LA HABANA, Cuba. ─ El pasado 30 de abril, en la manifestación en la calle Obispo en solidaridad con el artista Luis Manuel Otero, quien se encontraba en huelga de hambre y sed, la policía se llevó a rastras y empujones a un joven que portaba un cartel que rezaba “Socialismo sí, represión no”.
El hecho llama la atención no tanto por la intolerancia cerril del régimen, que de tan probada no asombra, sino por la confusión de muchos que, aunque critiquen, demanden y estén advertidos de que todo en Cuba anda mal, muy mal, se empeñan en seguir comulgando con los rituales del catecismo castrista, sin apartarse de la ideología oficial, encerrados en los difusos límites de lo que es “dentro de la revolución”.
¿A favor de qué socialismo se pronunciaba este joven? Como no especificaba que era a la socialdemocracia, supongo que se refiriera al socialismo dictatorial burocrático marxista-leninista-estalinista, que es el que impera en Cuba y ha imperado en todos los países donde ha conseguido llegar al poder, desde 1917 y hasta la fecha.
Dejemos la utopía y los onanismos mentales: no hay otro socialismo posible, y ese, por ser contrario a la naturaleza humana, no se sostiene si no es a la fuerza, con represión. Si no es así, se derrumba.
Estamos viviendo bajo un régimen que se sigue proclamando socialista, pero que cada vez se muestra más inepto y desinteresado por hallar soluciones a los acuciantes problemas de los cubanos. Lejos de eso, lo que hace es mostrarse cada vez más abusador y represivo.
El joven de la pancarta participaba en una protesta callejera a favor de un artista que prefiere morir en una huelga de hambre antes que resignarse a la confiscación y destrucción de su obra y seguir acorralado en su casa, cercado y espiado por la policía política. Pero aun así, en su pancarta, el manifestante se pronunciaba por el socialismo, como si ese sistema pudiera ser separado de la represión.
¿Creerá ese manifestante que es un caso excepcional la represión contra Luis Manuel Otero y los artistas del Movimiento San Isidro y el 27N? ¿Sabrá de la represión contra los artistas e intelectuales en otros socialismos, en la Unión Soviética, China, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, y en la misma Cuba desde los primeros años del régimen castrista? ¿Sabrá de los encarcelamientos de Heberto Padilla, Belkis Cuza Malé, Reinaldo Arenas, María Elena Cruz Varela, Tania Díaz Castro, Raúl Rivero, Jorge Olivera, Ricardo González y Manuel Vázquez Portal, por solo citar algunos?
Producto del adoctrinamiento inmisericorde al que hemos estado sometidos durante estos 62 años de dictadura, en muchos cubanos reina una tremenda confusión ideológica. Aun muchos que se oponen al régimen sienten prurito, les acompleja proclamarse abiertamente en contra del socialismo. Aun hambreados y carentes de lo más básico, no conciben la vida sin el papá Estado socialista ocupándose de todo. Aunque ese todo sea cada día menor y los estén dejando abandonados a su suerte.
Cada vez el Estado ─que no cesa de imponerles nuevas restricciones a los cubanos─ se muestra más incapaz de garantizarles una existencia decente. Pero aun así, y aunque se amontone la mugre y los escombros en la calle, no haya medicinas y los hospitales den grima, la propaganda oficial no deja de ufanarse de los “logros de la revolución y el socialismo”. Y algunos pocos todavía se tragan el cuento.
Escuchamos a algunos que se quejan y protestan, pero hacen la salvedad de que “no están contra la revolución”. Les sembraron en el cerebro que “estar contra la revolución” o ser “contrarrevolucionario” es algo terrible.
Es un disparate llamar revolución a un régimen de 62 años que se institucionalizó en 1975 y que se mantiene tercamente inmovilista, fosilizado a pesar de las caras y caretas nuevas. En todo caso, revolucionarios serían los que se le oponen, los partidarios del cambio, pero como asociamos la palabrita con todo lo negativo que ya sabemos, pues nos negamos a usarla. Pero tampoco nos decidimos a proclamarnos, que horror, “contrarrevolucionarios”.
Y persiste, sobre todo entre ciertos artistas e intelectuales –y en lugar destacado los blogueros de La Joven Cuba– el acomplejamiento de mostrar inclinación a la derecha, por considerar que la izquierda es más chic y glamorosa. Y por eso, además de la ilusoria zorrería de creer que serán más tolerados y menos reprimidos por el régimen, se siguen mostrando partidarios del mantenimiento del socialismo, aunque no se les ocurra cómo rayos se puede conseguir sin recurrir a las recetas conocidas y fracasadas en medio mundo, que incluyen, cómo no, la censura y la represión.
¡Cuánta confusión semántica e ideológica! A veces da la impresión de que los cubanos no solo no sabemos lo que queremos, sino tampoco, y eso es peor, lo que no queremos.
Sería mejor si dejamos los complejos, las disquisiciones y la lipidia sobre la izquierda y la derecha para luego que haya democracia. En definitiva, cuando la haya, para que funcione bien engrasada, lo ideal es que existan tanto la derecha como la izquierda. Solo que deben ser coherentes y responsables.
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