Foto-galería cortesía de Alejandro Tur Valladares
CIENFUEGOS, Cuba. – Basta que alguien conocido logre el sueño de poner sus “pies secos” en Estados Unidos, para que otros compatriotas contraigan “la fiebre del balsero”.
Lo que acontece desde principios del actual año en los poblados contiguos de Guao, Guabairo y Pepito Tey, de la ciudad de Cienfuegos, constituye un buen ejemplo de lo anterior.
Un pequeño grupo de estos vecindarios tocó recientemente tierra estadounidense luego de una semana en una frágil embarcación propulsada por vela y remo. Tras ellos se lanzaron a la mar, buscando el éxito o la muerte, otros que dicen estar decepcionados de su vida en Cuba. Se rumora que otros en la zona se alistan para emprender la peligrosa aventura.
Ahora mismo, algo más de una docena de individuos oriundos de la región se encuentran retenidos en las Bahamas esperando para ser regresados a Cuba. Algunos de ellos ya tienen más de un intento, lo que me lleva a concluir que el fracaso no le amaina el deseo, por el contrario, les robustece la determinación de alcanzar la meta anhelada.
Mucho se ha hablado de las salidas marítimas desde Cuba hacia los Estados Unidos, de las implicaciones humanas, legales, o políticas que le acompañan, pero poco espacio se ha dedicado a describir las interioridades de una salida ilegal.
Interesado en conocer más detalles entrevisté a Juan de Dios Medina Vázquez, quien probó suerte infructuosamente en tres ocasiones. En la última travesía estuvo a punto de perder la vida, por lo que ha jurado que nunca más lo intentará.
Cubanet- ¿Cómo te involucraste en las salidas ilegales?
Juan de Dios Medina- Lo primero que llega son los comentarios. Alguien se te acerca y te murmura que tus amigos del barrio probaron suerte y llegaron sin contratiempos. Al principio no le das mucho crédito, pero después empiezas a imaginarte en una de aquellas barcazas confeccionadas con cámaras de camión y poliespuma divisando territorio yanqui en el horizonte. A la semana de estar jugando con la idea en la mente la empresa te parece posible y hasta poco arriesgada.
Cubanet-¿Qué pasa entonces?
JDM – Que te da por comentárselo a otros. En el afán por ganar adeptos para la causa todo lo relativizas. El mar no es tan bravío, los guardacostas son medio distraídos, y 90 millas náuticas son nada. Para contrarrestar los temores de quienes intentas convencer, les cuentas todas las sandeces que has escuchado por ahí y que ni tú mismo te crees; todo vale, lo importante es que te sigan.
Cubanet- Ya tienes el grupo. ¿Cómo hacen para construir la embarcación?
JDM – Va a depender del dinero con que cuentes. Si tienes una cantidad adecuada, digamos mil o dos mil dólares, puedes construir un bote plástico o de aluminio y poner un motor de carro, preferiblemente de petrolero.
Cubanet- ¿De dónde sacan los materiales?
JDM – El bote plástico se construye a partir de una esperma y tela especiales. Untas la esperma sobre la tela y cuando ésta se orea se endurece hasta formar una capa plástica. Ambos productos se consiguen en el mercado negro procedente del astillero. El bote de aluminio se construye a partir de tubos de regadío. Estos se rajan a lo largo de la tira cilíndrica, luego se aplanan. Las láminas que se logran por medio de este procedimiento pueden alcanzar los 10 metros de largo por 50 centímetros de ancho. Luego construimos el esqueleto con tubos de agua y cabillas y las láminas las remachamos. Tapamos las hendijas con guata de colchón y chapapote.
Cubanet- Ya tienes grupo y embarcación. ¿Cómo lo transportan hasta la playa sin que lo detecte la policía?
JDM- Esta es la parte más difícil. La mayoría fracasa en esta fase. Para lograrlo se contrata un camión de gran tamaño que posea baranda alta. Esto permite enmascarar el bote. A la hora de hacer el recorrido por carretera hasta la costa se habilita un auto que va delante del camión a una distancia prudente. Si se observa algún peligro se le avisa por celular al camión para que retroceda o se desvíe de la ruta. Superada esta prueba, sólo resta ir hasta el lugar previamente escogido y echar la embarcación a la mar, siempre de noche, para evitar ojos indiscretos mirando al mar que puedan denunciar la salida ante las autoridades.
Cubanet- Bien, llegaste al mar. ¿Qué sigue?
JDM- Rezar, lo que suceda en lo adelante escapa a tu control. El mar es como una lotería. Te la puedes sacar o, como sucede la mayoría de las veces, fracasas y en el peor de los casos la muerte. Uno se obsesiona; te digo que lo intenté tres veces, la última estuve a punto de ahogarme. No creo que pruebe otra vez.