será reforzada.

El desplome del bloque soviético trajo consecuencias desastrosas para la sociedad cubana, al perderse las colosales subvenciones que durante decenios fluyeron desde el Este de Europa. Como consecuencia, el régimen de La Habana se vio obligado a iniciar determinadas transformaciones económicas que por mucho tiempo se había negado a ejecutar.

Entre los cambios estuvo permitir el trabajo por cuenta propia, o sea, independiente del Estado, en 157 oficios como carpinteros, barberos, elaboradores-vendedores de alimentos, albañiles, etc. Esta medida fue limitada desde sus inicios, pues la mayor amplitud autorizada ha sido los restaurantes familiares, los llamados "paladares", con capacidad de hasta 12 sillas. Sin embargo, en ellos no se puede vender pescado, marisco, carne de res y una amplia lista de productos, si no son comprados en divisas (dólares estadounidenses) y con altísimos precios, en tiendas del Estado, y en ocasiones ni aunque se cumpla este requisito.

Las demás actividades también fueron permitidas con severas restricciones, destacándose la imposibilidad de contratar personal asalariado, la negación de que un graduado universitario pueda dedicarse al trabajo por cuenta propia y la proscripción de la división social del trabajo al establecerse que una persona solamente pueda vender lo que produzca directamente. A todo ello se agrega la carencia de un mercado mayorista para que los cuentapropistas puedan adquirir sus insumos, obligándolos así a comprarlos en divisas en las tiendas estatales.

A pesar de estas barreras, muchas personas ansiosas de mejorar sus ingresos, desde los inicios solicitaron las correspondientes licencias. A la vez que el trabajo por cuenta propia contribuyó a crear puestos de trabajo e ingresos para el presupuesto, coadyuvó a la ampliación del surtido de los servicios y bienes ofertados a la población, así como ha respaldado en alguna medida la depreciada moneda nacional.

No obstante los indudables beneficios que trajo el cuentapropismo, en los años posteriores a su implementación las autoridades han hecho todo lo posible para ponerle obstáculos.

Para desestimular y asfixiar al cuentapropismo, fundamentalmente se han elevado constantemente los impuestos; se imponen multas astronómicas imposibles de pagar por estas microempresas; las licencias son retiradas con el menor pretexto, y se crean continuamente limitaciones y prohibiciones, estableciéndose un clima de total inseguridad. Asimismo, están paralizadas las nuevas autorizaciones para ejercer el trabajo por cuenta propia en diversos oficios, como los transportistas, los elaboradores-vendedores de alimentos, hojalateros, plomeros, y otros.

En ocasiones, las restricciones se deben a la falta de fuerza de trabajo especializada, ya que la mayoría de las personas prefieren el trabajo por cuenta propia a laborar con el Estado, debido a sus bajos salarios. Además, desde el punto de vista político, el trabajo por cuenta propia provoca una situación embarazosa para el gobierno, ya que resulta mucho más eficiente, y brinda servicios y artículos de mayor calidad que los ofertados tradicionalmente por sus empresas. Sin embargo, el principal motivo de la ojeriza contra el trabajo por cuenta propia es que facilita un mayor grado de independencia económica, lo cual redunda en mayor libertad política.

Puestos en la balanza la eficiencia del trabajo por cuenta propia y el control sobre los cubanos, el régimen prefiere lo segundo, aunque aumenten las carencias y dificultades del pueblo. Su filosofía radica en que el mantenimiento del poder absoluto lo justifica todo.


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