LA HABANA, Cuba. – Cerca de las 10:00 de la noche del 30 de septiembre de 2020, según informó en su muro de Facebook un trabajador de la emisora oficial Radio Sancti Spíritus, se derrumbaron dos viviendas contiguas situadas en la calle Céspedes, esquina a Bartolomé Masó. El mal estado de las edificaciones causó el desastre en el que, por suerte, no se reportaron víctimas fatales.
Por esa fecha, quizás la misma noche y también en Sancti Spíritus, pero en la península de Ancón, las brigadas de la empresa constructora italiano-cubana Asociación Económica Internacional Construcciones Trinidad (AEI Trinidad), terminaban de verter los aproximadamente 1000 metros cúbicos de hormigón fundido in situ que demandó la cerca perimetral del que será el mayor hotel de la provincia, el Meliá Trinidad Playa, previsto a inaugurarse próximamente cuando concluyan las obras de acabado.

Pero el derrumbe de las dos viviendas no es un caso excepcional en Sancti Spíritus, como tampoco la prioridad que reciben las inversiones hoteleras en detrimento de la preservación y ampliación del fondo habitacional.
Mucho antes, el 7 de febrero de ese mismo año, el periódico oficialista Escambray publicó un trabajo sobre la necesidad de “eliminar las chapucerías en la construcción de viviendas”. Durante una reunión del sector de la construcción en el territorio, de acuerdo con la nota, “se evidenció que persiste la inestabilidad en la existencia de recursos como áridos, módulos hidráulicos, juegos de baño y carpintería en las tiendas de Comercio”.
Mucho más reciente, el 8 de mayo de 2021, en el mismo medio de prensa fue publicado el reportaje “Barrios precarios: los claroscuros de la ciudad”, que describe una realidad de “viviendas construidas desordenadamente, con materiales inadecuados y sin requerimientos urbanísticos”, elementos fuertemente contrastantes con la efervescencia inversionista de la industria hotelera en Cuba, donde al parecer no existen los límites cuando se trata de sumar otro cinco estrellas.

Sin esforzarse en hallar y exponer las verdaderas causas del fenómeno, el reportaje antes mencionado señala, además, que en Sancti Spíritus existen hoy unos 15 barrios y 14 focos precarios (“lleguipón”, se les dice popularmente en Cuba) con más de 15 000 viviendas en mal estado constructivo.
Apunta, igualmente, según declaraciones del propio subdirector de la Dirección de Planificación Física de la provincia, Ciro Rodríguez, que existen lugares de extrema pobreza como La Ford, Camino de los Hornos o La Guanábana, “donde muchas de las viviendas o cuartos están hechos a retazos, hasta formar una amalgama de parapetos habitables y no habitables que no discriminan ningún material para conformar cuatro paredes (…). Viviendas construidas con el esfuerzo de sus moradores pero carecen total o parcialmente de urbanizaciones, (de) infraestructura técnica de electricidad, agua, saneamiento y niveles requeridos de servicios sociales básicos”.
Así, la falta de materiales de construcción, la imposibilidad de adquirirlos en las redes de comercio, las dificultades para conseguir un subsidio o ayuda del gobierno para reparaciones, el déficit de viviendas que afecta a casi un millón de cubanos en toda la Isla engrosan cada año un extenso inventario de problemas sin resolver. Una dura realidad que se erige como la otra cara del frenesí constructivo para el turismo internacional.

En los meses de crisis económica mundial provocada por la pandemia y de desabastecimientos internos causados por el manejo inhumano de la economía por parte del Partido Comunista, las obras de construcción de nuevos hoteles no se han detenido. Por el contrario, se han intensificado aun cuando se sabe que los millones de turistas estadounidenses pronosticados durante el llamado “deshielo” de Barack Obama jamás arribarán a suelo cubano y hasta se augura que la caída estrepitosa de la industria del ocio a nivel mundial se prolongará más allá de 2021.
No obstante, en estos momentos se aceleran las labores de terminación para que el nuevo hotel Meliá Trinidad Playa —también promocionado como Meliá Trinidad Península por la propia cadena Meliá y demás turoperadores asociados—, comience a recibir turistas al romper la temporada alta del turismo en Cuba, que se extiende entre los meses de noviembre y marzo.

Con 401 habitaciones distribuidas en siete bloques habitacionales (uno de ellos de lujo), el nuevo hotel ocupa seis hectáreas a solo unos metros de la playa María Aguilar y a unos 10 minutos del centro histórico de Trinidad. El complejo, del tipo “todo incluido”, ya tiene listas sus 11 piscinas en forma de lago interior, el área comercial, las zonas de gimnasio, salas de conferencia, restaurantes y bares. Un conjunto de servicios de altos estándares que le sirven para ser calificado como de cuatro estrellas (porque así fue concebido desde los inicios) aunque en las páginas de venta de Meliá Hotels International se han comenzado a ofrecer sus capacidades como de cuatro estrellas “plus” y cinco estrellas.
Aunque fue el 9 de abril de 2018 que comenzó oficialmente la construcción del hotel Meliá Trinidad Playa, los movimientos de tierra se iniciaron a finales de 2017, bajo un acuerdo de palabra que sería formalizado un año más tarde en La Habana durante la XII Feria de la Construcción (FECONS 2018).

Como en aquel momento no existía en la provincia suficiente fuerza de trabajo especializada para asumir la ejecución, debió constituirse en 2017 AEI Construcciones Trinidad, otra empresa de capital mixto que involucraba a Toscuba S.A., un consorcio donde participa el Grupo T.O.M.A., que reúne varias empresas del norte de Italia (anteriormente denominado Mosaico S.A.) asociadas con DINVAI Construcciones, del Ministerio de la Construcción de Cuba, que se comprometió a buscar obreros tanto en Sancti Spíritus como en otras provincias, mientras que la parte italiana asumiría el financiamiento total, la infraestructura tecnológica de climatización y refrigeración (a cargo de Tonoimpianti s.r.l.), el diseño de las habitaciones (de la importante compañía de mueblería y diseño de interiores TONON) y la importación de materiales de alta calidad para el acabado (por Oberosler y MAEG Costruzioni).
Un directivo de la parte italiana, en recientes declaraciones a CubaNet, afirmó que, hasta la fecha, la inversión prevista para ser entregada en 2020 había superado los 150 millones de euros iniciales, a los que deberían sumarse otros 60 millones de un acuerdo similar firmado en 2002, aunque este jamás llegó a concretarse, a pesar de que el dinero fue entregado a la cadena cubana Horizontes Hoteles, del Grupo Cubanacán S.A., que asumiría la administración junto con Meliá.

“Las obras (del Meliá Trinidad Playa) nunca fueron detenidas aunque lo sucedido en estos meses con el cierre de fronteras tanto aquí como en Italia hizo que se retrasara un año la entrega, prevista para mediados de 2020. (Ese contratiempo) ha servido para hacer las cosas mucho mejor, con esmero y finalmente abrirá este año (2021). Es un proyecto que (oficialmente) se concretó en 2018 pero los primeros acuerdos son de 2001, 2002, para un hotel de menos habitaciones y menor categoría, en el mismo lugar. La administración, igual, (será) asumida por Cubanacán y Meliá. Pero pasaron cosas muy malas en el Ministerio de Turismo y se congeló el proyecto, se perdieron unos 60 millones de euros que, gracias a la gestión de otros amigos italianos que están acá, la parte cubana debe restituir antes que finalice el 2030, según ha sido acordado entre el Gobierno cubano y nosotros a través de CICI (Comitato Imprenditoriale Cuba Italia)”, declaró el directivo bajo condiciones de anonimato.
De acuerdo con reportes de prensa publicados en junio de 2002, la empresa mixta Toscuba S.A. asumiría la construcción de un hotel en playa María Aguilar en la Península de Ancón, Sancti Spíritus. Sería entregado en 2004, mediante contrato de administración, a Meliá y Cubanacán (asociados al turoperador alemán TUI), tendría categoría de cuatro estrellas, 292 habitaciones y constituiría el primer negocio con capital foráneo que concertaba el grupo hotelero cubano Horizontes.
Así, Cubanacán S.A. intentaba superar a la militar Gaviota S.A. (perteneciente a GAESA) incorporando unas 2000 habitaciones entre 2006 y 2010, pero la repentina destitución del ministro de Turismo Ibrahím Ferradás en 2004, presuntamente por corrupción, y la sustitución de este por el exmilitar Manuel Marrero Cruz —por demás exinversionista de GAESA, y primer ministro de Cuba desde 2019—, acabó no solo con los planes de Cubanacán sino también con el proyecto de un hotel de Meliá en la península de Ancón, en Trinidad, uno de los principales atractivos turísticos de la Isla por su carácter de ciudad Patrimonio de la Humanidad, declarada así por la UNESCO en 1988.

Tuvieron que pasar más de 15 años, numerosas conversaciones entre los empresarios italianos y el régimen cubano, para que finalmente se aprobara el proyecto, una vez más, y se diera luz verde a la ejecución, aunque con el nuevo compromiso de incluir en la participación del negocio, junto con Cubanacán S.A., a GAESA. Sin embargo, esta última no cedería su fuerza de trabajo, en especial la UCM (Unidad de Construcciones Militares) concentrada por esas fechas en la culminación de otros proyectos más importantes en La Habana y Varadero.
Por lo pronto, con la apertura del Meliá Trinidad Playa serán agregadas otras 400 habitaciones nuevas al portafolio del turismo cubano. El objetivo del régimen es aumentar la planta hotelera hasta superar las 100 000 habitaciones para el 2030, aún cuando no se cumplen los programas de reparación y construcción de viviendas —ni los estatales ni los regionales—, ni se diseñan e implementan estrategias sólidas, constantes, que intenten equilibrar la relación entre el desarrollo económico y el bienestar social.

Según datos ofrecidos por instituciones gubernamentales —que probablemente no muestren la verdadera magnitud del fenómeno— hay más de 27 000 inmuebles declarados en mal estado en Sancti Spíritus.
El territorio enfrenta una producción insuficiente de materiales de construcción, se incumple en casi un 34 por ciento el plan de venta de materiales al Ministerio de Comercio Interior, lo que se debe a los “insuficientes niveles de producción de ladrillos dado el deterioro de los hornos (…), falta de marcos de ventana, tablillas, lavaderos, bloques de cimientos y cerramientos de hormigón, además de tanques para el agua”. Así, la edificación de viviendas recae casi en su totalidad en la modalidad eufemísticamente denominada “por esfuerzo propio”, que no es otra cosa que las familias abandonadas a su suerte.
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