LA HABANA, Cuba.- En Cuba, el secreto de estado y el voluntarismo político desde 1959 han garantizado hasta hoy la permanencia de un mismo gobierno. En 2017, la incertidumbre pesa sobre todos los aspectos de la vida de cada cubano y el futuro del país, disimulada en un ambiente de ferias, conferencias, música y baile. ¿Qué se comerá? ¿Habrá transporte? ¿Por qué llegó un enviado especial del presidente de Angola (dará petróleo, quizás)? ¿Qué fue a buscar Díaz-Canel a Bolivia durante cuatro días? ¿Quiénes nos gobernarán a partir del 24 de febrero de 2018? No hay derecho a saber y participar, pero sí la obligación de cargar con las consecuencias.
La ausencia pública del vicepresidente Marino Murillo lleva a suponer que cayó en desgracia. Quizás no sea así. Su destitución no se ha anunciado, por lo que las elucubraciones son muy diversas, fundamentalmente en el extranjero. Aunque la televisión cubana podría desvelar algunas incógnitas. Murillo habría participado en el Consejo de Ministros del 27 de abril de 2017, también habría asistidoa la tribuna del Primero de Mayo y por último habría hablado en el III Pleno del CC del PCC anunciado el 20 de mayo. En este último evento se aprobaron los documentos diferidos por el VII Congreso en abril de 2016: la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista; las Bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030: Visión de la Nación, Ejes y Sectores Estratégicos; así como nuevas modificaciones a los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución. Labores fundamentales de Murillo, que aún demandan mucho trabajo, probablemente infructuoso.
El conocido internacionalmente como “zar de la economía cubana” (como si en Cuba alguien pudiera ser zar), había ascendido desde la llegada de Raúl Castro a la presidencia. De 2006 a 2009 fue ministro de Comercio Interior, luego remplazó como ministro de Economía y Planificación y vicepresidente del Consejo de Ministros a José Luís Rodríguez, y se mantuvo hasta 2011, cuando fue sustituido por Adel Yzquierdo. Pasó a concentrarse en los Lineamientos para la Actualización del Modelo Económico y Social, como jefe de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo. En septiembre de 2014 retomó el ministerio. En la sesión de la Asamblea Nacional, el 8 de julio de 2016, anunció la profundización de la tensa situación económica, y el día 14 fue sustituido como ministro, por Ricardo Cabrisas, vicepresidente desde 2008. Murillo es miembro del Buro Político del PCC desde el VI Congreso en abril de 2011 y del Consejo de Estado.
Raúl Castro ha estado enrocando a los mismos hombres en la economía desde 2006, con excepción de su yerno, el General Rodríguez-Calleja, y otros militares con menor poder de decisión. Miguel Díaz-Canel ha ascendido sin dificultades por su concentración en la esfera ideológica y cultural, ajeno a la tozudez en la ruinosa economía y el entramado burocrático. El canciller Bruno Rodríguez continúa en ascenso, mientras Ricardo Cabrisas realiza con calma sus últimos servicios, porque a los 80 años de edad deberá retirarse en febrero de 2018, si el presidente cumple sus promesas de remplazo generacional.
Las elecciones, que deberían ser las más importantes desde 1959, tienen la credibilidad aportada por las designaciones. Todo estará cantado y los cubanos se enterarán de quienes serán sus dirigentes cuando se anuncie en la sesión final de la Asamblea Nacional el 24 de febrero de 2018. Quizás la nueva Ley Electoral y la Constitución maquillada arropen la farsa. El gran acontecimiento podría realizarse en el Capitolio Nacional, bellamente reparado, aunque aún sin terminar, como otro legado de Raúl Castro.
El ilusionismo en Cuba continuará hasta entonces, con acontecimientos como Primera Convención de Comercio Cuba; la IV Feria de Negocios para definir oportunidades, potencialidades y pactar servicios en el escenario nacional que garanticen los procesos productivos de 2018; la Asociación Cubana de Hombres de Negocios (ACHN) para empoderar la gestión no estatal; y el VII Seminario Internacional de Porcicultura. Todo esto cuando el comercio no tiene mercancías ni en divisas; los negocios dependen de la insuficiente liquidez del gobierno, que centraliza, determina y asigna los medios; los cuentapropistas son controlados inclusive mediante los sindicatos oficialistas; se sigue sin satisfacer las necesidades de una población que ha crecido sin comer carne de res ni el tradicional plato de puerco asado; y el carbón de marabú no se puede exportar por falta de contenedores.
Y sin embargo, se avanza. Ya se explica sobre el clítoris en la televisión y se desfila por Escuelas sin Transfobia ni Homofobia con congas callejeras, aunque luego Mariela Castro presuma en el extranjero de que habrá sorpresas en la promoción de dirigentes, sin relacionarlo con las decisiones del pueblo, y justifique la inexistencia de leyes sobre los derechos de la comunidad LGBTI. Los cubanos aspiramos a ejercer libremente nuestros derechos y deberes ciudadanos, y que se respete nuestra opinión, asociación, elección, trabajo y beneficios. Todo esto sin discriminación de ninguna clase.