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Un mundo mejor es posible… pero a 90 millas

Cuba

LA HABANA, Cuba. – El régimen más “desequilibrado” y fracasado del mundo convocó, una vez más, a una conferencia “por el equilibrio del mundo” y, sin más, a esta Isla de la que todos huyen, incluso al costo de sus vidas, llegaron cientos de alucinados para “teorizar” —tras desayunar rico en sus hoteles— sobre cómo van a reproducir el “modelo cubano” en sus países. 

Ninguno se detiene a pensar no solo en que hoy por hoy quizás no exista un “capitalismo” más despiadado que el practicado por los comunistas y militares cubanos con sus “refinadas” técnicas de explotación laboral, represión policial y manipulación ideológica, sino en la triste realidad de que si aún existe Cuba, a pesar de tanto “experimento fallido”, es porque desde sus países, tan “malos”, llegan las ayudas financieras, las donaciones y condonaciones que mantienen vivo a quien les da lecciones de “resistencia creativa”. 

Pero pensemos en la “utilidad” de esas “contradicciones” y “desbalances” al tiempo que comparamos con los miles de dólares que deben costar esos eventos y en las nulas ganancias que reportan, porque de lo que se trata todo este asunto, igual para anfitriones y convidados, es de mantener en pie a toda costa este parque temático de la era soviética donde, solo por unos días (no mucho más), las izquierdas fallidas, frustradas, vienen a por su cuota de nostalgia y a llorar el desconsuelo. 

Mientras tanto, los cubanos y cubanas de a pie enloquecen a diario intentando encontrar el equilibrio en el caos cotidiano y luchando a brazo y corazón partidos por llevar aunque sea un sucedáneo en forma de alimento a sus vidas. 

Uno aunque sea en forma de pan, un humilde pan que asume en sí la apariencia de una “normalidad”, pero que nos cuesta en un día lo que costaría el pan de todo el año en el “desequilbrado” Miami, ese lugarcito del mundo en donde termina la mayoría de los cubanos cuando intentan poner algo de equilibrio a sus vidas.  

¡Y qué decir Miami! Lo que habría de costar el pan en República Dominicana, un país insular de nuestro entorno geográfico, con menor extensión territorial y que también le apuesta al turismo entre los principales renglones de la economía, y con éxito demostrado. 

Pero por allá, y en todas nuestras cercanías y lejanías, no se andan con tantas “teorizaciones” y antes de preocuparse inútilmente por el “equilibrio del mundo”, prefieren concentrarse en el propio, sin demasiados “ordenamientos” y sí con suficiente libertad al emprendimiento individual. 

No sé cómo en Cuba insisten en hablar de equilibrio cuando es lo menos que existe en nuestras economías personales, desangradas más por el empecinamiento político que por la inflación, por el egoísmo y la mediocridad de una casta militar en el poder (o detrás de él) que juega de pura finta la carta del socialismo mientras esconde en el bolsillo el As ganador del capitalismo más perverso.  

Da vergüenza hablar de “equilibrio” cuando nuestras mentes van desatadas en preocupaciones por la angustia de no saber qué comer mañana, o si nuestros hijos y amigos arribaron sanos en la balsa que partió rumbo norte o si, simplemente, llegaron a casa después de atravesar una ciudad a oscuras en donde, por días, aumentan los asaltos hasta por la estúpida cartera de quien escasamente lleva lo que por milagro va sobrando del salario del mes.

¿O acaso es una idea “equilibrada” hacer festivales de comida “gourmet” en un país donde no solo las personas registran la basura para comer sino que el propio Gobierno se sostiene por las caridades que recolecta entre aliados y por los “afectos” que provoca en los “enemigos”? 

¿Existe equilibrio entre el joven que protesta pacíficamente y la pena de cárcel o la paliza que recibe? ¿Equilibrio entre los poquitos extranjeros que llegan para hacer turismo y los cientos de miles de cubanos que emigran porque con sus salarios jamás lo podrán hacer? 

¿Y entre el inversionista extranjero y el iluso “emprendedor” o “cuentapropista” nacional? ¿Y entre la justicia que reclama el régimen de Cuba frente a un tribunal en Londres y la que reclaman ya sin esperanza alguna, ante los jueces cubanos, las familias de los condenados por las protestas de julio de 2021?

Es que ni por asomo se pudiera hablar de “equilibrio” en un país donde por cada nuevo hotel que se construye o reconstruye se derrumban o están a punto de derrumbarse un centenar de viviendas. Y si no pierdo oportunidad para tocar el asunto, que a algunos pudiera parecer “matraquilla”, es quizás, en última instancia, por una cuestión de equilibrio frente a esa prensa que hace silencio en tanto de, tan cotidianas, las tragedias como esas han dejado de ser noticia. 

En cuanto a las preguntas de líneas atrás las respuestas son obvias, pero ya intuimos las de quienes tienen por oficio “teorizar” el caos e intentar hacerlo más “bonito” ante los ojos del mundo, incluso hasta pudieran terminar con esa frase de que “un mundo mejor es posible”. Un final con el que la mayoría en Cuba está totalmente de acuerdo, siempre que al pronunciarla se aclare que ese “mundo mejor” está, por lo menos, a 90 millas.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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