CIUDAD JUÁREZ, México. – Poco a poco dejan el miedo, ese miedo que llevan impregnado como su Cuba. Toman lo único que les queda: un celular, para pedir ayuda a los influyentes congresistas estadounidenses de origen cubano.
Otros carecen hasta de teléfonos: les han asaltado. Es la cotidianidad de la mayoría de los 7 mil cubanos que esperan su turno en Ciudad Juárez para pasar ordenadamente a Estados Unidos y solicitar el asilo político en El Paso, Texas. Sobreviven a su atroz película de terror en silencio por temor a denunciar a los delincuentes, que también son las mismas fuerzas de seguridad corruptas de Juárez que les extorsionan, secuestran, roban o violan, según ha podido constatar CubaNet.
Los isleños, que son el 90 % de las personas que cruzan legalmente por una de las ciudades más peligrosas del mundo, se han convertido en el mejor botín de toda la gama de migrantes.
Casi todos son blancos o altos, tienen familiares en EE. UU, lo que equivale en México a tener dinero. Y se sabe que son los más vulnerables de los migrantes hispanohablantes, ya que nunca un cubano al que se le violenten sus derechos acudirá al Consulado de Cuba, que le reprimirá por haber huido. Los migrantes isleños ya son el gran botín en Ciudad Juárez, en México. Y el crimen organizado, infiltrado en todas las esferas de la vida, lo sabe.
Al jardín del Centro de Atención Integral para los Migrantes (CAIM), del gobierno estatal de Chihuahua, llegan decenas de cubanos. En estas instalaciones de oficinas, los que aspiran a solicitar el asilo se registran para obtener un número para pasar ordenadamente a EE. UU. Lo que hay ahora son celulares bajo la sombra de escasos árboles en el sol aplastante del desierto en el verano.
Todos marcan dos números en Washington DC: el del congresista Mario Díaz-Balart y el del senador Marco Rubio, los dos cubanoamericanos y republicanos, del mismo partido que el presidente Donald Trump.
Desde que el MPP se extendió a los cubanos, hace poco más de una semana, el jueves 13 de junio, los migrantes isleños han pasado de la incredulidad a la acción.
Tienen un mismo objetivo: ser escuchados por los políticos que algún día fueron elegidos por sus familiares y amigos en Estados Unidos. Necesitan su apoyo para suprimir la inclusión de los cubanos en el protocolo de MPP de retorno a México de los solicitantes de asilo político en Estados Unidos, un programa acordado entre los presidentes de EE. UU y México.
Yoni Jaime Ruíz Carballosa habla pausadamente. Es opositor al régimen -del Partido Republicano de Cuba (PRC)-, periodista y experto en computación. No sabe si está dejando su petición con una recepcionista o con una asistente de los políticos cubanoamericanos. Pero este hombre culto y exquisito en sus modales emplea toda su paciencia para explicar esta situación compleja y sorpresiva para los migrantes cubanos. Ellas le prometen pasarle su mensaje.
Al mismo tiempo, otros isleños hacen lo mismo desde sus hoteles y cuartos de renta en Ciudad Juárez. Avisan a sus familiares en Estados Unidos para que también llamen a sus congresistas.
“El MPP es el fin de la Ley del Ajuste Cubano”, afirma Ruíz Carballosa, de 34 años de edad y padre de una niña.
“El congresista Díaz-Balart y el senador Marco Rubio representan a la comunidad cubanoamericana, que los puso ahí. Son importantes en Estados Unidos por la influencia que tienen”, dice el también cofundador del extinto periódico independiente Candonga y director de la Red Libertad, un sistema informático que burla la censura en Internet.
Todo comenzó cuando Carballosa, junto con otros cubanos que también temen por seguridad en México, convocó al primer “telefonazo”, que se intensificará la próxima semana hasta que se excluya del MPP a los cubanos.

Este protocolo controversial, sobre el que ya pesa una demanda legal en proceso, comenzó a principios del año con el objetivo de detener la migración procedente tres países centroamericanos. El MPP estaba centrado en parar la migración ilegal de las caravanas de migrantes originarios de Guatemala, Honduras y El Salvador.
Se implantó sucesivamente en Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez y próximamente lo hará también en San Luis del Río Colorado, hasta que entre en vigor en todos los puertos fronterizos de la frontera de México con EE. UU, según confirmó el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS, por sus siglas en inglés).
A pesar de las llamadas de los migrantes, el congresista Mario Díaz-Balart parece desconocer esta nueva medida que se amplía a los cubanos. Laura D. Hernández, su jefa de prensa, fue contactada en repetidas veces durante una semana.
La representante ante los medios del político cubanoamericano solicitó documentos a CubaNet que comprueben el retorno a México de solicitantes cubanos de asilo político.
Se le envió informes oficiales del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de Estados Unidos con la exclusiva y seguimiento periodístico de este medio independiente especializado en la cobertura de asuntos cubanos.
La portavoz no accedió a conversar para concretar una reacción del congresista Díaz-Balart sobre este asunto vital para la comunidad cubana de dentro y fuera de la isla.
Por correo electrónico respondió: “no podemos comentar sobre este tema, ya que no ha habido ningún comunicado oficial que explique que los cubanos fueron incluidos (en el MPP)”.
Ante la insistencia de CubaNet, este viernes informó que “su oficina había contactado esta mañana con DHS” y que el congresista dará una respuesta en cuanto tuvieran información.
El senador Marco Rubio destaca en su página oficial su sueño americano. Con sus progenitores que “llegaron de Cuba en 1956 y trabajaron en empleos humildes, su padre como camarero de bar y su madre como sirvienta, cajera y dependienta”.
Con Rubio no se pudo obtener ningún tipo de reacción. Ni de Laura Ortiz, su encargada de prensa, ni de su ayudante Justine Sanders, que no respondieron a ninguna de las llamadas ni correos electrónicos.
“El presidente Trump y sus asesores deben de estar evaluando las consecuencias de sus medidas. Los cubanos de las primeras olas migratorias apuestan por Trump y los más jóvenes simpatizan menos con la política actual”, afirma Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida (FIU) en Miami.
La clave está en “cómo asegurar el voto cubano americano conservador mientras no ser pierde el apoyo de este otro sector. Hay un potencial electoral importante entre la comunidad cubano americana, sobre todo que llegaron hace décadas y en sus hijos”.
Por lo pronto, miles de cubanos varados en Ciudad Juárez temen a que nunca más puedan tener la oportunidad de resolver su caso por la Ley del Ajuste Cubano, al año y un día de permanecer en territorio estadounidense. Pisaron EE. UU para solicitar el asilo político, pero tras permanecer recluidos, fueron retornados a Juárez.
“Estamos viviendo la peor de las pesadillas”, asegura la enfermera Maricel Garza, de 56 años, tras ser retornada de EE. UU a México para esperar su proceso de asilo político.
“Nos robaron todo, dinero, el pasaporte, documentos, ropa, todo. No podemos permanecer en Juárez, en México por seis meses esperando la primera cita de la Corte. Nos matan”.
Sus ocho familiares y amigos que la acompañan asienten sus palabras. Pero esa es otra historia. De más terror.
