LA HABANA, Cuba. – Tanto para anunciar la mal llamada unificación monetaria como para implementarla, los gobernantes cubanos han sabido escoger el peor momento posible: el fin de año, que desde el punto de vista económico es la época más difícil para el pueblo.
Es necesario acotar que lo que el Gobierno ha dado en llamar “unificación monetaria” no será tal, pues seguirán coexistiendo dos monedas: el sufrido peso cubano y el poderoso dólar, que no viene más que a recuperar un puesto temporalmente usurpado por el ficticio CUC.
Para el pueblo, es difícil desentrañar el discurso enrevesado de dirigentes y funcionarios en la Mesa Redonda, especialmente el de Marino Murillo. No pudiéndose afirmar nada categóricamente, lo que queda es: “Yo entendí…”, “Yo supongo…”, “Yo creo que quiso decir…”. Un vecino me confesó: “Lo único que yo le entendí a Murillo (y eso porque ya yo lo sabía) fue cuando dijo que él y Randy Alonso son unos mantenidos… ¡Digo!, que están subsidiados”.
Aunque una parte considerable de la población no tiene dólares, hace semanas que la mayoría de los artículos ―incluyendo los de primera necesidad― solo se encuentran en esa divisa, en las llamadas tiendas en moneda libremente convertible (MLC); mientras que en la mayoría de tiendas en CUC prácticamente lo único que queda es agua y ron. Esto genera gran zozobra en los ciudadanos: a pesar de que el CUC mantendrá su validez durante al menos 180 días, en los bancos se hacen colas interminables para cambiarlos a moneda nacional, mientras muchos cuentapropistas han dejado de aceptarlos como pago o solo los aceptan a razón de 1 CUC por 20 pesos.
El encarecimiento de la electricidad es otro aspecto que ha alarmado e indignado bastante a la población, pues, dado que la balita de gas racionada pasará a costar 230 pesos, muchos habían previsto optar definitivamente por la electricidad para cocinar los alimentos. Sin embargo, la triquiñuela gubernamental de elevar las tarifas eléctricas está encaminada precisamente, según Murillo, a impedirnos esa solución.
Asimismo, los dirigentes anunciaron que aumentarán los precios de los alimentos en el sector estatal, pero de la calidad no hablaron. ¿Seguirán las viandas tan estropeadas y llenas de tierra? El pan de la Cadena Cubana (el de $5,00 costará $10,00 y el de $10,00 subirá a $15,00), ¿seguirá tan esmirriado, duro y seco? Y el infame pancito de la cuota, que ya no costará 5,00 centavos sino $1,00, ¿llegará por fin a pesar 80 gramos como está estipulado?
Omar, un anciano jubilado que además limpia jardines, se preocupa: “En mi casa solo entra mi pensión de 300 pesos, porque mi esposa nunca trabajó. Ella y yo estamos solos, sin hijos ni familiares que nos ayuden, ni en Cuba ni desde el extranjero”.
Comentando los inminentes cambios con unos amigos residentes en EE. UU. que me visitaron recientemente, estos opinaron: “Allá hay arroz de todos los precios, según su calidad. Uno aspira a poder comprar el mejor, pero el que no puede, se compra el más barato (que no es malo), y no se queda sin comer. Y lo mismo pasa con el resto de la comida, con los abrigos, con los carros… en fin, con todo: hay opciones para todos los bolsillos”.
En Cuba, la pensión mínima anunciada ―que supuestamente corresponde al valor de la canasta básica― será de 1.528 pesos. Pero esa cifra, basada en la cuota de racionamiento ―que no cubre los 30 días del mes―, no contempla todos los alimentos y servicios necesarios, ni incluye a todos los pensionados. Quienes cobran pensión por viudez solo recibirán un determinado porcentaje de ese valor. Por su parte, la cantidad destinada por Seguridad Social para los pensionados que vivan solos será de 1.260 pesos.
Pero mucho peor van a estar esos cientos de ancianos que no han trabajado para el Estado durante los años requeridos para acogerse a la jubilación. Tantos jardineros, plomeros, carpinteros, albañiles; tantas costureras, lavanderas, dulceras, peluqueras que han vivido de su trabajo duro y honrado aunque no hayan pagado licencia al asfixiante Gobierno cubano. Al no tener retiro, esos ancianos se verán obligados a seguir trabajando hasta que el cuerpo resista. Los precios actuales les daban para malcomer de la libreta y pagar algunas cuentas y medicamentos. ¿Qué será de ellos en lo adelante?
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