HOLGUÍN, Cuba.- Junto a un camión, Enrique y sus compañeros recorren varios kilómetros de la ciudad como recolectores de desechos sólidos. La caminata es agotadora y la basura acumulada el fin e inicio de año complejiza el trabajo.
Lanzar los pesados sacos con desperdicios a la altura de la volqueta de un camión que no está diseñado para esas labores dificulta el trabajo que comienza al amanecer y culmina con el implacable sol de la tarde.
Supuestamente los días de asueto son los sábados y domingos, pero sacrifican el descanso para dedicarse a otras labores e incrementar sus ingresos. Un sacrificio que se extiende a los hipotéticos días de vacaciones.

Las deprimentes condiciones hacen de recolectar basura uno de los trabajos más ingratos del país, con un precario salario en relación con los precios astronómicos de los productos de primera necesidad: el litro de leche a 45 pesos, la libra de carne de cerdo a 185, la de arroz a 50 y 90 la de frijol son solo tres ejemplos.
Según cifras oficiales, el crecimiento sostenido del índice de la inflación derivado de la mala gestión del Gobierno terminó el año por encima del 70 por ciento.
Desatención laboral
“Queremos recibir un poco más de atención. No nos dan ni agua, ni merienda, ni almuerzo; todo lo traemos de la casa.”, dice Enrique a CubaNet.

A pesar de su importante labor, los abnegados trabajadores cargan con el estigma social, las pésimas condiciones de trabajo, el desamparo laboral que, unido al bajo salario, provocan el déficit de fuerza de trabajo.
“Nadie quiere recoger basura. Esto es muy duro. Estamos bajo el sol o bajo la lluvia. Es muy indignante cuando escuchamos las burlas en las calles”, dice Juan Carlos, que hoy está encima de la volqueta vaciando los desperdicios de los sacos.
La situación epidemiológica en Holguín empeora. Cifras oficiales reportan este mes 1 133 casos de contagios de COVID-19 y una tasa de incidencia de 98.1 por 100 mil habitantes.

“El riesgo de enfermar y contagiar a la familia es muy alto. Sin embargo, no nos dan medios de protección. Con mi salario compré los guantes, el sombrero, las botas y la camisa mangas largas. Todos son de segunda mano porque así son más baratos”, dice Enrique, para quien la compra significó un sacrificio. Su sueldo mensual, que incluye riesgos y otros parámetros, es de casi 4 000 pesos que, según él, no compensan los inconvenientes laborales y el elevado costo de la vida.
Recuerda que en los momentos de aguda crisis provocados por el mal manejo de la pandemia en el territorio, tampoco recibieron ayuda. “Muchos enfermamos. Hubo compañeros y familiares que fallecieron. Sin embargo, las condiciones de trabajo no mejoraron”, afirma.
Enrique y sus compañeros han reclamado los medios de protección a la Dirección de Servicios Comunales de Holguín. “Los hemos pedido en infinidad de ocasiones y no atienden nuestras solicitudes”, dice Enrique.

Opina que entre las razones de la desidia está que “los dirigentes se dedican a resolver sus problemas personales y no les importa la situación de los trabajadores”. Pero tampoco descarta la malversación como otra de las causas.
Todavía recuerda el desfalco de nueve millones de pesos por funcionarios de la Unidad Presupuestada de Servicios Comunales del habanero municipio Boyeros. Además de las falsificaciones de documentos oficiales. “Se unieron los perjuicios provocados a los trabajadores de Comunales, quienes en la etapa mencionada no recibieron utensilios demandados por su labor, pues los recursos concebidos para eso nunca llegaron a su destino”, publicó el oficialista Cubadebate.
“Los dirigentes de comunales siempre van en autos para todos los lados, visten limpio, trabajan en oficinas con aire acondicionado y con todas las comunidades. No estoy acusando a nadie porque no tengo pruebas, pero se ve que ellos no carecen de nada material”, afirma Juan Carlos.
¿Qué dice el Parlamento?
En abril de 2019, durante la sesión de las comisiones previo a la Tercera sesión extraordinaria de la IX Legislatura del Parlamento cubano, se abordó el funcionamiento de los servicios comunales. “Los parlamentarios llamaron la atención sobre el hecho de que gran parte de los trabajadores del ramo no cuenta con los medios de protección adecuados para realizar sus labores”, reseñó el oficialista diario Granma.

Casi tres años después, la problemática sigue irresuelta.
¿La ciudad más limpia de Cuba?
Otrora considerada la ciudad más limpia de Cuba, desde hace muchos años Holguín, un municipio de 400 mil habitantes que genera más de mil 620 toneladas de desechos, ha perdido ese calificativo. Por doquier, incluso en los lugares céntricos de la ciudad, abundan los carteles ‘No echar basura’, que contrastan con la acumulación de los desechos en el lugar.
La limpieza presenta un ambiente bastante desagradable en calles céntricas, donde cajas ampliroll permanecen rebosantes de todo tipo de desechos y esquinas o espacios se convierten en microvertederos. Desde el 2020, año en el que se detectó el primer caso de COVID-19 en Holguín, la recogida de basura y la limpieza de fosas afrontan serios problemas, denunciaba en el 2021 el periódico local ¡Ahora!, que llamaba a “buscar alternativas para paliar, en lo posible, la situación existente en todo el territorio y en específico en la ciudad de Holguín”.

Dos años después, la situación no se ha revertido: ha empeorado.
“Nos culpan por la suciedad, pero no dicen que carecemos de los medios para trabajar con calidad”, opina un recolector ambulante de desechos sólidos que solicitó guardar su identidad por temor a represalias.
Su salario, al igual que sus colegas, intenta incrementarlo con la recolección de los objetos plásticos o de cristal que encuentra en los desechos para después venderlos como materia prima.
“Estoy atento a las latas de cerveza, a las botellas de cristal u otra cosa que después pueda vender como materia prima. Al lado del carrito llevo un saco donde los voy echando y después en la casa las clasifico y las preparo. Las latas las aplasto una a una para que ocupen menos espacio y sacarle más ganancia. Se dice fácil, pero esto lleva mucho trabajo; no tengo otra alternativa”.

“Muy pocas veces nos dan escoba para barrer y en ocasiones tenemos que pagarla. Muchos compañeros han renunciado”, dice el empleado, que como otras causas cita el bajo salario, las pésimas condiciones laborales y los reclamos reiterativos e irresueltos año tras año en las reuniones sindicales.
“Nos sentimos como si estuviéramos presos y sin derecho a nada”, afirma, y asegura que recolectar basura en Cuba se asemeja a condiciones de esclavitud.

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