LA HABANA, Cuba. – Este lunes, en la prima noche, llamé a la casa del abogado y periodista (y, por ende, doblemente colega mío) Roberto de Jesús Quiñones Haces. El intelectual, quien reside en la ciudad de Guantánamo, se encontraba en su domicilio esperando a que las fuerzas represivas irrumpan en él para llevarlo a cumplir la infundada pena de un año de duración que le impusieron de manera arbitraria las autoridades judiciales.
Como se ha venido informando, el también poeta fue sancionado a trabajo correccional con internamiento durante ese período, por haber cometido los supuestos delitos de resistencia y desobediencia contra un par de corchetes que, cumpliendo instrucciones de un oficial de la policía política, lo arrestaron a la entrada del Tribunal Municipal de Guantánamo.
La existencia de esos supuestos actos antijurídicos la determinaron las cortes de la más oriental de nuestras actuales provincias sin haber escuchado a los testigos presenciales, que se encontraban conversando con Quiñones en el momento de su detención. Ellos pueden confirmar que es mentira que el abogado y periodista resistiera o desobedeciese las arbitrarias acciones e indicaciones de los corchetes.
El caso es que Roberto de Jesús ha anunciado que no se presentará al campo de concentración en el que los comunistas ponen a trabajar a sus cautivos. El grueso de los sancionados sí lo hace. Los campamentos en que se extinguen las penas de ese tipo, aunque consistan en unas barracas insalubres y malolientes, fabricadas en el mejor estilo estalinista o hitleriano, otorgan a sus reclusos posibilidades un poco mayores para ver y hablar con los seres queridos que las que existen en una simple prisión.
Pero, a juicio del destacado intelectual, ir a cumplir el castigo del trabajo correccional con internamiento (lo que entraña la consiguiente realización de una labor en beneficio del régimen), implicaría una claudicación. También un reconocimiento tácito de la hipotética justeza de la pena impuesta, algo que Quiñones no está dispuesto a aceptar bajo concepto alguno. Coincido con él en esa apreciación.
En ocasión de concurrir al Tribunal Municipal, el abogado y periodista fue instruido de presentarse en el centro penitenciario a él asignado. A un observador poco avisado, esto le parecería una broma de mal gusto: ¡Que el sancionado tenga que viajar, por sus propios medios, al lugar en el que van a encerrarlo y someterlo a una explotación inicua!
Pero en realidad no hay tal cosa. Se trata sólo de una muestra más del estado calamitoso en que el régimen comunista ha sumido a la infortunada Cuba: ¡Los órganos represivos no cuentan siquiera con el combustible necesario (al menos, es lo que ellos mismos alegan; tal vez sí lo tengan, pero lo destinan a otros usos) para conducir a los penados hasta el sitio en el cual serán castigados!
¡Por supuesto que tampoco Quiñones está dispuesto a actuar como comparsa de sus acosadores en este ridículo asunto! “¡Que vengan a detenerme en mi propia casa!”, exclama. Y a ello añade: “¡Ojalá que con la misma aparatosidad y despliegue de fuerza que de forma tan cobarde han realizado otras veces cuando han venido a allanar mi vivienda para robarme mis bienes!”.
De manera paradójica, las mismas autoridades han facilitado a Quiñones la adopción y el cumplimiento de su decisión. Es el caso que el colega residente en Guantánamo ha recibido, de la misma corte de justicia… ¡dos citaciones distintas, conforme a las cuales, como si tuviera el don de la ubicuidad, debe presentarse a iniciar el cumplimiento de su sanción en dos fechas diferentes: el 5 y el 12 del corriente!
Esto constituye una demostración adicional del estado ruinoso en que se encuentra el aparato estatal cubano. El artículo 86 de la vigente Ley de Procedimiento Penal dispone que, entre otros datos, en la diligencia de citación de consigne el “lugar, día y hora en que deba concurrir el citado”. En singular, por supuesto. Se trata de un solo lugar, en un día determinado y a una hora precisa.
El sainete grotesco de dos citaciones diferentes para distintos días, constituye una nueva violación abierta de la tan proclamada “legalidad socialista” y del “debido proceso”. Este último es un concepto muy repetido en el juicio municipal celebrado a Quiñones por la joven presidenta, que lo más probable es que no tenga ni la más remota idea de qué significa.
No obstante, la doble citación, además de ser una burda chapuza, podría servir a los corchetes del régimen para proceder contra Quiñones cuando mejor les parezca. En vista del escándalo internacional suscitado por la arremetida represiva desatada contra la UNPACU en Santiago de Cuba y otros puntos de Oriente, ¿no sería mejor dejar pasar la citación del 5 de septiembre, y esperar hasta el jueves siguiente?
Con estos comunistas siempre conviene aplicar las sabias enseñanzas del viejo refrán: Piensa mal y acertarás.
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