CIUDAD JUÁREZ, México.- Un grupo de migrantes busca un lugar donde cobijarse. Son las 4 de la tarde. En el centro de Ciudad Juárez todos los hoteles están llenos: de cubanos. Es una escena que se repite desde hace cinco meses.
“Estamos desesperados”, dice Aramis Veláquez, de 28 años y embarazada de cuatro meses, tras recorrer varios alojamientos en una ciudad que absorbe con normalidad los once asesinatos de esta jornada.
Detrás del mostrador de un hotel, Araceli Maspons rechaza a posibles huéspedes.
Antes de que llegaran los isleños la ocupación de estos alojamientos decadentes era casi nula durante la semana, y el fin de semana alcanzaba el 20 por ciento. El local no tenía ni agua caliente cuando arribaron los primeros cubanos que repararon el servicio.
“!Es maravilloso (para el negocio)!”, exclama con una sonrisa fugaz en su rostro serio.
El Hotel del Río está a unos cinco minutos caminando de un seco Río Bravo/Grande. “De ahí su nombre”, destaca su propietaria. El río más temido en otras zonas de la frontera, se convierte en un riachuelo visto desde el Puente Internacional Paso del Norte-Santa Fe, por el que los migrantes cruzan a EE.UU.
Maspons vuelve a sonreír al recordar que en la habitación 19 se hospedaba en sus inicios musicales el Divo de Juárez, Juan Gabriel, junto a su amiga Meche.
Era el comienzo de la Guerra de Vietnam: más de 20 mil soldados estadounidenses, estacionados en una base militar situada al otro lado de la frontera, acudían a clubs nocturnos y cabarets de los que sólo queda el recuerdo.
El tiempo, también, de los divorcios exprés en Ciudad Juárez. Estrellas como Marilyn Monroe con el dramaturgo Arthur Miller viajaron hasta esta ciudad fronteriza con Estados Unidos para poner fin a su unión legal. En 1961 la ciudad mexicana fue considerada como la precursora de Las Vegas, por la “ley seca” implantada en territorio estadounidense a principios del siglo pasado. De aquello sólo quedan memorias y algunos edificios derruidos que cobijaron las 150 cantinas de El Paso (Texas), que “emigraron” a Juárez por la prohibición del alcohol en el país vecino.
Hasta estos hoteles, que alguna vez gozaron de esplendor, arriban todos los días algunas de las cien personas que llegan a la ciudad mexicana fronteriza para cruzar ordenadamente hacia El Paso, Texas y solicitar asilo político.
La espera para ser recibidos por los agentes estadounidenses de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) es actualmente de entre dos y cinco meses, según la fecha en la que se apuntaron. Si bien, esta puede cambiar. Todo depende de la cantidad de personas que pidan diariamente las autoridades estadounidenses, y los fallos de los migrantes que deciden realizar una entrada ilegal, sin ser conscientes de las consecuencias de esta última opción para su caso de asilo.
En el Centro de Atención Integral a Migrantes (CAIM), situado a un costado del puente fronterizo del centro, se registra a los migrantes en una lista no oficial para Estados Unidos, que solicita cada día una cantidad variable de personas.
Esta fue creada espontáneamente, en octubre, por un usuario tejano del puente. Intentaba poner un poco de orden entre los migrantes que esperaban cruzar al lado estadounidense del puente fronterizo y que se veían obligados incluso a pernoctar en él para no perder su puesto.
La lista pasó en noviembre a la Casa del Migrante, y desde marzo la lleva el gobierno estatal en el CAIM, que la ha convertido en un registro detallado en el que se otorga un número para cruzar ordenadamente. Este se realiza de 9 de la mañana a 5 de la tarde, y los sábados desde las 9 y hasta las 3 de la tarde. El domingo, está cerrado.
La actualización del último número que ha pasado a Estados Unidos se apunta, en la mañana y en la tarde, en un tablero situado en el exterior de las oficinas del CAIM. Esta información se puede consultar en la página de Facebook “Solicitantes de Asilo”, creada recientemente por las autoridades mexicanas, con el objetivo de que los migrantes no tengan que acudir en persona para saber cuándo puede tocarles su turno para cruzar.
Ahora a los migrantes se les realiza un cuestionario breve. Se les pregunta, por ejemplo, si tienen familiares en Estados Unidos (para saber si los pueden apoyar económicamente mientras esperan su turno en México, o necesitan un refugio) y les toman una foto.
A algunos de ellos, que llegan con niños, se les ofrece hospedaje gratuito en los catorce albergues temporales que se han habilitado, en su mayoría, en templos cristianos e iglesias católicas donde se acogen a unas mil personas. Otras 300 en la Casa del Migrante, y el resto, de los más de 6 mil 700 migrantes que esperan actualmente su turno para cruzar, se hospedan en hoteles o en casas que rentan.
Atrás quedó el refugio con mayor capacidad, instalado temporalmente por el gobierno estatal en el gimnasio del Colegio de Bachilleres: llegó a cobijar por dos meses a más de 600 migrantes de varios países, hasta que se devolvió al centro educativo para que continuara con sus actividades. Por ahora, no hay planes ni fondos económicos para abrir ningún otro albergue estatal para migrantes.
A la mayoría de los isleños que se registran en el CAIM ̶ el 80 por ciento del total de los migrantes son de Cuba ̶ , se les muestra cinco folios con los datos de casi un centenar de hoteles situados en varias zonas de la ciudad.
“Los elegimos por ser más económicos, no recibimos comisión”, asegura Enrique Valenzuela, el director del Consejo Estatal de Población y Atención a Migrantes (Coespo), que supervisa el registro.
Los precios de los hoteles del centro han triplicado su costo por persona o habitación. Muchos se van adaptando a las necesidades de los migrantes que buscan un hospedaje por varias semanas o meses. Si bien no hay una estadística oficial de este incremento, tampoco lo hay de la contribución de los migrantes de Cuba a la economía, pues ninguno de los alojamientos de la zona centro pertenecen a la Asociación de Hoteles y Moteles de Ciudad Juárez.
Los migrantes isleños han elegido Ciudad Juárez como el lugar principal de cruce hacia Estados Unidos. Unos, porque geográficamente es el punto más cercano y económico para viajar desde la Ciudad de Mexico ̶ situada a 24 horas en autobús o unas tres horas en avión ̶ . Otros, por el registro ordenado para cruzar. Algunos la consideran más amigable y segura que otras localidades mexicanas de la frontera, a pesar de ser la quinta ciudad más peligrosa del mundo.
Entre el mes de octubre del pasado año y abril de este 2019, un total de 4 mil 737 cubanos ingresaron a Estados Unidos por los cruces de Ciudad Juárez a El Paso, Texas. Esta cifra supera a los 384 que lo hicieron en los doces meses previos, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
En toda la frontera ya son más de 10 mil 910 los cubanos que han ingresado en los últimos seis meses. Mientras que, en el último año, fueron 7 mil 19 los cubanos que lo hicieron.
La pintura blanca de los edificios con la que se intentó cambiar la imagen de la Avenida Juárez ̶ situada en una zona donde la realidad es de niñas y jóvenes pobres que siguen desapareciendo como desde hace 26 años ̶ camufla lo que hay en el interior de algunos de los hoteles.
Una decena de migrantes cubanos entrevistados, que se hospedan en cinco hoteles diferentes del centro, aseguran que en estos alojamientos hay cucarachas, humedad, agujeros en las paredes, e incluso han observado que se ejerce la prostitución y se venden drogas. En las noches, muchos isleños temen por su seguridad. Algunos, que prefieren omitir su nombre por temor a ser desalojados y no saber adónde ir, han comprado cuchillos por si necesitan defenderse.
Otros muchos se quedan en casas de huéspedes o rentan viviendas que han encontrado en internet, o a través de taxistas que les recomiendan lugares a cambio, muchas veces, de recibir una comisión de los propietarios, sin importarles llevarlos a viviendas abandonadas en algunas de las áreas más violentas de la ciudad.
“Encontramos una casa de un cuarto. En la sala ponemos los colchones, en la cocina y en el cuarto”, dice Esperanza Álvarez, nacida hace 32 años en Villa Clara y mamá de dos niños, que se aloja con otros ocho cubanos. En un asalto durante la travesía perdió su pasaporte, celular y los últimos 300 dólares que le quedaban.
Por la casa ̶ que en esa zona, si no fuera por la demanda de los migrantes cubanos, una renta no superaría los 150 dólares al mes- pagan mil dólares.
En una vivienda cercana a la que se hospedan, en la colonia Riberas del Bravo, tres jóvenes migrantes hondureños que esperaban cruzar a Estados Unidos fueron asesinados hace dos semanas.
“Se escuchan muchos tiros”, afirma.
A Esperanza le quedan unos dos meses más para llegar a Austin.