¿Fin
del cuentapropismo?
Oscar Espinosa Chepe, economista independiente
LA HABANA, diciembre - El Dr. Carlos Lage, secretario ejecutivo del Consejo
de Ministros, en una reunión de presidentes provinciales del Poder
Popular efectuada a fines de noviembre, expresó que en el próximo
año serán prohibidos una serie de pagos al sector privado por
servicios prestados a entidades estatales, con lo cual se dará otro paso
contra la iniciativa individual de los cubanos.
De acuerdo con lo informado por la Oficina de Recaudación Tributaria
(ONAT) la cantidad de personas que practican el trabajo por cuenta propia era de
109 mil 502 a mediados del 2000 (de más de 205 mil existentes a fines de
1995), sin aclarar si esta cifra incluye a los transportistas particulares, con
lo que mediante las nuevas disposiciones anunciadas la tendencia a la disminución
del trabajo por cuenta propia será reforzada.
El desplome del bloque soviético trajo consecuencias desastrosas para
la sociedad cubana, al perderse las colosales subvenciones que durante decenios
fluyeron desde el Este de Europa. Como consecuencia, el régimen de La
Habana se vio obligado a iniciar determinadas transformaciones económicas
que por mucho tiempo se había negado a ejecutar.
Entre los cambios estuvo permitir el trabajo por cuenta propia, o sea,
independiente del Estado, en 157 oficios como carpinteros, barberos,
elaboradores-vendedores de alimentos, albañiles, etc. Esta medida fue
limitada desde sus inicios, pues la mayor amplitud autorizada ha sido los
restaurantes familiares, los llamados "paladares", con capacidad de
hasta 12 sillas. Sin embargo, en ellos no se puede vender pescado, marisco,
carne de res y una amplia lista de productos, si no son comprados en divisas (dólares
estadounidenses) y con altísimos precios, en tiendas del Estado, y en
ocasiones ni aunque se cumpla este requisito.
Las demás actividades también fueron permitidas con severas
restricciones, destacándose la imposibilidad de contratar personal
asalariado, la negación de que un graduado universitario pueda dedicarse
al trabajo por cuenta propia y la proscripción de la división
social del trabajo al establecerse que una persona solamente pueda vender lo que
produzca directamente. A todo ello se agrega la carencia de un mercado mayorista
para que los cuentapropistas puedan adquirir sus insumos, obligándolos así
a comprarlos en divisas en las tiendas estatales.
A pesar de estas barreras, muchas personas ansiosas de mejorar sus ingresos,
desde los inicios solicitaron las correspondientes licencias. A la vez que el
trabajo por cuenta propia contribuyó a crear puestos de trabajo e
ingresos para el presupuesto, coadyuvó a la ampliación del surtido
de los servicios y bienes ofertados a la población, así como ha
respaldado en alguna medida la depreciada moneda nacional.
No obstante los indudables beneficios que trajo el cuentapropismo, en los años
posteriores a su implementación las autoridades han hecho todo lo posible
para ponerle obstáculos.
Para desestimular y asfixiar al cuentapropismo, fundamentalmente se han
elevado constantemente los impuestos; se imponen multas astronómicas
imposibles de pagar por estas microempresas; las licencias son retiradas con el
menor pretexto, y se crean continuamente limitaciones y prohibiciones, estableciéndose
un clima de total inseguridad. Asimismo, están paralizadas las nuevas
autorizaciones para ejercer el trabajo por cuenta propia en diversos oficios,
como los transportistas, los elaboradores-vendedores de alimentos, hojalateros,
plomeros, y otros.
En ocasiones, las restricciones se deben a la falta de fuerza de trabajo
especializada, ya que la mayoría de las personas prefieren el trabajo por
cuenta propia a laborar con el Estado, debido a sus bajos salarios. Además,
desde el punto de vista político, el trabajo por cuenta propia provoca
una situación embarazosa para el gobierno, ya que resulta mucho más
eficiente, y brinda servicios y artículos de mayor calidad que los
ofertados tradicionalmente por sus empresas. Sin embargo, el principal motivo de
la ojeriza contra el trabajo por cuenta propia es que facilita un mayor grado de
independencia económica, lo cual redunda en mayor libertad política.
Puestos en la balanza la eficiencia del trabajo por cuenta propia y el
control sobre los cubanos, el régimen prefiere lo segundo, aunque
aumenten las carencias y dificultades del pueblo. Su filosofía radica en
que el mantenimiento del poder absoluto lo justifica todo.
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