LA HABANA, Cuba. — Cuando fui indultado el 29 de diciembre del 2010, luego de cumplir 15 años y 6 meses de encierro, no experimenté el más mínimo sentimiento de libertad, solo me trasladaban de una oscura celda de dos metros, donde pasé quince años, a una Isla-cárcel de 1200 kilómetros de largo, reprimida brutalmente por el Estado, desde enero de 1959.
Sigo preso porque el oficial Javier, de la Contra Inteligencia Militar –dentro de la Sección 21–, me advirtió que si no cooperaba con él no saldría de Cuba. EL 9 de julio, con el equipaje y boleto despachados, fui impedido viajar porque en las computadoras de Emigración aparezco como que estoy preso.
Y sí, estoy preso.
Sigo preso porque no puedo ir a todas partes dentro de Cuba, ni viajar al exterior.
Sigo preso porque soy detenido arbitrariamente durante horas, al igual que mi esposa, la Dama de Blanco María Cristina Labrada, sin cometer delito alguno.
Sigo preso porque mi teléfono está intervenido y si digo algo inconveniente a las autoridades, lo interrumpen al momento, y me mantienen incomunicado durante días.
Sigo preso porque nos decomisan objetos personales, nos roban dinero en efectivo, y no hay donde reclamar, o si reclamamos no pasa nada,
Sigo preso porque me declaro disidente político y no existe prensa libre ni libertad de opinión.
Sigo preso porque no puedo reunirme con mis hermanos de lucha pacífica, ni pertenecer a un sindicato libre.
Sigo preso porque constantemente soy amenazado con encerrarme en una celda de castigo, si no hago lo que me dicen mis carceleros.
Sigo preso porque no puedo elegir al presidente de mi país, a los jueces, a los funcionarios que me representen.
Nadie dude que Cuba es una Isla-cárcel disfrazada de isla feliz por la maquinaria propagandística del régimen, para los ingenuos y los tontos útiles del mundo, donde agentes de la Seguridad del Estado pueden arremeter contra un ciudadano, violando la Ley impunemente para esconder la corrupción de las autoridades.
Y sigo preso, pero también están presos los activistas que fueron deportados en el 2010, porque se vieron forzados a salir de su Patria, obligados a separarse de su familia, sin derecho a vivir en la tierra que los vio nacer.
Sigo preso, como también están presos los jóvenes cubanos, presos en el pasado, sin acceso a la internet, a la modernidad, condenados a vivir en el medioevo ideológico del socialismo castrista.
Sigo preso, como presos están nuestros intelectuales y artistas en el miedo o el oportunismo político.
Nadie dude que Cuba es una Isla con once millones de prisioneros.
Nota de la redacción: Escobedo Morales había cursado tres años de ingeniería en comunicaciones en la Escuela de Cadetes, sin graduarse. Trabajó en los ferrocarriles. Fue juzgado y condenado en la causa #11, del Tribunal Militar de Holguín –siendo un civil– por espionaje y propaganda enemiga.