LA HABANA, Cuba.- En estos días finales del mes de junio tiene mucho ajetreo la diplomacia castrista. Se dispone a montar un nuevo show ante la Asamblea General de la ONU para condenar el “bloqueo” económico y financiero de Estados Unidos contra el gobierno de la isla. Y no es para menos, pues el embargo se ha convertido en el meollo de la política cubana, alrededor del cual giran la mayoría de los discursos y maniobras de sus gobernantes.
Contrario a lo que pudiera pensarse a priori, el “bloqueo” exhibe un apreciable filón utilitario para la cúpula gobernante cubana. En primer término, constituye una especie de contraseña que le permite al castrismo identificar a sus amigos y a sus detractores. Los que justifican el desastre cubano con el “bloqueo” son amigos del régimen. En cambio, aquellos que ponen en primer plano las ineficiencias del gobierno de la isla son enemigos.
Por supuesto que las autoridades cubanas culpan al embargo por el incumplimiento de los planes económicos, por la no llegada al país de las materias primas que necesita la industria, y hasta por no poder pagar las deudas que tiene el país con el Club de París.
De igual manera, el embargo funciona a menudo como un valladar que se interpone en el camino de las reformas, lo que lógicamente complace a los elementos de línea dura de la nomenclatura. Ahora mismo, se ha dicho que se debe ser cauteloso en la implementación de las normativas para la micro, pequeña y mediana empresa debido al carácter de país “bloqueado” que tiene Cuba.
Durante estos largos años del castrismo, mucho se ha discutido acerca de si en realidad existe un “bloqueo”, o si por el contrario asistimos solamente a un embargo comercial por parte de Estados Unidos. El gobierno de la isla arremete contra los que se inclinan por la existencia del embargo. La realidad, empero, se presenta de modo incuestionable.
El Anuario Estadístico de Cuba 2019, edición de 2020, presentado por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), contempla cifras que resultan elocuentes. De una lista de 71 países que le vendieron a Cuba mercancías en el año 2019, en pleno gobierno de Donald Trump, Estados Unidos ocupó el noveno lugar, con ventas de alimentos por valor de 308 millones de pesos. En ese sentido la nación norteña solo fue aventajada por China, Venezuela, España, Rusia, México, Argentina, Brasil e Italia. Y quedó por encima de tradicionales socios de Cuba como Vietnam, Francia y Canadá.
Además, la historia conoce de otras situaciones que sí clasificaron como bloqueos, y que en mucho se diferencian de lo que sucede en torno a Cuba. Por ejemplo, bloqueo fue el que establecieron los nazis contra la ciudad de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial. Allí no entraba ni salía nada, y en consecuencia fallecieron de hambre infinidad de personas.
Pero los gobernantes cubanos no se contentan con expresar que se mantiene el “bloqueo”, sino que insisten en que se ha intensificado en los últimos tiempos. El último capítulo de esta saga apunta a que el embargo es el causante de que los bancos cubanos no puedan recibir dólares en efectivo a partir del 21 de junio.
A la postre hemos de convenir en que el castrismo necesita de cualquier cosa para mantener su diferendo con Estados Unidos. Resueltas ya las situaciones con el niño Elián González, y liberados los cinco espías, solo le quedaba el “bloqueo”. Y ahí se aferraron los castristas como última posibilidad de mendigar ayuda para su régimen. De paso, también el “bloqueo” les sirve para distraer un poco la atención acerca de los problemas que afronta el país.
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