LA HABANA, Cuba.- Lo que ocurrirá después de Raúl, el médico chino de la vieja historia lo sabe bien. Según la psicología de las masas, emocionales, infantiles y hasta perversas, podría ocurrir cualquier cosa. Pero aun así, esperamos que sea lo mejor.
De entrada ya se sabe que como político, al frente del gobierno de su país, ni siquiera con sus pálidas reformas, tenemos lo que teníamos que tener.
Cuando su hermano le encasquetó el poder, Raúl lanzó un llamado urgente a sus generales para aumentar la eficiencia y la productividad de la economía y resolver al fin los problemas urgentes del pueblo.
No lo lograron.
Sigue ausente la leche, la carne y muchas, muchas, muchas cosas más.
Cuba arrastraba desde los mismos inicios del triunfo revolucionario tantos y tantos errores cometidos por Fidel Castro, que los lineamientosde la política económica y social de Raúl, han fracasado. Leyes que todavía existen, que destruyeron al país y provocaron vagos y ladrones.
Jamás el General de Ejército ha querido reconocer que Karl Marx y mucho menos su admirado Stalin, previeron que los cánceres del socialismo eran y son mucho más graves que los de cualquier otro régimen.
Bajo su nuevo mandato, se agudizó la baja productividad de alimentos y otros, continuó el autoritarismo, la burocracia, la represión política, la bolsa negra, los salarios humillantes, el menosprecio al Estado, razones estas que demuestran la ineficacia del llamado “socialismo del siglo XXI”.
No caben dudas de que después de Raúl, como después de Gorbachov en Moscú, ocurrirá lo mejor en La Habana y en el resto del país.
Ni la URSS ni Cuba han sido ejemplo de ideal comunista. Ni siquiera cuando, tanto allá como aquí, se emplearon mecanismos urgentes propios del capitalismo; ni siquiera con “un fuerte poder central” Raúl ha podido sacar a Cuba del caos económico que recibió como herencia familiar aquel 31 de julio de 2006, cuando su hermano le confió provisionalmente la presidencia del país y luego la hizo definitiva por su pésimo estado de salud.
Seguramente se ha preguntado muchas veces por que Fidel no le traspasó el poder mucho antes, con el fin de lograr, dada su fama de persona organizada, la difícil tarea de enderezar el entuerto que el Invicto había formado en la isla cubana.
Pero, ¿alguna vez estuvo a tiempo de enmendar el saco sin fondo de la pérdida de valores éticos y morales de la sociedad cubana, curar las profundas heridas que sufrió la economía, a causa de las innumerables guerras secretas que su hermanísimo regó por el mundo?
Después de Raúl, podrá verse la insatisfacción popular que él ha querido reconocer a través de sus medios de comunicación.
Después de Raúl, se quedarán en casa esos octogenarios generales que no han podido elevar el progreso científico técnico en la producción, pese a las informaciones elogiosas de la prensa, durante sus visitas forzadas, donde se ve que apenas caminan con paso firme.
Serán otros quienes, después de Raúl, podrán abrir la vieja caja de Pandora, donde veremos la esperanza en el fondo del arca.