LA HABANA, Cuba.- El tema de las telecomunicaciones ha sido uno de los protagonistas en la mesa de conversaciones entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos. En ese sentido se ha escrito mucho en la prensa pero, debido al tono especulativo que exhiben todos los artículos, se puede concluir que se sabe demasiado poco sobre los avances en esa materia con la que el gobierno cubano, si decidiera ceder algo de terreno al nuevo amigo del Norte, según algunos expertos, se estaría jugando uno de los pocos ases ―tal vez el único válido en estos tiempos de tecnologías extremas― que guarda bajo la manga.
Una conectividad plena, normal, una actualización en materia de comunicaciones y de flujo de información que responda a la apertura económica que se pretende, requiere de acuerdos y alianzas con empresas foráneas líderes mundiales en el sector. Sin embargo, casi todos los especialistas en el tema coinciden en que ninguna de las posibles transformaciones que puedan derivarse de los convenios secretos entre las partes en diálogo, podrá poner en riesgo el estratégico papel de monopolio estatal de las empresas cubanas que tienen que ver con la informática y las telecomunicaciones, todas bajo el control directo del gobierno y supervisadas como el más sensible asunto de seguridad nacional.
Celulares e internet, aliados del gobierno
“En el mundo antiguo y en el actual solo ha detentado el poder quien controla la información, eso es una verdad de Perogrullo, pero hoy no se trata solo de escuchar lo que habla el presidente ruso con Bashar Al Asad, sino de controlar y manejar hasta el más mínimo pensamiento del individuo más insignificante”, nos explica un profesor de Economía de la Universidad de La Habana que prefiere permanecer en el anonimato para no poner en riesgo su trabajo.
Estudioso del tema de las inversiones en Cuba y con varios trabajos publicados en revistas académicas de prestigio, nos explica: “Hay que tener claro que, después de tantos años de oponerse a la internet, el gobierno cubano no ha decidido abrirse al mundo sino que ha actualizado sus métodos de control. Han comprendido, y muy bien, que los celulares, la internet no son el Coco [una amenaza] y que pueden convertirse en sus mejores aliados si quieren en verdad controlar y manipular hasta los sueños de la gente. […] Cuando no existía esta tecnología, crearon los Comité de Defensa de la Revolución (CDR) y los sistemas de vigilancia en los barrios, en los centros de trabajo, en las escuelas, para controlarlo todo. Pero ese mecanismo se volvió obsoleto, inservible frente a la información que gratuitamente arrojan las redes sociales como Facebook, los sms que enviamos, pensando que son un asunto privado, los correo electrónicos.”
“Antes había que interceptar el correo ordinario o pinchar algunos de los teléfonos de cable que existían, demasiado pocos, ahora solo es programar una máquina, un cuartel general, donde se supervisa todo las 24 horas del día. Antes dependían de que un informante, un vecino tuyo, les dijera dónde te había visto la última vez que pasaste por su lado, ahora tu teléfono, tu tablet, tu computadora les dice dónde estás y hasta lo que estás pensando, ¿cómo no van a abrir las wifi, como no van a estimular a que la gente compre un celular o se habrá una cuenta de Nauta, en Etecsa (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba)? Ahora para ellos eso es más importante que si perteneces o no a los CDR o al PCC (Partido Comunista de Cuba), y no van a compartir ese monopolio de control con nadie, mucho menos con los Estados Unidos, a no ser que pacten en otros términos que jamás tú, yo o cualquier periodista de donde sea, podrá desentrañar”, agrega.
Control a cambio de estabilidad política
Un estudiante de 5to. año de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana que, para evitar represalias, prefiere que no lo identifiquemos, nos explica: “No solo porque la obsesión de los regímenes totalitarios es el control extremo de las masas, no es solo por eso, sino porque todos los planes de crecimiento se van abajo sin estabilidad política y eso es lo primero que aparece escrito en todas las Carteras de Inversiones que han publicado, están prometiendo estabilidad política a todas las empresas extranjeras que deciden invertir en Cuba, estabilidad, a como dé lugar, y eso es también lo que los empresarios, sean norteamericanos o europeos, exigen, por eso no cuestionan los métodos que el gobierno use para lograrla, por eso los derechos humanos han pasado a segundo plano, a nadie le conviene caldear el ambiente”.
Para este joven, lograr la estabilidad prometida depende del control extremo mediante el empleo de los métodos más sofisticados:
“En cada esquina de La Habana hay una cámara, incluso hay lugares donde son racimos de cámaras y detrás de ellas hay un solo ojo pendiente de todo. No son para controlar el tráfico o a las jineteras, habría que ser muy tonto para pensar eso. […] La máquina de tomar huellas en [las oficinas del] el carnet de identidad, las cámaras que escanean el rostro en los controles migratorios en los aeropuertos, todas las contraseñas que ingresamos en las wifi, los correos que mandamos por Nauta, los SMS, todos son tributados al mismo lugar, toda la información pasa a ser propiedad del Estado y hasta firmamos muy felices el contrato donde aceptamos que nos controlen cuando decidimos comprar un móvil o abrir una cuenta. Es decir, ya no hace falta que te portes mal para que te pongan en la mirilla, ahora todos somos sospechosos hasta tanto se pruebe lo contrario, pero en verdad no es nada nuevo para Cuba, así siempre ha funcionado el sistema, lo que ahora se está volviendo más sofisticado y por tanto más perverso por su aire de actualización y modernidad.”
“Estamos en la fase inicial no de una apertura sino de un cierre total y ellos saben cómo controlarlo. […] ¿Habrá pactos con el antiguo enemigo? Claro que los habrá, de hecho los hay con todo el que invierte dinero en Cuba basado en la estabilidad política prometida. No se puede hacer turismo bajo el fuego cruzado. Los turistas quieren oler el humo de los habanos, no el de la pólvora. […] En la televisión critican a los Estados Unidos por todo el escándalo que levantó esa ley que permite vigilar las llamadas y filtrar la información privada pero aquí se les cae la baba con la idea, están inspirados. Paradójicamente, fue el Imperio quien les encendió el bombillo”, agrega.
Estar “conectados”, asunto de los CDR
Hace apenas unos días, en el barrio donde vivo, asistí, invitado por un amigo que sabía de mi interés en el asunto, a una peculiar reunión de vecinos en un Comité de Defensa de la Revolución donde pude comprobar que ya las funciones de la organización, fundada en los años 60, parecen haber cambiado con respecto a unos 5 años atrás. Nadie estaba allí para hablar de guardia revolucionaria ni de vigilar al negociante de carne de res. El tema que los convocaba era el de qué iban a hacer para reparar la red alámbrica (medio oficial medio clandestina) que les permitía intercambiar información, juegos, aplicaciones y hasta el Paquete Semanal entre ellos y, además, cómo tener más cuidado con las fotos y documentos que se compartían porque una broma, más que un error, había causado un divorcio en el edificio. ¡Sorprendente! Al parecer es como me ha dicho este mismo amigo de la invitación: “Ya en Cuba no hacen falta los informantes, sino que la gente solo esté conectada a internet o que tenga un celular; así nosotros mismos nos convertimos en nuestros propios chivatos [informantes]”.