MIAMI, Estados Unidos.- Durante las sesiones del I Foro Empresarial Cuba 2020, liderado por el ministro Malmierca, los medios oficiales del régimen, las agencias de prensa y no pocos diarios económicos especializados internacionales se han hecho eco de varias noticias procedentes de este evento, absolutamente inesperadas.
En primer lugar, que el régimen ha decidido eliminar la obligación de una participación cubana (entiéndase del estado comunista) mayoritaria en las empresas y proyectos mixtos de inversión en una serie de sectores como el turismo, biotecnología y comercio mayorista. De modo que la antigua exigencia de participación mayoritaria del estado cubano ha quedado solamente para actividades como la extracción de recursos naturales o la prestación de servicios públicos.
En segundo lugar, el régimen anunció su intención de promover en el sector financiero, igualmente por vez primera, la participación de fondos de inversión, y también se está autorizando que las empresas de capital totalmente extranjero puedan establecerse en parques científicos tecnológicos como el que ya existe en la capital.
Leyendo estas dos noticias, sin duda surgen varias cuestiones que tienen que ser resueltas. Por ejemplo, si las inversiones mixtas que se van a realizar permitirán la titularidad mayoritaria del extranjero, entonces, ¿qué va a ocurrir con las inversiones ya realizadas anteriormente? Se está creando una peligrosa asimetría que puede dar lugar a no pocos problemas. Por otra parte, ese anuncio de liberalización financiera, ¿acaso tiene que ver con la entrada en la economía cubana de los temidos “fondos tigre”?
Ni una cosa, ni otra. Para empezar, conviene tener en cuenta que han sido anuncios propagandísticos que, después de este evento online del Foro, necesitan una mayor concreción en la Gaceta Oficial. Al menos que se sepa, no se ha publicado nada aún, y mucho nos tememos que no acabará llegando.
Detrás de estos tejemanejes se esconde una pésima gestión de las inversiones extranjeras en Cuba, que, en vez de atraer al capital internacional, lo espanta. No es para menos, con la economía al borde del colapso y la intervención excesiva del gobierno en los proyectos (que ahora parecen renunciar) no resulta extraño que, de unos 503 proyectos de negocios en la denominada Cartera de oportunidades, por un importe de 12 700 millones de dólares, tan solo se hayan materializado inversiones por 1 885 millones, que en la Zona del Mariel han sido de 730. 5 millones.
En el mismo período, y según un informe de CEPAL sobre inversiones extranjeras en América Latina y Caribe, donde no aparecen datos de Cuba, la República Dominicana recibió 3 103 millones de dólares, casi un 100% más que Cuba. Algo se está haciendo mal, muy mal.
Si el capital extranjero no acude a Cuba y rechaza las “ofertas” de Malmierca es porque existen dudas sobre la claridad y transparencia de la economía cubana. Por ejemplo, las autoridades todavía no han publicado el cuadro macroeconómico de Cuba en 2019, y las informaciones sobre el estado y evolución de la economía son inexistentes. Por otro lado, el asunto de la “embargabilidad o bloqueo de la economía cubana”, que frecuentemente es citado por las autoridades en Naciones Unidas y los medios oficiales, se cae por su propio peso cuando se tiene información de las cifras ofrecidas por Malmierca. Los niveles de concurrencia de actividad internacional sobre la economía cubana tienen poco que ver con ese escenario que el régimen cubano no se cansa de denunciar cada vez que puede sobre supuestos embargos o bloqueos.
En realidad, un país que está sometido a embargo o bloqueo difícilmente puede recibir, y atender una serie de proyectos de inversión extranjera orientados a la exportación, ya que el mercado interno tiene muy poca capacidad adquisitiva. Pero ahí está Malmierca dando la bienvenida a los proyectos que contribuyen al “desarrollo local” y a aquellos que apoyan otros que “atraen tecnologías que tributen al aprovechamiento de fuentes renovables de energía”.
Por otra parte, como consecuencia de la disminución de la actividad económica desde 2016, la economía cubana necesita inversiones extranjeras para avanzar en lo que llaman “proceso de perfeccionamiento para dinamizar el sector empresarial” por medio del capital extranjero, en una clara referencia a que el capital cubano, el emprendedor y privado, no está en los planes del gobierno. Siendo este uno de los aspectos más controvertidos. Los cubanos que se desempeñan en el sector privado pueden importar y exportar, por medio de agencias estatales, pero no pueden recibir inversiones extranjeras, otro factor que limita y condiciona la entrada de capital internacional.
Para lograr sus fines, el gobierno necesita un nivel medio de inversión extranjera anual de 5 000 millones de dólares, pero la cifra lograda en estos últimos cuatro años se encuentra muy por debajo del objetivo, véase si no los 1 885 millones de dólares de 2019-2020. Prácticamente la mitad.
En realidad, no se entiende que un país sin recursos financieros, que no paga los préstamos que recibe a tiempo y cuyos dirigentes consumen la mayor parte del tiempo atacando el modelo económico del que proceden la mayor parte de los inversores en Cuba, reciba un solo céntimo del exterior. Malmierca declaró en el Foro que “el problema principal” de la economía cubana es su “falta de liquidez financiera” y culpó de todo ello a la pandemia y, cómo no, “al recrudecimiento del embargo de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, pidiendo una inversión del exterior más activa”. Más o menos, lo mismo de siempre.
A modo de conclusiones sobre estas informaciones publicadas en medios castristas, y divulgadas por agencias internacionales, se puede afirmar.
Primero, que ya empezó la piñata castrista, vendiendo a extranjeros el capital productivo de todos los cubanos, que, si nada lo remedia, se van a adueñar con participaciones mayoritarias del mismo. No es difícil determinar las consideraciones políticas que habrá detrás de estas “ventas” de la economía cubana a españoles, alemanes, ingleses o vaya usted a saber quién.
Segundo, que los cubanos se quedan fuera de la piñata. El régimen ha dicho que está pensando en iniciativas para atraer el flujo de financiación externa hacia las pequeñas y medianas empresas cubanas, pero nada se ha anunciado al respecto, como en el caso de la participación mayoritaria de los extranjeros en turismo o energía, que ha sido la nota más destacada. El régimen pretende que los cubanos continúen siendo pobres y lo que es peor, viendo como una clase política dirigente comunista malvende a extranjeros el patrimonio que decían que era colectivo. Hasta aquí ha llegado el modelo económico social comunista de la revolución.
Han pasado solo cuatro años de la desaparición física de Fidel Castro y estamos, qué duda cabe, ante el que probablemente es uno de los cambios estructurales más relevantes de la economía cubana, si realmente llegase a ser aplicado, y no por el hecho de que un puñado de extranjeros se adueñen de la economía cubana, sino sobre todo porque deja a los cubanos sin participar de un proceso que el régimen no quiere dejar fuera de su absoluto control.
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