LA HABANA, Cuba – Son personajes que habitan por toda la isla. Mantienen sus negocios ilegales a la vista. Ven a ciudadanos caer por las mismas actividades que realizan. Los ven detenidos, esposados, conducidos, para la estación de policía. Y luego, cuando la noticia de las condenas impuesta por los tribunales se esparcen por el pueblo, continúan impasibles en sus “puestos de trabajo”, vendiendo, especulando, robando, delinquiendo, con la mayor tranquilidad del mundo.
Y la gente se pregunta, ¿cómo pueden vivir tan protegidos, en un país que despliega una intensa campaña publicitaria contra las ilegalidades, donde impera tan fuerte control policial sobre el ciudadano? ¿Y los efectivos revolucionarios, integrantes del Comité de Defensa de la Revolución, que “velan” en los barrios, y que debieran impedir la proliferación de estos personajes? ¿No los ven?
En Jaimanitas existen varios inmunes. Dedicados al juego prohibido, al garrote, al cambio de moneda, a la venta de productos deficitarios, a la especulación… Marianela, ciudadana que la policía le impuso una fuerte multa por la venta clandestina de aceite comestible, y le decomisaron treinta litros, cuestiona la paridad de la justicia. Se pregunta, ¿por qué no le sucede lo mismo a su vecino, que desde hace años vende café, un producto normado muy difícil de conseguir, también arroz, jabones, frijoles, harina…?
Podemos afirmar que estos “inmunes” viven como en el paraíso. Conocen que el país atraviesa una crisis, solo cuando ven a sus vecinos lamentarse de la escasez de alimentos y las faltas de perspectivas. Sus necesidades elementales las suplen con productos de las tiendas en divisas. Vacacionan en lugares turísticos y están dispuestos a gritar a viva voz: ¡Viva el socialismo! Porque saben que en ningún lugar del mundo podrían vivir así.
Paradójicamente, no ocupan altos puestos en la nomenclatura comunista, ni en corporaciones, o en firmas extranjeras. Son ciudadanos comunes, casi todos desvinculados a labores con el estado, dedicados en cuerpo y alma a negocios turbios, que, “extrañamente”, para las autoridades policiales pasan desapercibidos.
Ayer vi una escena que pudiera responder algunas preguntas. Un “inmune” estaba sentado en la acera de una céntrica esquina de Jaimanitas, cerca de la CADECA, cambiando cuc por dólares, euros por cuc, cuc por bolívares, cup por cuc y cuc por cup, sin el menor asomo de susto, cuando pasaron dos autos patrulleros por la calle, muy despacio, en el preciso instante que atendía a un cliente. El “inmune” saludó cordialmente a los agentes, con las manos repletas de cuc, euros, dólares, cup…
Las arterias de la corrupción en Cuba desgastan el país, del cerebro a los pies, como en una vía expedita. Los “facultativos” solo extirpan los coágulos que no respondan a los intereses de la policía, a inspectores estatales, o a los hijos mimados de la nomenclatura. Tumores considerados por los “médicos” como “males benignos”.