
CIUDAD JUÁREZ, México.- La misión de la doctora cubana Martha Lina Rodríguez Pérez no tiene que ver con su vida, sino con la de los demás. En su mundo -que desconocen las personas que atiende- no sabe aún cómo pagará la renta del próximo mes. Tampoco qué comerán su esposo, hija, nieta y yerno. La obligada cuarentena por el coronavirus los dejó sin empleos en su última frontera hacia el “sueño americano”.
También desconoce si el nuevo coronavirus haya llegado al centro de detención en Texas donde su hija Liset Pérez se encuentra desde que pidió asilo político a Estados Unidos hace cuatro meses, y en donde perdió el hijo que esperaba.
Lo único que sabe Rodríguez Pérez es que debe encontrarse con las personas a las que otros temen, y que ella tiene la convicción de ayudar. La doctora es una de las profesionales cubanas de la salud que ofrece sus servicios gratuitos tras el rechazo de la ciudad de Reynosa al ofrecimiento de varios médicos cubanos (aún cuando el presidente de México ha negociado la contratación de galenos del régimen de la Isla durante la pandemia de coronavirus).
Para ir a una de las colonias más pobres de Reynosa (México) ―la violenta ciudad fronteriza a donde fue retornada por el MPP para esperar su proceso de asilo político en Estados Unidos― la doctora Rodríguez se enfunda con lo poco que tiene para protegerse.
Se arriesga a salir de la humilde vivienda donde vive por ayudar: sin remuneración económica alguna. Lo hace con otros doctores y enfermeros migrantes cubanos que viven su mismo mundo: José Adriel Ávila, Odaima Cordero, Yusleydis Salgado, Anna García, Carmen Pastora Escobar, Reinaldo Rodríguez Iglesias y Katisleidy Hernández.
Todos comenzaron a liderar un plan de lucha contra el coronavirus cuando las autoridades de Reynosa no aceptaron su ayuda hace tres semanas. Cada día se suman más profesionales de la salud que van conociendo esta iniciativa.
Se centran en detectar posibles casos del nuevo coronavirus e intentan que este virus no se propague entre los mexicanos y solicitantes de asilo como ellos, que no tienen 25 000 pesos (unos 1 200 dólares) para hacerse el test de la enfermedad.
La vocación de la doctora Martha Lina Rodríguez se fortaleció cuando huyó del régimen cubano y se convirtió en una migrante vulnerable e invisible, que ha tenido que aceptar todo tipo de empleos muy alejados de la medicina, el campo en el que se formó.
“Yo soy anticomunista cien por ciento”, dice en entrevista telefónica a CubaNet la especialista en ginecología y obstetricia nacida en Velasco, Holguín, hace 55 años. Ella sufrió persecuciones, arrestos y golpizas por su activismo en el Movimiento Pro Derechos Humanos Viva Cuba Libre, además de la expulsión del sistema de Salud Pública de la Isla.
En el lado mexicano de la frontera, como en el estadounidense, son frecuentes las protestas del personal de salud que incluso ha renunciado a atender a los enfermos mientras no reciban material de protección por la peligrosidad de la pandemia, causante de la muerte de al menos 75 000 hasta el momento.
“El miedo siempre existe y tomaremos las medidas de seguridad. El contagio en los médicos es grave. Pero somos seres humanos y en este momento lo único que importa es la vida de esos seres humanos”, afirma Rodríguez Pérez.
El artista y organizador comunitario Yoandrys Bolaño Vazguez ―un solicitante de asilo en MPP varado desde hace casi un año en la última frontera de su travesía― asegura que la idea de reunir al personal de salud cubano para ayudar a la población de Reynosa surgió de su frustración e ilusión en encontrar soluciones.
“Empecé hace más de dos meses a observar en las noticias todo lo que estaba pasando en China, Italia y España. Pensé que, al igual que otros países, México iba a necesitar profesionales con experiencia”, dice Bolaño, nacido en Santiago de Cuba hace 36 años.

“Aquí tenemos a médicos y enfermeras cubanas que están lavando platos en una cocina”, subraya el activista, que cerró hace unos días su puesto de venta de comida cubana debido a la cuarentena por el coronavirus.
Hace tres semanas, cuando esta pandemia parecía lejana a la vida de Reynosa, los migrantes cubanos se reunieron con las autoridades locales y se ofrecieron para combatir el avance de la COVID-19. La regidora panista María Elena Blanco se comprometió a evaluar la propuesta y darles una respuesta, que tampoco ha llegado en plena emergencia nacional de México por el coronavirus.
CubaNet llamó en diversos días a Blanco, también responsable de la Comisión de Salud de Reynosa, para saber el estatus de la propuesta de los profesionales cubanos de la salud, pero no se obtuvo ninguna respuesta, ni siquiera a través de su asistente.
Este sábado, el presidente de México lanzó una convocatoria para contratar urgentemente a más de 10 000 médicos y enfermeras. En el turno de preguntas en su conferencia de prensa del lunes señaló que está en conversaciones con el Gobierno de Cuba, a quien podría solicitar doctores si finalmente su país los necesita.
López Obrador nunca se refirió a los miles de profesionales cubanos de la salud que se estima están varados en México por el acuerdo que firmó con el presidente Trump, y que establece el retorno a suelo azteca de los solicitantes de asilo o MPP, por el que más de 30 000 cubanos esperan su cita con las autoridades migratorias estadounidenses en México.
En la tarde del martes, el doctor Francisco Durán García, director de Epidemiología de Cuba, anunció que había enviado a México a “diez colaboradores de la salud” para luchar contra el nuevo coronavirus pero no especificó sus especialidades ni su destino final.
La mexicana Claudia Amparo Romero Fernández se conmovió al ver en las redes sociales cómo los migrantes cubanos querían ayudar a su ciudad. Así que los contactó. Ella es la directora de la Asociación Ayuda Humanitaria de Reynosa A.C., que ofrece asistencia social a personas pobres gracias a la financiación de empresarios.
“Tienen una actitud muy positiva. Están pasando una situación difícil esperando su asilo en Estados Unidos y aún así desean ayudar y poner sus conocimientos en práctica. Eso habla muy bien del lado humano que tienen”, afirma a este medio independiente.
Juntos establecieron un plan de acción contra el coronavirus para identificar zonas vulnerables y detectar posibles casos de contagios. También ofrecen charlas y realizan una encuesta para idear diversas campañas de prevención de enfermedades.
“Están muy preparados y tienen mucha experiencia”, resalta Romero Fernández.
La cubana Adriana Benítez Morales ―enfermera intensivista, especializada también en emergencias― recuerda con cierta melancolía cómo se echaba cloro en los pies y en la manos para poder atender a enfermos de cólera en su Granma natal, la provincia cubana que dejó en julio de 2019.

De su lucha contra el dengue tiene historias de éxito que contar. No obstante, hasta hace pocos días, cuando perdió el trabajo por la emergencia sanitaria, trabajaba como limpiadora. Hay noches en las que cuida a una anciana. Y también sueña.
―¿Por qué estás ayudando sin recibir compensación económica alguna, y arriesgando tu vida por luchar contra el coronavirus? ―pregunté.
―No tengo miedo, tengo deseos de salvar a otras personas. El no hacerlo me hace sentir mal conmigo misma… Tanto que había hecho en mi vida y ahora me siento como vacía… Pero amo ser enfermera.
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