FORT PIERCE, Estados Unidos.- En estos tiempos de migraciones resulta necesario distinguir entre el origen de un éxodo, el desencadenamiento de un conflicto y la aparición de una crisis con sus diversas connotaciones. Éstas pueden llegar a ser de carácter humanitario, como las que de manera reciente se han producido en Centroamérica y las que ahora tienen lugar en Turbo y Quito.
Al parecer, las crisis se trasladan de un lugar a otro del continente. La aparente solución de un conflicto, en breve desencadena otro similar.
Las operaciones realizadas desde Costa Rica y Panamá en meses pasados, así como la heroica acción que recién ha terminado por parte del gobierno panameño, constituyen soluciones inteligentes a la crisis migratoria centroamericana. Sin embargo el arribo de cientos de migrantes a las costas de Panamá continuó, independientemente de las medidas tomadas por las autoridades policiales de las fronteras a partir del pasado 9 de mayo.
Esto ha originado un nuevo conflicto. Los migrantes que llegan a Turbo, localidad del departamento de Antioquia, Colombia, o aquellos que han sido regresados desde Puerto Obaldía y La Miel, en Panamá, se han acumulado gradualmente con la llegada de veinte a veinticinco cubanos cada día, que se han tenido que refugiar en una antigua bodega convertida en albergue, habilitado sólo con la ayuda de los pobladores del lugar, que han dado muestras de solidaridad, pues el gobierno colombiano ha estado ajeno a la difícil situación pese a que ha dicho lo contrario.
Actualmente ya están concentrados alrededor de 300 cubanos, a los que se unen una multitud de africanos y asiáticos que igualmente intentan seguir rumbo a Estados Unidos. Hay niños desde ocho meses hasta doce años, personas enfermas y algunos con más de 60 años. Los migrantes cubanos se oponen al posible proceso de deportación, prefiriendo tomar la selva antes de someterse a esta acción. Igualmente denuncian las condiciones infrahumanas en que se encuentran, así como la indiferencia de las autoridades del gobierno colombiano ante el conflicto actual.
Según declaraciones de Emelides Muñoz, secretario de gobierno de Turbo, hay razones para comprender el fenómeno si se tiene en cuenta que, de los 163 000 habitantes que tiene Turbo, 92 000 han sido víctimas del conflicto. Este funcionario estima que en lo que va de año alrededor de 4 300 migrantes han pasado por su localidad. Insistió además en la necesidad de que los gobiernos de los países implicados no solo establezcan acuerdos para poder trasladar de manera legal a los miles de migrantes, sino que ejerzan un mayor control en sus fronteras para evitar nuevas crisis.
La situación ha empeorado desde que se determinó dar salvoconductos para que retornen a sus sitios de origen, deportarlos al último país del que salieron o, en última instancia, que un tercer país –en este caso México– haga la solicitud a Colombia para recibirlos; lo que no se ha hecho, según declaraciones de Juan Manuel Caicedo, representante de Migración Colombia.
Con esto queda suprimida toda posibilidad de puentes aéreos, como ha ocurrido previamente en Costa Rica y Panamá. Según el alcalde de Turbo, Alejandro Abuchar, no es posible un acuerdo en ese sentido entre Colombia y otro país, al no estar establecido en la constitución. Este argumento fue sostenido por varios funcionarios al ser tratado el tema migratorio en el reciente consejo de seguridad convocado por el Gobierno del Departamento de Antioquia. Abuchar llevó sus inquietudes hasta esta localidad por no tener potestad como alcalde para emitir salvoconductos, ni para establecer convenios en pos de lo que ha llamado “crisis humanitaria”.
Ya se ha tratado por parte de la ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín, la posibilidad de recibir, tanto en Colombia como en Ecuador, a aquellos que tengan su documento de retorno, su identidad correcta y el sello del país del cual salió, desde el momento en que se haga vigente el protocolo de deportación en el que trabajan ambos países.
Sus compatriotas desde Ecuador han visitado la pasada semana la embajada de Colombia y se han propuesto poder contactar con instituciones de derechos humanos, de la ONU y la OEA en Quito, gesto que demuestra el sentido de unidad entre los cubanos del exilio. No obstante, a pesar del interés de la comunidad de cubanos en Ecuador, de los medios de prensa y de algunas instituciones de varios países, la situación de los cubanos varados en Turbo cada vez es peor y hasta el momento las posibilidades de solución no los beneficiarán.
Los cubanos seguirán buscando nuevas opciones para continuar el éxodo interminable. La idea de un fin de la crisis migratoria –si se logran solucionar los conflictos de Colombia y Ecuador– es errada. Mientras no se llegue al origen del mal no habrá posibilidades de solución. La frase martiana acerca de las migraciones de los pueblos porque los gobernantes están de más, es una realidad en el contexto cubano actual. Los conflictos continuarán, solo cambiará el lugar donde se produzcan.
No es inteligente en el momento actual que la comunidad de cubanos de Ecuador se una a la crisis de Colombia, como pretenden algunos. No somos quiénes para continuar generando esas situaciones de manera premeditada. En Ecuador ya existe una que tiene sus peculiaridades, al adquirir cada día mayores dimensiones en el terreno social; por cuanto, está llamando poderosamente la atención de organizaciones de todo el mundo, a la vez que convoca a cientos de participantes en sus marchas y reuniones. Esto –para orgullo de los cubanos de Ecuador– es un hecho sin precedentes en la historia de nuestro exilio, algo que están protagonizando con valentía.