LA HABANA.- De sus 75 años que no aparenta pero asegura que se sienten, el periodista, escritor y conferencista Pedro Corzo ha dedicado los últimos 59 a la lucha frontal contra el castrismo. Primero en Cuba, muy joven, cuando aún estudiaba en su natal Santa Clara, desde los primeros años del régimen, lo que le costó largos años de encarcelamiento; y luego desde el exilio, al que partió en 1981 y desde el cual nunca ha cejado en sus esfuerzos por la libertad y la democracia.
Más de una decena de libros, su columna en El Nuevo Herald y las numerosas conferencias que ha pronunciado le han servido para denunciar al castrismo de un modo bien documentado y mejor argumentado.
Pedro Corzo tuvo la gentileza de conceder esta entrevista a CubaNet.
¿En qué año y por qué fue preso?
Estuve detenido en varias ocasiones. La primera fue el 31 de diciembre de 1959, posteriormente cuando el desembarco de la expedición de la Brigada 2506 en Playa Girón, pero la detención definitiva se produjo en abril de 1964. Me arrestaron todas las veces por mi posición contraria a la dictadura, que era conocida por mis compañeros de estudios, y porque estaba conspirando contra el Gobierno. Es el precio a pagar por quienes luchan por la libertad.
¿Cuándo se fue de Cuba?
Salí de Cuba en agosto de 1981 rumbo a Venezuela, un país que abrió sus puertas generosas a miles de compatriotas. Allí había un equipo de cubanos notables dirigidos por el doctor Joaquín Meso Llada y monseñor Eduardo Boza Masvidal. La labor de este equipo era humanitaria, su objetivo era prestar asistencia a los que arribábamos al país. Es un hecho poco conocido que deberíamos explorar con más detalles.
Vivió doce años en Venezuela y trabajó allá como periodista. ¿Qué piensa que pudiera ocurrir en ese país en los próximos meses?
Pasé en Venezuela muchos de mis mejores años. Allí conocí la libertad y el disfrute de mis derechos. No era un país perfecto pero sin dudas era mucho mejor que lo que existe en la actualidad. Con el futuro de Venezuela estoy un poco más optimista que con el de Cuba. El régimen chavista ha sido particularmente torpe, y la oposición, en sus diferentes expresiones, ha tenido por lo regular la capacidad de aprovechar las contradicciones del Gobierno y conservar los reducidos espacios operativos que el Madurismo permite. En Venezuela no se ha impuesto el rígido control social y político que el castrismo impuso en Cuba y ahí, en mi opinión, es donde radican las oportunidades de cambio de los venezolanos libres.
¿En qué terreno se siente más cómodo, como escritor o como periodista?
Me siento bien en ambos terrenos, lo que no significa que esté satisfecho con mis entregas. El periodismo tiene la ventaja de ser un reto diario, te obliga a andar de prisa y a escrutar lo más posible. En mis libros es investigación, tratar de entender a todos los protagonistas y sus acciones, incluidos aquellos que tienen puntos de vista opuestos a los míos, sin que eso signifique que sus culpas serán negadas.
En la guerra cultural en curso muchos consideran que la izquierda ha ganado la batalla de los símbolos. Che Guevara es probablemente su icono más representativo. ¿Cree que su libro sobre Che Guevara contribuye al desmontaje de ese mito?
Estoy en esa corriente que considera que la izquierda carnívora lleva ventajas en la confrontación intelectual, pero no ha ganado hasta que nos demos por vencidos, y no creo que eso ocurra. Hay que denunciar la doble moral de los intelectuales que disfrutan de libertad y derechos, de una academia sin restricciones, pero que respalda a liberticidas notorios como fue Guevara. No es que uno se oponga sistemáticamente a las ideas contrarias, pero sí es preciso enfrentar una tolerancia que nos roba nuestra identidad. Lo que está mal lo está, no se le puede dar otra vuelta. Creo que todo lo que desmitifique la figura de Ernesto Guevara va a ayudar a que ocupe en el imaginario popular el lugar que le corresponde, si es que debe tener alguno. Igualmente, todo lo que se trabaje para demostrar la verdadera naturaleza del castrismo es relevante.
¿Proyectos inmediatos?
Estoy inmerso en la segunda parte de Confrontación, un libro que recoge cientos de entrevistas de personas que dentro y fuera de Cuba lucharon contra la dictadura castrista. Otra tarea es un documental sobre los cubanos que combatieron el castrismo en África, una historia poco conocida. Y continuar con mi columna semanal y mi programa Opiniones en la televisión pública.
En sus artículos percibo cierto pesimismo respecto a Cuba. ¿Por qué? ¿Se ve jugando algún papel en la Cuba en democracia del futuro?
Con toda honestidad y sin ninguna corrección política, soy pesimista sobre el futuro de Cuba. No aprecio la gestación de una propuesta política integral que a la vez que interprete la realidad, procure aprovechar las quebraduras de la dictadura para favorecer una concientización ciudadana. Esto, por supuesto, no es fácil, pero sí lo considero necesario. Soy pesimista pero a la vez tengo confianza en esa vertiente nacional que no se ha rendido al castrismo a pesar de su inmenso poderío. Pero los años no pasan por gusto y mi generación ya superó ampliamente los setenta años. La política es mi pasión, toda mi vida he estado enrolado en ella, pero como siempre me he esforzado por ser realista, puedo asegurarte que a pesar de mis deseos, el tiempo transcurrido es demoledor para cualquier aspiración.