MADRID, España. – En medio de la crisis abierta por el COVID-19, y tras la aprobación el pasado 30 de octubre de la llamada Estrategia, nadie en el régimen comunista cubano ha salido en defensa de los pequeños emprendedores privados, la mayoría severamente golpeados por la pandemia.
En la cúpula dirigente, salvar a las empresas de los pequeños propietarios es un asunto de poco o ningún interés. Antes se debe hacer todo lo posible por defender la “empresa estatal como eje de la economía”, cuando es reconocido que las mismas son fuentes de insolvencia, improductividad y falta de eficacia. Las PYMES privadas en Cuba, pendientes de una ley prometida en varias ocasiones, tendrán que esperar.
Mientras tanto, la debacle que sigue generando la crisis del coronavirus se traduce en una intensa mortandad de proyectos existentes y, peor aún, en el freno a la puesta en marcha de otros nuevos.
Muchos emprendedores están convencidos de que si se mantienen los confinamientos por causa de una nueva oleada de contagios sus pequeños negocios no volverán a abrir sus puertas y desaparecerán del paisaje urbano y comercial para siempre. En cierto modo, la pandemia en Cuba ha acabado destruyendo buena parte de la riqueza económica. Los pequeños emprendedores lo saben bien porque lo han experimentado en carne propia.
A diferencia de lo ocurrido en otros países que desde el mes de marzo se volcaron en la adopción de medidas para salvar a las pequeñas empresas y negocios, base de sus economías, las autoridades cubanas se han limitado a lo más justo y estricto. No han aportado, por ejemplo, soporte financiero en forma de créditos, a bajos tipos de interés, y otros dispositivos preparados para aportar liquidez a las pequeñas empresas y evitar que las nóminas, el pago a proveedores o los gastos mensuales de luz, alquiler, etc. se conviertan en algo imposible de asumir con la caída de las ventas y los beneficios. Durante ocho largos meses los emprendedores cubanos han tenido motivos suficientes para sentirse abandonados por el gobierno.
Y lo peor es que, hasta la fecha, no se han producido los movimientos esperados y deseados por los emprendedores. El gobierno se mantiene en sus trece, dando los apoyos al sector presupuestado y a las empresas estatales, y dejando de lado las demandas de los pequeños emprendedores. Incluso los subsidios que integran la canasta normada, y que parece que van a resistir las reformas de la “tarea ordenamiento”, seguirán destinados a empresas estatales, sin que se proponga alguno para las privadas.
El sistema bancario cubano, controlado por el estado, carece de capacidad financiera y de los instrumentos adecuados para ayudar a reestructurar la deuda de los emprendedores y los pequeños negocios, de modo que la crisis la tendrán que superar ellos mismos recurriendo a fuentes financieras que están al margen de los bancos y la administración estatal, como remesas o préstamos entre familiares.
El gobierno no puede seguir impasible ante la grave crisis de la economía cubana y tiene que trabajar con los bancos que dependen de su control para establecer, cuanto antes, programas financieros que permitan evitar la destrucción total del sector privado emprendedor. Se trata de dar créditos a empresas privadas con garantías públicas, una solución necesaria en el caso cubano, donde los pequeños negocios tienen una capacidad financiera limitada y no pueden recurrir a fórmulas complejas para la financiación. Además, la respuesta debe ser “rápida y ágil”, porque, en caso contrario, estos pequeños emprendedores pueden entrar en graves problemas de solvencia a corto plazo. Si la crisis sanitaria continua y la oleada de contagios provoca un nuevo freno de la actividad económica, los riesgos para la estabilidad financiera de las pequeñas empresas cubanas aumentarán.
Los empresarios privados cubanos necesitan cuanto antes ayudas directas. Cada día que pasa con empresas cerradas le cuesta a la economía cubana multitud de empleos. Conviene no olvidar que el sector privado ya representa el 13% de la ocupación total. Con un proceso de recuperación parcial de la economía sin estímulos directos, las empresas privadas no podrán subsistir.
No es momento de andar con propaganda ni con consignas ideológicas trasnochadas, tampoco de tomar decisiones erróneas que acaben aumentando la gravedad de los problemas. En la “tarea ordenamiento” que pretende unificar las monedas y devaluar el CUP, junto a medidas salariales de pensiones, servicios sociales y otras relativas a subsidios, los emprendedores han sido completamente excluidos.
El sector privado cubano, pese a las dificultades, ha ido consolidando posiciones en los últimos años. Sin embargo, ahora puede ser barrido de la escena económica. Las autoridades tienen ante sí una responsabilidad clave en la ayuda a las empresas privadas. Si no lo reconocen, después será mucho peor.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 316-2072, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.