CIUDAD JUÁREZ, México.- Tuvo que cruzar cuatro veces ilegalmente para comenzar a cambiar su sueño, como muchos otros cubanos. Cuando hay noches que se derrumba recuerda la luz de su pequeño Ryan, del que se despidió en Villa Clara, Cuba, a los cinco meses de nacer: antes de que pudiera llamarlo papá.
Piensa cómo, y de qué manera darle un futuro en Estados Unidos: ese país de rascacielos que divisa tras el muro, y que nunca había visto tan cerca, aunque cada día resulta más inalcanzable. Está en la última frontera de su sueño, en Ciudad Juárez.
Cuando llegó a esta ciudad mexicana, fronteriza con Estados Unidos, Daniel Armas se registró en una lista para cruzar ordenadamente. Mientras esperaba, entró en vigor el controversial protocolo de retorno a México o MPP, por el que los solicitantes hispanohablantes de asilo político en Estados Unidos son devueltos a México a esperar su proceso.
Este nuevo acuerdo entre los presidentes de Estados Unidos y México invalida, en la práctica, la ley del ajuste cubano, que permite a los isleños solicitar la tarjeta de residencia al año y un día de permanecer en Estados Unidos.
El padre de Ryan tuvo su primera cita en Corte en El Paso, Texas. Le pareció todo “una falsedad, es una Corte en grupo, sin dejar que uno hable, no le veo objetivo a eso”.
Después supo que en El Paso se deniega el 98% de los casos de asilo político, en comparación con Nueva York o San Francisco, donde no se concede el asilo a un 23 por ciento de los solicitantes, según datos oficiales.
Su vida se centró en cómo superar ese muro que ve todos los días. Comenzó a buscar la manera. Cruzó ilegalmente, una y otra vez, y otra más, más otra. Sus sueños siempre fueron más fuertes que la realidad que se topaba.
Sintió que debía cambiar de estrategia. Lo de pasar ilegal era una cuestión de suerte. Algunos migrantes consiguen esquivar a los agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense, pero muchos deben pagar cantidades de dinero que solicitan prestado. La mayoría no consigue ahora el objetivo final. Sin embargo, cruzar sin coyote por algunas zonas de la frontera puede ser aún más peligroso. Ellos controlan las zonas y la industria, también del narcotráfico y del crimen organizado.
“Estamos arriesgando la vida, como última opción”, afirma a CubaNet Armas, de 30 años
Hace unos días que comenzó a cambiar del sueño estadounidense al mexicano. Todo, menos acabar deportado a Cuba, como está ocurriendo con la mayoría que se presenta a su tercera Corte.
“Intentaré hacer aquí los papeles. Los cubanos estamos pasando mucho trabajo”.
Para algunos esa opción es un aplazamiento del sueño que los lleva hacia Estados Unidos. Ser mexicano permite viajar a muchos más países que siendo cubano. Incluso, el casarse con una ciudadana estadounidense y comenzar con la residencia tomaría unos meses, a diferencia de los varios años cuando se es sólo cubano. Una persona latinoamericana puede solicitar la ciudadanía mexicana a los dos años de ser residente temporal.
Para otros, México es un país que les brinda la posibilidad de crecer.
“Es mejor algo que nada”, razona Leo Durán, enfermero cubano que trabaja en un puesto de comidas, y su esposa, maestra de secundaria, en un bar.
“Salimos el 28 de noviembre de Cuba, salimos por Guayana y cruzamos por todos los países hasta llegar aquí. Me apunté para esperar mi turno y una semana antes de entrar pusieron el MPP y nos regresaron”, subrayan ambos, padres de una niña de 6 años que permanece en La Habana.
Muchos otros cubanos, como Reynel Ochoa, han encontrado el amor en la agonía de la espera. Él, en una emprendedora mexicana.
“No vale la pena estar ilegal en Estados Unidos. Lo que voy a hacer es tramitar mis papeles en México, no tenemos otra opción”, afirma Ochoa, de 28 años y mecánico de armamento en las Fuerzas Armadas de Cuba, que en México ha sido asaltado varias veces por policías federales.
“Me siento frustrado, no he cumplido mi sueño e invertí unos 6 mil dólares. Yo venía para acá bien alegre y ahorita la autoestima se te va bajando. Se le rompen las ilusiones a cualquiera. Una cosa es tener fe, y otra la realidad de lo que se está viviendo”, afirma Reynel, que ya intentó pasar ilegalmente, y cuyos padres y hermano son ciudadanos estadounidenses.
El reto ahora es ver cuál es la mejor manera para regularizar la situación migratoria en México. Una de las opciones más viables para muchos es por una oferta de contrato de trabajo de un negocio registrado en el Instituto Nacional de Empleo. Esta oportunidad, que es la que más cubanos cumplen con los requisitos, se puede realizar si se posee una forma múltiple de entrada a México, como la que se otorga al ser retornado por el MPP o al llegar como turista.
Otras de las posibilidades son: pidiendo refugio (que no permite el regreso al país de origen del que se huyó), por matrimonio con una persona residente o de nacionalidad mexicana, o solicitando una Visa Humanitaria por un año si se es víctima o testigo de un crimen en México.
Enrique Valenzuela, la máxima autoridad del gobierno del estado de Chihuahua en atención a los migrantes, considera que cada vez son más los cubanos que deciden quedarse en México antes de continuar su proceso de asilo de Estados Unidos y quizá ser deportados.
“Muchos ni quieren pasar a Estados Unidos cuando les toca su número, porque saben que les significa un riesgo importante, y nos preguntan cómo obtener el refugio, el asilo en México”, afirma Valenzuela, director del Consejo Estatal de Población y Atención a Migrantes (Coespo).
El refugio, como todas las opciones migratorias, se tramita desde el Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez. Ante la espera del aumento de solicitudes, Valenzuela ha solicitado que se instale próximamente en Ciudad Juárez una oficina de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), como ya está en otras ciudades mexicanas.
Esta iniciativa, según el funcionario, fue bien recibida incluso por la oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que pudiera apoyar con brigadas y una oficina.
Cuando la noche llega, los migrantes se lanzan a cruzar hacia Estados Unidos. Hay zonas más peligrosas que otras. Más caras que otras. Las hay controladas por un Cártel de las drogas, o por otro. En el lado estadounidense están las cámaras de vigilancia, las luces, los vehículos de la Patrulla Fronteriza. Y los sueños.
A correr o a México.
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