Foto reportaje Polina Martínez
LA HABANA, Cuba. –Pintores y artesanos que antes vendían souvenirs para los turistas en la Plaza de la Catedral y el Colegio de San Carlos y San Ambrosio, fueron concentrados –desde hace cuatro años– en un muelle de la Avenida del Puerto, otrora conocido como La Nave de San José.
Antiguamente esta nave guardaba sacos de azúcar, aguardiente en pipas y arroz en toneles. También almacenaba café, cera, ladrillos, máquinas de vapor para ingenios, pacas de algodón, y de tabaco en rama. Después del año 1959, pasó a manos del Estado cubano. Hoy la nave de San José, alberga quioscos de artesanías y pinturas, que venden de martes a domingo de 9.00 am hasta las 7.00 pm.
Adriana, una artesana, protesta: “Nos sacaron de la Plaza y la calle aledaña a San Carlos. Nos sumaron los pintores que pertenecían a la Galería Víctor Manuel y nos concentraron para tenernos controlados.”
La ubicación de los pintores es la más difícil. Están al fondo del muelle, pegados al mar. Hasta hace poco sus pinturas estaban expuestas al sol y al salitre, hasta que se dieron cuenta y las protegieron con puertas corredizas.
Ruth, de la nueva generación de artesanos, explicó: “Aquí pagamos 2000 MN de impuesto a la ONAT y el 10 por ciento de tus ventas tienes que pagárselo igualmente al Estado. Además, pagar el espacio que vale 85 MN por día. Si tienes ayudante, súmale otros 75 MN”.
Ruth, agregó: “Ahora no sabemos ni a quien pertenecemos, antes estábamos bajo la manga de Eusebio Leal, ahora se chismea por los pasillos que nos atenderá la corporación Fénix, que pertenece a la FAR”.
“Entonces sí que habrá que arrancarse los pelos, entre los impuestos y los militares arriba de nosotros… aquí estamos como una jauría de perros a ver a quién mordemos”.
Ramoncito, un vendedor veterano, declaró: “Aquí el turismo llega a cuentagotas. Estaba prevista la construcción del parqueo para que llegaran los ómnibus de Gaviota, Cubanacán y otras agencias, cargadas de turistas, para que estos nos compraran nuestras mercancías. Eso no lo han cumplido. Aquí es como vender pizzas, un día ganas 100, y luego te pasas un mes sin un centavo. Todo porque no han organizado bien este negocio”.
Ramoncito añade que el servicio de la cafetería es pésimo y caro. Para almorzar, todos los días tenemos que encargar la cajita de comida que cuesta 30 MN por servicio de mensajería”.
Para los artesanos o vendedores de tallas en madera, cuero, humidores, artesanía de barro, confecciones de ropa y calzado, la muñequería y otros, la vida dentro de la Nave tiene otra connotación.
Sus puestos de venta están ubicados en el 1er y 2do nivel (visto de la calle hacia el mar). La vida les es más gratificante. A ellos llegan los escasos turistas que se escapan, o los cubanos portadores de la moneda dura, para comprar regalos.
María del Carmen, vendedora de muñecas, y Vicente, tallador de barcos piratas, explican: “nuestros negocios funcionan a base de propinas a los pocos tour operadores que nos traen turistas”.
Reinier, vecino de San Isidro, opinó de los vendedores de San José: “esos son los más ricachones del país. Con esos precios no hay quien compre ninguna mercancía. Ese es un lugar para turistas, no para los pobres de la Habana Vieja. Nosotros tenemos que seguir tomando ron malo y jugando dominó en las esquinas”.