ARTEMISA, Cuba.- Conversar con habitantes de los once municipios de la provincia Artemisa demuestran que el descontento y la apatía son generalizados, a pesar del triunfalismo en los medios -todos en manos del Estado- que pretenden que reine una gran alegría colectiva por ser dicha provincia la sede del acto central por el 26 de Julio.
En la sección De honor y glorias, aparecida en la página 9 del periódico Trabajadores del 21 de este mes, se afirma que “un ajetreo se transmite de una parte a otra de la joven provincia. Para muchos, es el inicio de un sentido de pertenencia que reclamaba el territorio”.
Es cierto que hay un gran ajetreo para cumplir las siempre muy formales metas políticas que en lo absoluto satisfacen necesidades básicas y anhelos legítimos de los artemiseños. Las denominadas “obras” son en la mayoría de los casos reparaciones de última hora, de lo deteriorado por falta de mantenimiento durante decenios.
Se incluyen en dichas “obras” la reparación de vías que desde mucho antes de ser Artemisa una provincia estaban intransitables; la obligatoria – por ley – colocación de señales de tránsito; la reparación y mantenimiento a redes eléctricas y el alumbrado público; la pintura de fachadas de edificios, entre otras cosas elementales y cotidianas para cualquiera administración pública que se respete.
-En lugar de cantar victoria, las autoridades provinciales y municipales deben pedir perdón a la población por no ejecutar antes cosas elementales en una provincia que ya tiene 3 años y medio de existencia, y de demora en solucionar los problemas más graves de la gente de a pie- opina Carlos Miguel Sierra (52), del municipio Cabañas.
Muchos no ven con buenos ojos que las “obras en saludo al 26” se realizan en su casi totalidad en el pueblo devenido capital, Artemisa, mientras otros lugares como el reparto Henequén, los bateyes de los tres antiguos centrales del norte, poblados como Cabañas, y decenas de asentamientos humanos, no han recibido beneficio alguno, a pesar de presentar graves problemas de infraestructuras y en los servicios básicos.
Un hecho que prueba el descontento y la apatía, es que las oficinas municipales del partido y el gobierno de Mariel enviaron para Cabañas, a principios de julio, numerosos empleados estatales del propio Mariel en horario de trabajo, con la intención de revertir la falta de “entusiasmo revolucionario” entre los habitantes allí.
Contenes y partes de postes de las calles centrales pintados con lechada, carteles de tela colgados de poste a poste por la calle central, y carteles impresos con consignas alegóricas al 26 de Julio, que no se pueden leer a más de dos metros, fue el resultado de esta inútil ofensiva por el júbilo.
Nada queda de pintura en los contenes, los postes parecen sucios en lugar de pintados y las consignas nadie las mira a pocos días del acto central. Opina Manuel Martínez (38):
-¿Para qué carajo sirven los letreros de los postes si éstos son para dar corriente y aquí se va la luz todos los días?
Incondicionales y especialistas en doble moral se prestan para seguir la farsa, como es el caso de los que declararon que todo anda bien en el municipio Mariel, ante las cámaras del noticiero nacional de televisión (oficial) en su emisión dominical del 20 de julio.
Gente de a pie de ese municipio critican fuertemente a los que declararon ese día frente a las cámaras, pues muchas cosas andan mal, incluido el suministro de alimentos, los servicios de agua y corriente, el transporte y el estado de los viales, por solo citar algunos ejemplos.
Las opiniones de los consultados por este reportero en Cabañas, San Antonio de los Baños, Reparto Henequén, Guanajay, Quiebra Hacha, Bahía Honda y bateyes de antiguos centrales azucareros de la provincia, no demuestran entusiasmo en ningún caso y sí muchas críticas por las cosas que andan mal.
Agencias oficiales y algunas extranjeras mostrarán en los próximos días aglomeraciones en diversas actividades y en el propio acto central. Ingenuos, tontos útiles para el gobierno, fanáticos e izquierdistas trasnochados por todo el mundo interpretarán el molote como un apoyo a lo que aún le dicen revolución,mientras otros asisten bajo coacción al acto central en el que hablará año el artemiseño que nunca ríe, el comandante Ramiro Valdés.
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