LA HABANA, Cuba. – Los precios de productos agrícolas han subido entre un 15 y un 25 por ciento los últimos meses. Una carga insostenible si tenemos en cuenta los salarios de la población. La subida de precios coincide con nuevas formas de comercialización. Resulta que el mecanismo de acercar a productores y consumidores y eliminar a los intermediarios, dispararon los precios.
Se cayeron de la mata: Un centro de investigación oficialista decide echar a un lado el análisis de la comercialización, y se centra en la producción.
Armando Nova González, investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana, declaró al periódico Tribuna de La Habana: Los niveles de producción debieron de haber aumentado con la entrega de tierras ociosas a usufructuarios. Pero no ha sido así, entre otras razones, por lo caro que el Estado les vende a los usufructuarios las herramientas e insumos adecuados para poner a producir las tierras. Como es lógico, esa carestía grava los costos, que finalmente influyen en los precios que paga el consumidor.
Otras formas de producción— las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) y las Cooperativas de Créditos y Servicios (CSS)— también han visto afectados sus costos por los altos precios que pagan por el combustible, los fertilizantes, los neumáticos y las piezas para camiones y tractores. Todos ellos provenientes de un solo suministrador— determinada empresa estatal—, lo que no brinda opciones a los productores.
Nova concluye que los costos no disminuirán— ni los precios minoristas— mientras no exista un mercado de insumos, donde el productor pueda seleccionar lo que necesita, con la única limitante de su capacidad de compra, mediante créditos o ahorros personales.
Para verificar precios, decidimos visitar tres mercados agropecuarios de la capital, cada uno con una forma distinta de comercialización. El Mercado de Egido, de la modalidad de oferta-demanda, exhibía los siguientes precios (todos por una libra de producto): el frijol negro a 10 pesos, el colorado a 15, el boniato a 2, el tomate ensalada a 5, el pepino a 4, la malanga a 5 y el plátano burro a 10 pesos la mano.
Un punto de venta en la Calzada de Monte, arrendado a la CCS Juan Bruno Zayas, presentaba estos precios: el frijol negro a 12, el colorado a 13, el boniato a 2, el tomate ensalada a 7, el pepino a 4, la malanga a 5 y el plátano burro a 10 la mano.
En El Arroyo, cooperativa no agropecuaria, el frijol negro a 12, no había colorado, el boniato a 2, el tomate ensalada a 5, no había pepinos, la malanga a 4, y tampoco había plátanos burros. Está claro, no hay significativas variaciones en los precios entre las distintas formas de comercialización. Nova tiene razón, son los elevados costos en la producción, los que determinan los altos precios de venta a la población. Pero, su sugerencia de un mercado de insumos para los agricultores podría correr la misma suerte del mercado mayorista para los trabajadores por cuenta propia… Y el precio de la papa seguirá por los cielos.