LA HABANA, Cuba.- Hace diez años el número de estudios independientes era bastante pequeño, pero la llegada de la era digital a Cuba produjo una explosión cuantitativa. Programas como Cuase, utilizado para grabación de sonido, y Fruity Loops para producción, se encuentran entre los más utilizados.
Ante la imposibilidad de adquirirlos legalmente la gran mayoría de los productores optan por las copias piratas del Internet. Los paquetes de actualización del software, que incluyen nuevas opciones e instrumentos musicales, también se consiguen con dificultad.
“En este giro casi todo es por la izquierda”, comenta Daniel, un productor independiente. “Yo comparto las actualizaciones que me llegan, sin coste alguno y lo mismo hacen mis amigos”.
Sin embargo, los estudios con más años en el negocio no suelen hacer lo mismo. La mayoría de los entrevistados para este trabajo señalan cierta reticencia de los estudios establecidos para compartir las actualizaciones.
“Parece una verdadera mafia. Si tienen una actualización no quieren soltarla y te pueden pedir hasta 10 CUC por ella. Me ha pasado varias veces”, explica Wilfredo, director de un estudio en Alamar.
El precio de los equipos de trabajo es otro de los problemas que enfrentan. Un condensador de sonido puede costar de 100 a 150 CUC y los shooters un mínimo de 80 CUC en “la calle”. Ninguna tienda estatal los vende, por lo que es un mercado por completo ilegal.
“Hay que hacer dinero. Trabajar primero en otra cosa y meterle lo que ganaste a esto. Si tienes algún conocido que te preste los equipos o te los regale, mejor. Pero tú sabes… ‘Regalado’ se acabó”, dice Wilfredo.
“Yo tuve la suerte de que mi prima me invitó a México y me preguntó qué quería llevarme para Cuba, así que me dio los equipos”, explica Daniel.
Es difícil conseguir un local y los estudios se improvisan dentro de sitios tan dispares como un garaje o un dormitorio.
Para insonorizar la cabina de grabación, se utilizan cartones de huevos, de manzanas y planchas de poliespuma.
“Lo ideal sería unos materiales especiales esponjosos, pero eso solo está disponible para gente que ha logrado un estatus económico muy alto y pueden importarlo. Si uno se fija en los videos de los estudios cubanos, puede ver que todos utilizan materiales rústicos”, comenta Wilfredo.
Muchos artistas con presencia a los medios acuden a los estudios privados ante los precios exorbitantes de las grandes casas musicales como EGREM, Abdala y Ojalá, donde generalmente se cobra por hora.
“Yo grabé en un estudio que se llama Trimagen. Está en Ayestarán, y pertenece a las FAR”, dice Fidel, un músico. “Te cobran hasta 800 pesos por hora y se necesitan por lo menos cinco horas para grabar, así que te sale muy caro. En Radio Progreso también se grabó durante un tiempo con un precio más razonable pero la calidad era pésima”.
Algunos de los estudios privados más solventes, como Célula Music o la Platinium Records, pueden cobrar hasta 150 CUC por grabar un tema musical. Suelen incluir dentro del precio el background y promoción dentro del Paquete Semanal. Ello no quita que se pueda encontrar una gran variedad de ofertas. Se ha fijado una especie de estándar para los artistas underground que puede ir desde 5 a 10 CUC. En tanto, los músicos que tienen presencia en los medios o requieren un trabajo más complejo deben pagar de 50 a 70 CUC por canción.
Daniel asegura: “Cuando menos, el 70% de los cantantes en Cuba graba con medios alternativos. Seguro que algunos, por ejemplo los Van Van, tienen que acudir a los oficiales porque necesitan orquestas muy grandes, pero aquí incluso le grabamos un tema a la Charanga Forever y pudimos manejarlo”.
La EGREM ha reconocido tácitamente la presencia de sus competidores con un premio dentro del festival Cubadisco al “Mejor disco hecho en casa”. La empresa estatal también promociona discos grabados en estudios independientes.
A pesar de ello, la ley no admite hasta el momento estos estudios independientes. La licencia más cercana que los productores pueden sacar es “Profesor de Música y otras Artes”, según explican los mismos funcionarios del Poder Popular.
No pocos creen que, debido a ello, en cualquier momento pudieran ser tildados de incómodos desde la oficialidad, pues es difícil para las autoridades controlar lo que graban los privados. Este limbo legal resultaría propicio para el cierre de las instalaciones y el fin de la promoción de los artistas independientes. Con todo, los productores declaran que hasta ahora se les ha dejado tranquilos y no creen que exista una intención de cerrarlos intempestivamente.
Pero la ausencia de permisos legales trae otros problemas. A estos productores no se les reconocerá el tiempo de trabajo. En caso de accidentes o enfermedad no recibirían ninguna ayuda gubernamental y no tendrán pensión de jubilados.
“Es como si estuviéramos sentados en nuestra casa. Mi familia dice que estoy en un sueño de cristal porque en cualquier momento pueden venir y hacérmelo todo trizas”, comenta Wilfredo.
“Yo creo que es muy difícil que cierren esto sin que el sistema musical colapse. Sobre todo porque no tiene capacidad para responder a la demanda con calidad. Además esto no le hace daño a nadie”, dice por su parte Fidel.
Al preguntarle por sus planes con vistas al futuro, Daniel responde que “uno quisiera soñar, pero se te hace difícil. Yo quisiera ampliar el estudio darle mucha más promoción pero a fin de cuentas estoy en el borde de la ilegalidad, así que suena loco pero necesitas un perfil bajo. Estamos caminando por una línea bien frágil”.