LA HABANA, Cuba.- En los primeros meses de 1959, contrario a lo que cabría suponer de guiarse por lo que cuenta la historia oficial, eran mucho mejores las relaciones de Fidel Castro con el Segundo Frente que con el Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE).
Fidel Castro tuvo que maniobrar para conseguir desarmar al DRE (recordar aquel famoso discurso del “¿armas para qué?”) y hacer que se retiraran del Palacio Presidencial, la Universidad de La Habana y el cuartel de San Ambrosio que habían tomado. En cambio, eran estrechas sus relaciones con Eloy Gutiérrez Menoyo, el jefe del movimiento rival del DRE y cuyas fuerzas había sido de las primeras en irrumpir en la capital tras la caída del régimen de Batista.
Tan de confianza era Gutiérrez Menoyo que él y Armando Fleites, otro hombre del Segundo Frente, estuvieron en la comitiva que acompañó a Castro en su viaje a Venezuela, que fue el primero que hizo al exterior, a solo unas semanas del triunfo de la revolución.
En aquellos días, el norteamericano William Morgan, el segundo de Gutiérrez Menoyo en el Segundo Frente, era de los comandantes más próximos a Fidel Castro, quien solía mostrarse afectuoso con él y elogiaba la valentía que había mostrado en la guerrilla.
Castro lo llamaba “el comandante yanqui” pero solía asegurar que “Morgan no es americano, es cubano”.
Los poco más de 32 años que duró la vida de Morgan son dignos de una novela.
William Alexander Morgan, que había nacido en Cleveland, Ohio, en 1928, tenía un carácter sumamente impulsivo y vehemente. A los 18 años, cuando era soldado de las fuerzas estadounidenses de ocupación en Japón, luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, fue preso por indisciplina. En 1950 le dieron baja deshonrosa del ejército norteamericano. Seis años después fue a parar a Cuba, embullado por Jack Turner, un aventurero amigo suyo, quien lo conectó con los revolucionarios que combatían contra la dictadura de Batista, a quienes suministraba armas y explosivos.
A fines de 1957, Morgan se unió en la sierra del Escambray a las fuerzas de Gutiérrez Menoyo, convirtiéndose en poco tiempo en su segundo. Por entonces, Menoyo tenía 22 años y Morgan no había cumplido los 30.
Las fuerzas del Segundo Frente, escindidas del DRE, mantenían en jaque al ejército gubernamental con sus frecuentes ataques a los cuarteles, y contribuyeron a la victoria en Las Villas de los rebeldes de Che Guevara.
Morgan, que se distinguió por su arrojo en numerosos combates, especialmente en Banao, Trinidad, se unió en Cienfuegos a la caravana rebelde encabezada por Fidel Castro, y entró en La Habana el 8 de enero de 1959.
A la popularidad de Morgan entre la población contribuyó su historia de amor que culminó en boda con Olga María Rodríguez, una joven y bella guerrillera que había combatido bajo sus órdenes en el Escambray.
Gutiérrez Menoyo y Morgan subieron en el aprecio de Fidel Castro luego de que contribuyeran al fracaso de una expedición de exmilitares batistianos apoyados por Trujillo que proyectaban una invasión por Trinidad. En aquel rocambolesco episodio, Morgan, que simuló estar de acuerdo con los conspiradores, les comunicó que había tomado Trinidad, y cuando procedente de Santo Domingo, un avión con armas y hombres aterrizó en el aeropuerto de Trinidad el 12 de agosto de 1959, inmediatamente cayó en manos de las fuerzas castristas.
Morgan fue presentado como un héroe por Fidel Castro, pero unos meses después empezó a caer en desgracia, cuando mostró su desacuerdo con el rumbo comunista que iba tomando el régimen.
Luego de varios choques con Che Guevara y Félix Torres, quien durante la insurgencia había comandado en Las Villas, en la zona de Yaguajay, una exigua e inefectiva guerrilla comunista, Morgan empezó a ser relegado. Lo enviaron a dirigir un centro de cría de ranas toros en el Escambray. Allí fue arrestado en octubre de 1960. Lo acusaron de ser agente de la CIA y de alentar una conspiración contrarrevolucionaria.
Luego de permanecer preso más de cuatro meses en la fortaleza de La Cabaña, Morgan fue juzgado sumarísimamente el 9 de marzo de 1961 y fusilado menos de 48 horas después, el día 11.
Cuentan que cuando Fidel Castro fue a verlo a la cárcel, poco antes de que lo condujeran al paredón, Morgan se mostró desafiante y cantó en inglés, interrumpiendo el regaño del Comandante en Jefe.
La esposa de Morgan, Olga María Rodríguez, fue condenada a doce años de cárcel. Cumplió íntegramente la condena y se marchó a los Estados Unidos en 1980. Desde entonces ha exigido infructuosamente que le entreguen los restos de su marido.
Ahora que se cumplen 56 años del fusilamiento de William Morgan es buen motivo para recordar otra de las turbias y mal contadas historias de la revolución castrista.