LA HABANA, Cuba. – Desde que era un jovenzuelo, o quizá desde más atrás, ando lidiando con prohibiciones, y lo peor es que no he estado solo. Toda mi generación se vio obligada a arar con esos bueyes que bajaron de la Sierra y también con sus censuras, con sus prohibiciones y castigos. Quizá por eso nos creció a muchos la obsesión de conseguir la sintonía de la WYBS de Miami, para estar al tanto de la música que se escuchaba en el mundo anglosajón.
De la WYBS de Miami prefería yo aquellas “escalas semanales”, esas que nos ponían al tanto de los números musicales preferidos por la gran mayoría, todos en inglés, of course. El pueblo en el que nací, y en el que viví por años está situado en el norte de Las Villas, y la señal de la dobliu se escuchaba mejor que las radioemisoras nacionales. Los jóvenes de entonces comenzamos a preferir la WYBS, y dejamos a un lado la CMHW que tenía su cuartel en Santa Clara.
Por eso cada semana, y a la misma hora, tomé papel y lápiz para anotar, en buen orden, el número que ganaba cada pieza musical en aquella “escala”. En esos años yo era un obseso de la música que se hacía en Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda. En esos años solo quería escuchar a Queen, Boston, Police, U2, AC/DC, Eagle; y desde USA mis tíos enviaban aquellas enormes placas negras con las que soñaba el sobrino. Tener esa colección de álbumes me convirtió, al menos en aquellos años, en un chico admirado, pero también acosado.
Escuchar música y cantos en la lengua de Shakespeare me trajo algunos problemas que casi consiguen mi expulsión de la Escuela Vocacional Ernesto “Che” Guevara en Santa Clara, pero me salvó la directora; su hija tenía la misma “debilidad” que yo. Niurka amaba esa misma música pero no tenía familiares en Estados Unidos que le mandaran aquellos álbumes en los que voces prodigiosas usaban la lengua de Shakespeare para cantar, y yo le presté mis discos.
Escuchar esa música en aquellos años era todo un sacrilegio y hasta podía servir para acusarnos de diversionismo ideológico, que ponía en crisis el futuro de cualquier joven. Así fue que la censura nos alejó también del español de Celia Cruz y nos negó a La Lupe, a Marta Estrada, Olga Guillot, y a un montón de artistas europeos y norteamericanos.
En ese tiempo lo más recomendable eran Los Van Van, una orquesta fundada en 1969 que se encargó, al menos al principio, de apoyar y celebrar la Zafra del Setenta, la de los Diez Millones, esos millones que de que iban, iban, pero no fueron, y a pesar del fracaso se gestó y celebró el primer congreso del Partido Comunista que trajo aquellas primeras tesis y resoluciones sobre la lucha ideológica.
Fue entonces que muchas cosas comenzaron a considerarse subversivas, y arreció el control sobre la cultura. Ya habían pasado los días de Fuera del juego y Los siete contra Tebas, de Heberto Padilla y Antón Arrufat, respectivamente. Luego vendría el Primer Congreso del Partido Comunista y sus resoluciones sobre la lucha ideológica y la actividad subversiva. Y más tarde vinieron muchas cosas más, como Luis Pavón, para hacer las cosas peores.
Y casi todo lo que vino fue censura y odio. Las editoriales olvidaron a muchos de sus mejores autores. Las editoriales, como las universidades, fueron para los revolucionarios, mientras que escritores como Virgilio Piñera y José Lezama Lima fueron preteridos. Y pasaron los años y las águilas por el Partido, y llegamos a estos días cubanos de tremendo guirigay, y todo porque españoles y cubanos residentes en España se han opuesto a las presentaciones del grupo Buena Fe en el país ibérico.
Buena Fe se ha vuelto noticia porque cubanos y españoles protestan para que no puedan presentarse, mientras el discurso oficial se retuerce, se encrespa, se alborota y hasta amenaza por el boicot que tantos dedicaron a las presentaciones del grupo que les canta y les muestra un sinnúmero de fidelidades, esas fidelidades que no le guardara Celia Cruz.
El poder olvidó a Marta Strada, Doris de La Torre, Bebo Valdés, Blanca Rosa Gil, Meme Solís. El poder condenó al ostracismo a los miembros del grupo literario El Puente y a quienes publicaban en Lunes de Revolución. El poder cultural parece no recordar lo que sucedió con el documental PM ni con Sabá Cabrera Infante, y con los libros de su hermano Guillermo, Premio Cervantes.
¿Cuántos jóvenes cubanos pudieron encontrar un ejemplar de algún título de Cabrera Infante, editado en Cuba, en los últimos 50 años? ¿En cuál de las librerías cubanas se puede encontrar un tomito de Tres tristes tigres, de La Habana para un infante difunto o de Mea Cuba? ¿Quién dictó las censuras en los últimos 60 años?
¿Quiénes castigaron a los miembros del grupo Orígenes? ¿Quién se atrevió a retirar de las librerías cubanas los ejemplares del Paradiso de José Lezama Lima? Cuba ha tenido un solo partido en el gobierno en los últimos 60 años, y si algo cambió fue gracias a las fuerzas naturales que se llevaron a Fidel Castro, pero lo demás siguió siendo en llantos.
¿Quiénes fueron los que negaron la entrada a miles y miles de nacionales después que decidieran vivir en el exilio? ¿Quién los obligó a hacer trabajos forzados para que los dejaran irse? Sin embargo, hoy ese ejército de sátrapas rasga sus vestiduras porque españoles y cubanos han boicoteado las presentaciones de Buena Fe.
A Buena Fe le negaron los micrófonos en España, pero Buena Fe no recuerda aquel Susurro de Tatlin en la Plaza de la Revolución. Buena Fe no recuerda que Tania Bruguera pretendió que los cubanos se expresaran en medio de esa Plaza de la Revolución que alguna vez fue cívica, pero Tania solo consiguió que la encerraran. Y si cosas así suceden con los nacionales cubanos porque no aplaudiría yo que a Buena Fe le nieguen los micrófonos en un país que no es el suyo.
Y quizá este sea solo el inicio de muchos micrófonos cerrados, de muchos lienzos volteados contra las paredes de tantísimas galerías regadas por el mundo. Este podría ser el inicio. Es probable que en lo adelante se haga más difícil a los cubanos bailar en punta en la Scala de Milán, en el Mariinski de San Petersburgo, en el Colón de Buenos Aires, en el teatro de la ópera de Viena o en el Garnier, y es que en el mundo la gente comenzó a ver la realidad cubana, y a enfrentarla.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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