SANTIAGO DE CUBA, Cuba. – Sin dudas, uno de los atractivos más curiosos que posee Santiago de Cuba son las más de 15 000 motocicletas que a diario recorren las calles de la ciudad. Si bien algunas simplemente son de uso personal, la gran parte de estos constituyen un alivio a la transportación urbana, llegando, actualmente, a ser la única alternativa de transportación en la llamada Capital del Caribe, a raíz de la situación energética por la que atraviesa la isla.
Alejandra estudia medicina en la facultad número 2. Cada mañana, la joven espera un medio de transporte en una de las paradas de la Avenida Garzón. Sin embargo, la opción de una guagua o una camioneta particular ha quedado atrás en los últimos días.
En medio de una multitud en la que apenas se llegan a distinguir rostros, a Alejandra solo le queda como opción, para llegar a su centro de estudios, una moto.
“Todas las mañanas es lo mismo, llego a la parada a eso de las 7 de la mañana y no cabe nadie más. Ahora con el problema del combustible hay el doble de gente, y nada de guaguas ni de camionetas. Las pocas que hay, uno tiene que matarse para poder montarse. Hasta se fajan por coger un carro, por eso la única forma es una moto. Me tengo que separar de la cola, y casi meterme delante de una para poder pararla. Por lo menos es el único medio de transporte que hay”, confiesa la estudiante.
“Lo único malo es el costo de tener que coger la moto todos los días. Antes costaba 10 pesos, pero ahora cobran 20 y no es fácil para mí que soy estudiante y dependo de mis padres, tener ese gasto cinco días a la semana de ida y vuelta, pero no me queda más remedio, sino, nunca podré llegar a la escuela”, agregó.
Claudio, quien trabaja como cajero en una Tienda Recaudadora de Divisas en las inmediaciones del Parque Ferreiro, también es asiduo cliente de los motoristas. Cuenta que en los horarios de la mañana es tarea imposible coger una guagua en las paradas de la barriada de Altamira donde reside, y los pocos pisicorres, como son conocidos los boteros en la provincia, no dan abasto.
“Cada vez que voy para el trabajo es un estrés. No hay transporte y la cosa empeora cada día, la guagua que siempre cogía era la 36, pero ahora solo está viniendo a las 6 de la mañana y a las 6 de la tarde. Afortunadamente, aún hay motos, que es una ventaja que tenemos aquí en Santiago, y que últimamente se ha convertido en el único medio de transporte para mí, porque si no llego al trabajo en tiempo corro el riesgo de perderlo”, dijo.
Más adelante, el joven trabajador reveló que paga 30 pesos por la ruta Altamira-Ferreiro, un gasto desproporcionado en comparación con el salario promedio de un trabajador cubano, que apenas alcanza llegar a los 800 pesos (32 CUC) al mes.
“Antes los motoristas me cobraban 20 pesos por el tramo, pero ahora, con la crisis que hay, se guían por la ley de la oferta y demanda, por lo que han subido 10 pesos más a las rutas, y si es de noche hasta 20 pesos más por el tramo. Si sacamos cuentas, al mes eso equivale a más de la mitad de mi salario, y solo contando la ida. Así no hay quien trabaje. Además, hay andar apurado para que no te coja tarde, yo mismo me la paso viendo el reloj, porque sé que si salgo de la tienda pasadas las 5 de la tarde tengo que coger otra moto para la casa, porque a esa hora no hay transporte ni estatal, ni privado. Así está todo el mundo, inventando para poder salir del trabajo antes de la hora, y así llegar a la casa”, reprochó.
Para quienes manejan estos vehículos en la ciudad, la actual escasez de combustible y por ende el colapso de la transportación estatal ha generado para ellos una forma rápida de conseguir el sustento de sus hogares. Tampoco faltan quienes adquieren más de una moto, formando pequeñas flotillas y consiguiendo lucrativos resultados a largo plazo.
Es el caso de Margot, como prefirió ser llamada una emprendedora dueña de tres motocicletas, que desde algunos años alquila. La señora, que sobrepasa los 50 años de vida, encontró en el arrendamiento una buena forma para invertir el dinero obtenido por una misión médica.
“Cuando llegué de la misión, quería invertir el dinero que había ganado, y entre tantas opciones, encontré que alquilar una moto a 100 pesos diarios era un negociazo. Así que decidí comprar dos. Puse todo lo que tenía ahorrado, incluso, hasta lo que tenía de antes de la misión y las compré por valor de 5600 CUC cada una. Fue una entrada de dinero inmediata. Así, con el tiempo, logré comprar una tercera y ya tengo la flota completa. Quienes me manejan son personas serias y cuando se rompen las arreglan ellos mismos, solo tengo que hacer gastos de piezas y, aunque es complicado conseguirlas, sigue siendo un negocio rentable. Por lo menos me da el dinero para el diario”, confiesa Margot.
La santiaguera manifestó que “dos o tres veces ha tenido varios contratiempos con la policía y han querido joderme, pero las motos no están a mi nombre. Además, tienen que probar que se está haciendo negocios con ellas. Aquí en Santiago nadie paga patente por las motos, en realidad eso ni se usa, pero desde hace un tiempo pusieron una ley, que la policía podía multar a los motoristas si la policía cree que se está usando para negocios o a presunción como le llaman, pero eso es una estupidez, porque al final, para decir que hay algo ilegal, ellos tienen que cogernos con la mano en la masa, mientras, los clientes son amigos y familiares para ellos. Las veces que han parado a mis motoristas, afortunadamente, todo se ha resuelto con mojarle las manos (sobornar) a los policías, porque ellos también tienen necesidad”.
“La ciudad de las motos” no es más que otro epíteto que ha recibido Santiago de Cuba; ante la caravana de motos con innumerables diseños, colores y marcas, motoristas vestidos con camiseta, short, chancletas importadas y pañuelos que cubren sus rostros del sol. Poco se sabe sobre cuándo estos vehículos comenzaron a llenar las calles santiagueras, aunque existen referencias que indican que las motos fueron el medio de transporte más usado en el llamado Periodo Especial.
La transportación urbana en Santiago de Cuba tocó su punto más crítico meses atrás, cuando las regulaciones contra los transportistas privados provocaron un paro de los mismos. Ahora, el panorama se extiende y, aunque las limitantes gubernamentales han sido dejadas de lado, la situación del transporte no mejora en la Capital del Caribe. No obstante, muchos dan gracias a los motores que hoy son la forma de transportación más usada por los santiagueros.
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