[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=8-nz5KscC3Q[/youtube]
GUANTÁNAMO, Cuba.- Este sábado 28 de octubre, durante su discurso en el IV Encuentro de Cubanos Residentes en los Estados Unidos, el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, anunció que a partir del 1 de enero del 2018 comenzarán a aplicarse cuatro nuevas medidas migratorias. Dichas medidas son:
- Eliminar la “habilitación” del pasaporte para los viajes a Cuba de los emigrados cubanos.
- Autorizar la entrada y salida a Cuba de ciudadanos cubanos residentes en el exterior en embarcaciones de recreo, a través de las Marinas Turísticas Internacionales Hemingway y Gaviota-Varadero. Una vez que estén creadas las condiciones, la entrada se ampliaría progresivamente a otras marinas.
- Permitir la entrada a Cuba de los ciudadanos cubanos que salieron ilegalmente del país, excepto aquellos que lo hicieron a través de la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo.
- Eliminar el requisito de avecindamiento para que las personas nacidas en el extranjero e hijas de cubanos residentes en el exterior, puedan obtener la ciudadanía cubana y su documento de identidad.
El anuncio de la aplicación de estas nuevas medidas ha ido acompañado de la acostumbrada retórica contra la administración norteamericana, a la que los medios oficialistas cubanos califican como la responsable de los problemas que actualmente confrontan los cubanos residentes en los EE.UU. para poder visitar su país de origen, luego de las medidas adoptadas por el gobierno de Donald Trump como consecuencia de los ataques sónicos que algunos diplomáticos de ese país y varios canadienses aseguran haber sufrido en La Habana.
¿Es el gobierno cubano el buenazo de la película?
Las limitaciones que hasta ahora hemos sufrido para entrar y salir libremente de nuestro país son propias de gobiernos antidemocráticos y violan lo establecido en el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que establece claramente que toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado, así como a salir de cualquier país, incluso del propio, y regresar a él.
La primera de las medidas significa eliminar lo que hasta hoy es un acto discriminatorio. El hecho de que los cubanos residentes en el extranjero tengan que pedir permiso a su gobierno para entrar a su propio país es una aberración jurídica. Añádase que la habilitación del pasaporte, o la obtención de uno en el extranjero, tiene un costo excesivamente alto comparado con el que aplican muchísimos países. En el caso de los cubanos residentes en EE.UU tienen que pagar alrededor de $400.00 USD por obtenerlo y una cifra considerable por las prórrogas bianuales. Para un cubano residente aquí, el costo de la obtención del pasaporte es de $100.00 CUC, unos $2500.00 pesos corrientes, una cifra que sobrepasa 3.94 veces el salario promedio de Guantánamo, que es de $633.00 CUP.
Recuerdo que el gobierno exige que el pasaporte sea pagado en divisas por los residentes aquí, pero no paga los salarios en dicha moneda. La prórroga del pasaporte vale $20.00 CUC, unos $500.00 pesos corrientes, el 78.98% del salario promedio mensual de Guantánamo. Con esos costos y los impuestos que aplica la Aduana no hay que ser muy inteligente para imaginar que los beneficios que recibe el castrismo por esta vía son sumamente altos.
La segunda medida permitirá a los cubanos residentes en el exterior arribar a Cuba mediante embarcaciones de recreo. Habrá que esperar por la publicación de las normas para conocer si las tarifas que les aplicarán serán las mismas aplicadas a los extranjeros. Los cubanos que vivimos aquí seguiremos teniendo prohibido pisar siquiera esas embarcaciones, mucho menos dar en ellas un paseo nuestras bahías o litorales. Esta medida por sí misma basta para demostrar el trato discriminatorio que aplica el castrismo según sus intereses.
La tercera medida ha sido una de las que más descontento ha suscitado entre la población y consiste en permitir la entrada al país de los ciudadanos que salieron ilegalmente, excepto a aquellos que lo hicieron a través de la Base Naval de Guantánamo. Requerirá algunas aclaraciones pues desde hace mucho tiempo quienes salieron ilegalmente el país, incluso por la Base Naval, visitan Cuba. Se infiere que a estos casos se les continuará aplicando la prohibición de entrar al país durante 8 años, alegándose como justificación que pusieron en riesgo la seguridad nacional.
En cuanto a los médicos, deportistas, diplomáticos u otras personas, la justificación que esgrime el gobierno para no dejarlos entrar al país por un lapso de ocho años es que abandonaron misiones de trabajo en el exterior y salieron legalmente de Cuba, un razonamiento cínico que pretende ocultar la crueldad de una medida que mantiene separada a gran parte de la familia cubana y que realmente constituye un castigo político.
En cuanto a la última medida, consistente en reconocer la ciudadanía cubana a los hijos de cubanos residentes en el exterior, nacidos allá y que así lo deseen, lo único que hará el castrismo es acabar de eliminar el avecindamiento como requisito esencial para obtener la ciudadanía, una medida absurda en pleno siglo XXI. Hacerlo sería, además, cumplir con lo establecido en el artículo 29, inciso c, de la Constitución de la República.
A pesar de los beneficios que provocarán tales medidas la reacción de la población dista mucho de ser complaciente. Incluso en sitios digitales tan dóciles al castrismo como Cubadebate, la inmensa mayoría de los foristas se ha pronunciado muy críticamente contra la discriminación que llevan implícita y los costos de las operaciones consulares.
Ni hablar del caso de aquellos cubanos que por ser considerados enemigos políticos del régimen sufren todo tipo de abusos y discriminaciones en las oficinas de trámites de inmigración y en la Aduana General de la República.
Las medidas son buenas porque eliminan algunas injusticias, pero en modo alguno el castrismo es el buenazo de esta película que ya tiene 58 años de metraje.