CIUDAD JUÁREZ, México.- Sollozos. Diecisiete hombres y mujeres cubanas llorando de miedo y de agradecimiento por el joven mexicano que está ahí, delante de ellos. Les digo que, por favor, no lloren cuando estoy grabando, que el sonido será pésimo. Pero lo que están escuchando es algo que no sabían. Hasta ahora. No se resisten: lloran y lloran.
La persona que estoy entrevistando es el recepcionista del hotel en el que se hospedan desde hace varios meses, unos, cuatro meses, otros, seis, mientras esperan que su número llegue para cruzar ordenadamente hacia Estados Unidos y solicitar el asilo político.
Algunos ya cruzaron, pero los retornaron a México para esperar su proceso de asilo político en Juárez, una de las ciudades más peligrosas del mundo, y cruzan sólo uno de los puentes fronterizos hacia El Paso, Texas, para su cita con la Corte. Es el controversial programa de retorno a México del MPP, acordado por los presidentes de EE.UU. y de México, e ideado inicialmente para contener la migración centroamericana, y que desde hace unos meses incluye también a los cubanos. Algunos, ya tuvieron su primera cita en la Corte y los volvieron a retornar.
Todos ellos acompañan al recepcionista. Unos han llegado de sus trabajos en la construcción, bajo el sol de este desierto de Ciudad Juárez que aplasta todo. Otros, se preparan para pasar una larga noche como guardias de seguridad, uno de los trabajos más peligrosos en esta ciudad fronteriza mexicana con Estados Unidos.
Estos cubanos son víctimas de la tortura en la que se convirtió el asalto de un hotel en Ciudad Juárez por parte de policías estatales encapuchados. Peor que los más de 2 mil dólares que se llevaron fue el pánico que sintieron y todavía sienten.
Los seis policías encapuchados, de las unidades 049 y 012, les amenazaron de muerte, con hacerlos desaparecer o deportarlos a Cuba sino les daban el dinero que tenían. Las mujeres temieron en ser violadas. El brutal robo se quedó grabado en las cámaras de seguridad del hotel, las cuales los policías asaltantes pensaron que habían podido apagar.
Todo comenzó de esta manera:
Siete y media de la mañana. Domingo 25 de agosto. Es el descanso semanal de muchos de los migrantes. Están dormidos:
“Vienen unos policías estatales encapuchados entrando al estacionamiento del hotel. Yo me les acerco de buena forma y los quiero saludar. No me saludaron y llegaron diciéndome que yo tenía migrantes, que estaban ilegalmente en Ciudad Juárez, y que eso para mí es un delito, que a mí me pudieran acusar hasta de trata de personas, porque son inmigrantes y yo les estoy dando un hospedaje para que ellos se puedan esconder de las autoridades mexicanas, y que yo estaba estropeando su trabajo. Me dijeron que tenía que colaborar con ellos”, recuerda el recepcionista.
Él se niega. Les pide una orden de cateo. Les dice que los migrantes cubanos están ya en proceso o se encuentran en una lista de cruce hacia Estados Unidos que les protege de ser detenidos.
“Me pasaron a la parte de atrás de la recepción donde no hay cámaras, y ahí sí tengo los cuartos de las personas que tengo hospedados. Me comenzaron a preguntar por los cuartos de los cubanos. Uno de los policías me desconectó el internet, los teléfonos, me quiso apagar las cámaras, no pudo. Me dijo una policía: “si no colaboras con nosotros a ti te iba a ir mal. Meto a otro policía y te vamos a golpear”.
“Me quitó el celular, vio las fotos de mis hijos, de mi esposa…(llora). Es un miedo. es un miedo el vivir así, el levantarse, venir a trabajar y en vez de cuidarse de los malos, estarse cuidando de las propias autoridades”.
“Me empiezan a decir que fueron cuatro personas que hallaron sin documentación y que me iban a llevar por tráfico de personas, por pollero. Yo les dije la verdad, que me dieran una oportunidad de hablar a mi patrón, no me dejaron. Fue un trauma. Una oficial muy prepotente me estaba diciendo que no, que no tenía nada que hacer, que las cosas estaban hechas, pero que, si quería llegar a un arreglo con ellos, llegara”.
Le robaron la cartera y los casi mil dólares de la caja del hotel.
– ¿Y todo por proteger a sus clientes?, le pregunto.
-No son clientes, ya el tiempo que llevan con nosotros los cubanos son unos amigos, unas personas que me han brindado su vida. Yo tengo trabajando aquí cuatro años y nunca había sufrido eso. Tengo conmigo aquí unas personas que me han brindado un apoyo, han hablado conmigo, conocen a mi familia.
Él llora. Todos los migrantes cubanos lloran con él.
A Francisco, que prefiere mantener su nombre en el anonimato, los policías le robaron todo el dinero que tenía destinado para pagar un abogado. Primero le pidieron 6 mil pesos mexicanos (300 dólares) para no matarlo ni deportarlo. Al ver que tenía 800 dólares, le robaron todo.
“No era problema migratorio, sino policías malandros, como dicen en México. Ahora no tengo ni para pagar la renta, ni para comer”, afirma Yosvani Santiesteban, al que robaron 2 mil pesos mexicanos (unos 100 dólares).
El jefe de los policías estatales es el Comisionado Estatal de Seguridad Oscar Alberto Aparicio Avendaño. Dice que condena esta actuación de sus elementos y promete que habrá un castigo ejemplar.
“Cuando vi hoy las imágenes de los vídeos y de los migrantes me quedé desconcertado. Este hecho no va a quedar impune, no lo vamos a tolerar. Vamos a dar un castigo ejemplar a esos pseudopolicías”, aseguró a CubaNet el Comisionado Aparicio.
Los seis policías estatales, ¿están detenidos?, le pregunto.
– No están trabajando en la calle, los tenemos en las oficinas. Los tenemos monitoreados con compañeros de inteligencia. Legalmente no los podemos detener hasta que el juez libere la orden de aprehensión.
En entrevista con CubaNet, el diputado Gustavo de la Rosa Hickerson, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso del Estado de Chihuahua, aseguró que si los migrantes lo solicitan intervendrá en el caso ante la Secretaria de Gobernación de México.
“Los hechos que denuncian los cubanos migrantes y el recepcionista mexicano son hechos que constituyen un delito, no una falta administrativa. Es un delito muy grande, por eso la autoridad los debería de haber detenido de inmediato y debía haberlos puesto a disposición del Ministerio Público”, afirmó el también reconocido abogado derecho humanista.
En las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del hotel se observa a los policías estatales pidiendo documentos migratorios, como si se tratara de una redada, algo que también es ilegal.
“Los únicos que tienen competencia legal para pedir documentos migratorios son los agentes el Instituto Nacional de Migración, y la Guardia Nacional cuando va acompañada de los agentes”, aseguró Néstor Armendáriz, el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Esta Comisión considera que esta actuación de los policías estatales es “totalmente reprochable en el marco legal, actuaremos inmediatamente”.
Nadie sabe aun cuando un juez emitirá la orden de aprehensión contra los seis policías estatales extorsionadores de migrantes cubanos. El Comisionado Aparicio asegura que ya las pidió. Mientras tanto, los isleños sufren ataques de pánico en la última frontera hacia su sueño americano, que se está convirtiendo en la peor de las pesadillas mexicanas.
“Nosotros salimos huyendo de represiones, y nuevamente somos blanco de corrupción en este país, aun no entiendo por qué el MPP, por qué las autoridades americanas no nos comprenden que tenemos miedo de estar en México. Realmente no estamos protegidos en este país, tengo mucho miedo”, dice una migrante cubana entre sollozos.
Estuvo detenida veinticinco días en una carpa de las autoridades migratorias estadounidenses. Ella espera su segunda Corte de asilo en El Paso, Texas, entre el terror: ahora hasta cuando está dormida en un hotel.
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