LA HABANA, Cuba. – Algunas personas piensan que la Navidad termina el día de los Reyes Magos (6 de enero), pero para la Iglesia Católica no es así. El tiempo litúrgico de estas fechas comprende hasta el domingo después de la Epifanía (13 de enero) en que se celebra la Fiesta del Bautismo del Señor, lo que implica que aún estamos en Navidad.
En nuestro país, gracias a la pérdida de las tradiciones familiares, cada año es menor la cantidad de personas que celebran las festividades Navideñas. En ese sentido, el 2018 ha sido peor aún. La gran escasez ha provocado que en algunos lugares de la isla no ha sea posible adquirir juguetes para los niños, porque las tiendas de divisas no fueron surtidas con estos artículos.
La capital no fue una excepción, padeció de las mismas carencias; los que cuentan con más recursos no pudieron comprar ni turrones, algo que, junto a las manzanas, peras y uvas, solía hacerse presente. Lo poco que se vio era prohibitivo para casi todos los bolsillos.
Hay que destacar que si bien el 25 de diciembre constituye un día feriado para el país, no hubo, por parte de la dictadura, mención alguna a la Navidad, todo estaba referido a la celebración del 60 aniversario del triunfo de la “Revolución”.
Los dirigentes cubanos no tuvieron mensajes de paz y amor hacia nuestro pueblo. Sin embargo, no faltó, como casi siempre, la vieja retórica del régimen, repetida una y otra vez en voz de sus dirigentes, a quienes ahora se les obliga a utilizar el servicio de Internet, en sus redes sociales.
El propio desconocimiento de las nuevas tecnologías ha hecho que algunos como Homero Acosta cometan errores. En este caso, el secretario del Consejo de Estado retuiteó un video divulgado por la oposición y que hacía un llamado a votar “NO” al Referendo Constitucional. El tuit, por su puesto, fue borrado a los pocos minutos.
Por otra parte, todo parece indicar que el presidente Miguel Díaz-Canel no se encuentra incluido entre las bienaventuranzas del Papa Francisco, en su Mensaje por la Jornada Mundial de la Paz: “La buena política está al servicio de la paz”, ya que el Pontífice hace mención a las propuestas del cardenal vietnamita François-Xavier Nguyen Vän Thun, fallecido en el año 2002, cuando dijo: “Bienaventurado el político que realiza la unidad”.
A partir del uso que ha hecho el “Presidente” de los servicios de Twitter, se ha podido leer en su cuenta la discriminación hacia los que no piensan igual y no se someten a la bota del Partido Comunista de Cuba. La que más molestó a todos fue en la que nos llamó “malnacidos”, muy lejos de que esté haciendo lo que recomendó el Papa en este Mensaje, cuando expresó: “La política si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad”.
Recuerdo que el párroco de la iglesia a la que asisto, en la Homilía de la Misa del Gallo, dijo que en esos momentos algunas personas estaban celebrando con bebidas, bailes y comidas –los que pudieran-, sin embargo, la mayoría no sabía lo que festejaba, porque los que no están vinculados con alguna religión cristiana, no tienen idea de lo que significa la Navidad.
A la salida del templo, conversé con una señora que conoce mi calidad de disidente, y al referirse a lo que había dicho el sacerdote expresó: “Es que a mí me parece como si hubieran disecado al pueblo de Cuba”. Pensé que era un símil poco oído, pero da una idea viva y eficaz que hace justicia a lo que está sucediendo en estos momentos en el país.
Cuando se mira hacia atrás y se analiza todo lo que ha pasado esta sociedad durante 60 años, desde el odio que se inyectó en las venas de los cubanos, cuando pedían a gritos paredón, o cuando pasearon por las calles, agrediendo y denigrando a los que decidieron salir de forma definitiva del país; se puede confirmar que hemos perdido la vida. Cualquiera que haya nacido en 1959 va a arribar a la tercera edad, lo que implica que pasó la niñez y la juventud, seguramente, con muchas más penas que glorias.
Entonces, habría que coincidir con la expresión de la feligresa y pensar que es una realidad que la dictadura ha absorbido al pueblo cubano como un vampiro, le ha “chupado” la sangre de muchos hijos y hasta el tuétano de los huesos.
Aunque soy católica practicante, no estoy de acuerdo con algunas de las acciones del Papa Francisco. Lo respeto y lo encomiendo a Dios en mis oraciones, para que se percate de que la buena política está al servicio del bienestar de los pueblos. Donde quiera que haya un gobernante que trabaje por el bien común de su nación, deberá respetar a todos los ciudadanos por igual y no discriminarlos, ni marginarlos porque piensen diferente.