MIAMI, Estados Unidos. – Una comedia ligera, al menos en apariencia, es recibida con gran entusiasmo del público que abarrota la pequeña sala del Hispanic Arts Cultural Center de la ciudad de Miami (también conocida como la “Casona”, o “Casa del Ballet”) y tributa, de pie, una ovación final al desempeño de los actores, el veterano y muy conocido Christian Ocón, junto al joven Raydel Casas, quien gracias al excelente maquillaje de Adela Prado, a sus propios recursos actorales y a la dirección de Marcia Arencibia Henderson, pasa convincentemente por alguien de la tercera edad. ¡Ojo con este joven actor! El éxito de una comedia se mide, preferentemente, por las risas que provoca, pero no es cosa de tomarse a mero chiste el asunto, de manera que La Felicidad, de José Abreu Felippe, debe tomarse en serio, porque evidentemente, tiene “mendó”.
La fuente de la risa está lejos de ser el tema alrededor del cual se desarrolla la obra: la vida en común de una pareja compuesta por dos hombres de la tercera edad, diferentes tanto por su carácter como por cuenta de su formación intelectual, quienes, sin embargo, han llegado juntos a la edad provecta, amándose y cuidando uno del otro. El “chiste” por así decir, radica en primer lugar en destacar el absurdo que provee la misma vida en cualquier relación de que se trate, y en el lenguaje, chispeante, dinámico, irónico, mediante el cual se expresa la dinámica de la relación. A este respecto, llama poderosamente la atención, el hecho de que el público asistente esté constituido de personas de cualquier edad, entre estos, muchos jóvenes.
El contagioso entusiasmo del público asistente, sin embargo, no es exclusivo de estos últimos. Tampoco se ha tratado del conocido circuito que pueden constituir “los de siempre”, vale decir, los amantes y sostenedores habituales del teatro en Miami y otras partes, sino de personas que, en algunos casos, no suelen enterarse de lo que sucede en este ámbito, o no se sienten lo bastante atraídos por la oferta.
En este sentido, la labor de divulgación realizada por diversas vías y la transmisión de boca a boca por parte de los asistentes, a segundas y terceras personas, puede haber jugado un extraordinario papel en la convocatoria y éxito de la puesta. Así, pues, a solicitud del público, que continúa haciendo sus reservaciones, se anunció durante la que había de ser la última función, el pasado sábado, la extensión de la puesta al menos por un fin de semana más, lo que signa el éxito definitivo de esta comedia que, repito, hay que tomarse muy en serio.
La musicalización a cargo de Saúl Barat Arencibia se caracteriza por una selección rigurosa de los temas y un manejo preciso del volumen, y la entrada y salida de la música seleccionada, de manera que no se aparta ni roba protagonismo a la trama, sino que viene a subrayarla, incluso con ironía. El público se suma al tema final con aplausos y coros provistos “cortesía de la casa”, antes de ponerse de pie y aplaudir largamente.
Una nota de esta índole no debe exceder cierto número de renglones, de manera que aquí lo dejamos, no sin antes felicitar a todas las partes, no menos al público, al que tal vez debiéramos considerar un personaje más. ¡En fin, todo un éxito! También de taquilla, lo que es de notarse.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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