LA HABANA, Cuba. – Una de las preocupaciones de Raul Soublett López y la Alianza Afro-Cubana es que, ahora que se habla de una lucha por un Código de Familia inclusivo y de respetar los derechos de las personas LGBTIQ, se debe comenzar a incidir en la necesidad de las luchas interseccionales. La discriminación racial y la homofobia son campos de exclusión que se entrecruzan causando una doble victimización, pero ¿cuánta conciencia hay de este fenómeno social? ¿Se habla del tema? ¿Se visibiliza?
“Hay que empezar diciendo que en Cuba no se educa en temas de antirracismo y que la comunidad LGBTIQ, a pesar de levantarse poco a poco y luchar por sus derechos, tampoco reconoce a profundidad la problemática racial que enfrenta Cuba”, analiza Soublett López durante una entrevista con CubaNet.
“Hay que entender que las discriminaciones nunca van solas, estas se entrecruzan. Cada discriminación va potenciando a la otra”, destaca el joven activista.
Para Soublett López, el debate sobre el racismo dentro de las comunidades de diversidad sexual se queda en lo superficial. Otras veces se promueven campañas con imágenes antirracistas, pero no se invitan a los colectivos de personas negras, lo que es otra manera de “invisibilizar” o de evitar “los procesos de empoderamiento” que van más allá de pertenecer o no a la comunidad.
Mientras, dichas campañas “siguen potenciando la imagen del hombre blanco de clase media, apuesto, cercano al europeo. Y pasa algo similar con la mujer, que debe responder a estándares de belleza que son construidos desde la heterosexualidad”.
Para el maestro primario de 28 años, esto se debe a la “percepción de que el tema del racismo ya está superado, cuando en realidad lo que se hace es naturalizar prácticas racistas y discriminatorias. Hablo desde la experiencia: desde mi proyecto Alianza Afro-Cubana llevamos a cabo debates en comunidades, y sabemos que las personas invisibilizan una realidad latente”, explica.
Soublett considera que hay contradicciones cuando se habla de igualdad y se excluye o discrimina a un grupo de personas importantes dentro de alguna de las llamadas “minorías”.
“Una persona trans negra no es vista igual que una persona trans blanca”, apunta. “Y si esa persona trans negra además viven en la periferia o en el campo, o es gorda, o no tiene un buen estatus económico, menos será considerada como igual en ese ‘discurso de igualdad’ en el colectivo LGBTIQ”.
Sus cinco años de experiencia en el activismo, le han enseñado que, “cuando uno cuestiona esto, hay quienes salen con sus ‘prioridades’. Cuando me dicen que el tema racial no es prioridad para la comunidad LGBTIQ, lo traduzco en que están negando una realidad latente porque no puede haber prioridades si queremos lograr que este país sea realmente inclusivo”.
El joven asegura que este fenómeno sucede lo mismo en los grupos alternativos que en los oficiales, como el CENESEX y sus redes nacionales.
En Cuba el culto a la imagen del hombre blanco gay como ideal romántico y excluyente, racista de por sí, se repite constantemente, también apunta el director de la Alianza Afro-Cubana.
“Queremos igualdad pero somos horribles con nosotros mismos. Solo hay que mirar nuestros post en las redes sociales y observar cómo la comunidad sigue esa línea de representatividad excluyente, discriminatoria, sin generar discursos que no reproduzcan códigos estereotipados y sí a nuestros cuerpos y cuerpas”.
Cuando se habla de estereotipos no solo se debe mencionar la imagen del hombre blanco como modelo de belleza, sino también la masculidad exacerbada que le es atribuida a los hombres negros incluso dentro de los colectivos LGBTIQ.
En ese imaginario de la sexualidad negra hay diversas percepciones y casi todas apuntan a reforzar la discriminación.
“Hay quienes creen que un hombre homosexual negro traiciona la identidad afro”, asegura el activista. Los que son aceptados “deben cumplir determinados roles dentro de las relaciones” o poseer “atributos heterosexuales”. También están los que asocian “la sexualidad negra con la promiscuidad instrumentalizando el cuerpo que es racializado”.
Desde el comienzo de las campañas por la aprobación del Código de Familia, Soublett López ha observado que las personas negras y afrodescendientes están siendo excluidas.
“Lo que más me molesta es ese discurso de “Cuba inclusiva” y que se estén olvidando de facilitar la participación activa en la toma de decisiones de grupos que llevamos años trabajando en la inclusión de personas negras en la comunidad LGBTIQ. ¿Dónde están Afrodiverso, Nosotrxs, Casa Tomada MirArte, Alianza Afro-Cubana?”, se pregunta el activista.
“Cuando uno habla del tema lo tachan de radical, de extremista y acomplejado, pero usar la bandera antirracista no te hace antirracista [se refiere a una versión de la bandera del arcoíris, a la que le han sido agregadas una franja carmelita y otra negra]. Si no se escuchan todas las experiencias, si no se profundiza y no se exponen las representaciones de diversas personas, también se reproduce la discriminación racial”.
Soublett López está convencido de que este es un buen momento para poner en la palestra pública el debate sobre racismo y discriminación racial, no como piensan otros que quieren priorizar una agenda sobre la otra. Aun así, la posición del activista sobre el referendo del Código de Familia se mantiene intacta.
“Los derechos humanos no se plebiscitan. Estoy a favor del debate porque pienso que esto va a permitir enriquecer el mismo Código, va a permitir que las personas se expresen sobre cómo quieren que sus familias sean reconocidas y protegidas”, termina.
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