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“Solo me queda esperar a que me sorprenda la muerte”

LA HABANA, Cuba. – El reloj marca las 5:00 de la madrugada y Andrés Domínguez Beltrán está frente a su viejo fogón. Aún no amanece, pero el olor a dulce de coco que brota entre las rendijas de madera de su vieja casa indica que los coquitos ya están listos.

Con sus casi 80 años de edad, agarra la jaba de saco de nailon y sale a andar por las calles de la capital para vender sus coquitos. Muchos lo conocen, sus gritos de “¡el coquito, el coquito!” ya no solo se escuchan en el municipio Marianao, donde reside. Necesita atraer nuevos clientes y se va más lejos.

Según contó el anciano a CubaNet, la tarea más difícil de su labor suele ser conseguir los cocos con los que elabora el dulce.

“Primero salgo a identificar donde están las matas de coco, luego hablo con los dueños para que me los vendan y, si acceden a vendérmelos, salgo a buscar quien me los tumbe. Pero todo no termina ahí, después los tengo que pelar y rallar para hacer el dulce. Entonces, ya para finalizar, salgo a venderlos para ganar algún dinero, con el cual, malamente, alcanza para poner un plato de comida chatarra sobre la mesa”, lamenta Andrés.

Asimismo, cuenta que en un día ha tenido que pelar hasta 90 cocos, que alcanzan para cinco días de elaboración y venta.

“Yo no tengo ni edad ni salud para esta labor, pero no me queda otra opción,  porque de otra manera moriría de hambre”, apuntó.

Andrés no dispone de un retiro salarial. A pesar de que trabajó por más de 30 años para el régimen cubano, su expediente laboral se perdió en un incendio que devoró su vivienda hace años: así se desvanecieron sus tres décadas de trabajo.

“Se me quemó la casa y con ella mis años de trabajo. Fue la época en que cuando pedías la baja de un centro laboral, te entregaban el expediente y te lo llevabas para la casa, eso fue por los años 90”. 

“Trabajé en los muelles, en la fábrica de vidrios; fui operador de equipos pesados y en muchos lugares más. Yo trabajé en toda Cuba, pero para el Estado eso no cuenta”, se quejó.

“Cuando averigüé cómo podía hacer para recuperar mis años de trabajo, me dijeron que debía ir por todos los lugares donde trabajé y buscar testigos, papeles, pruebas de ello, y aun así solo me valorarían tres años de trabajo para el retiro. En fin, que lo que no quieren es darme mi pensión”, aseguró.

En su opinión, quizás el régimen de La Habana no ha querido resolver su situación por no estar de acuerdo con las ideas revolucionarias.

“Ya nadie cree en esto, la gente está cansada de tantas mentiras. En mi caso te puedo decir que no estoy de acuerdo con un gobierno que solo sabe oprimir a su pueblo”.   

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