LA HABANA, Cuba. – Hoy, cuando se cumplen 168 años del natalicio del más universal de todos los cubanos, duele constatar cómo se mancilla su memoria y manipulan sus ideas por parte de la dictadura más prolongada y cruel del hemisferio occidental.
Quienes enarbolaron el ejemplo de José Martí para levantarse contra la dictadura de Fulgencio Batista mediante la lucha armada y el terrorismo revolucionario son los mismos que hoy ordenan detener a otros cubanos por distribuir octavillas con pensamientos del Apóstol.
Y es que una muestra de la genialidad política de Martí es que no pierde su carácter subversivo.
Los cubanos mencionan mucho al Apóstol, pero pocos han leído su obra con profundidad. La mayoría conoce algunos de sus Versos Sencillos o La Edad de Oro, pero desconoce su extraordinaria labor revolucionaria -reflejada en su correspondencia- o su agudo pensamiento político.
La causa de ese desconocimiento quizás sea lo difícil que resulta adquirir sus Obras Completas. En 61 años de dictadura castrista sus textos han sido publicados en cuatro ocasiones. La primera en la década de los años sesenta, las otras dos después de 1975, pero obviando la publicación de los textos martianos que critican al marxismo y a las ideas socialistas. Porque se oculta al pueblo que Martí fue un demócrata defensor del multipartidismo.
La mejor edición de las Obras Completas de Martí en Cuba ha sido la última, me refiero a la edición crítica realizada por el Centro de Estudios Martianos, pero resulta muy difícil comprarla. Fue vendida paulatinamente, por tomos. En Guantánamo no ha sido vendida completa.
La única explicación para que una obra tan necesaria no esté al alcance de todos los cubanos es el carácter antidictatorial del pensamiento martiano.
Quien conozca bien el pensamiento de José Martí, su obra ensayística, sus cartas, sus discursos y haya leído con detenimiento las Bases del Partido Revolucionario Cubano jamás podrá ser engatusado por los comunistas cubanos. Por eso impiden el libre acceso a las obras de Martí.
Quien conozca bien la obra de Martí jamás se prestará para cometer actos deleznables contra su memoria como los ejecutados por los individuos recientemente sancionados por el Tribunal Provincial Popular de La Habana, aunque muchos sospechan que se trata de agentes de la Seguridad del Estado utilizados con el objetivo de desprestigiar a la oposición.
En vísperas de este aniversario del nacimiento de José Martí ocurrió un hecho lamentable frente al Ministerio de Cultura (MINCULT) en La Habana, donde un grupo de jóvenes que clama por un diálogo sincero con las autoridades fue golpeado por las fuerzas represivas.
Uno de los videos transmitidos por las redes captó nítidamente cuando el señor Alpidio Alonso salió a la calle y confrontó a los jóvenes que estaban frente al Ministerio de Cultura, quienes estaban allí en busca de un diálogo sincero con quienes los engañan, manipulan y dividen. Y ese video captó cuando el ministro realizó un acto violento en contra de uno de ellos.
Humberto López, comentarista del noticiero nacional de la televisión cubana, muy conocido por sus furibundos ataques contra todo lo que representa diversidad política en Cuba, unido a Alexis Triana, dirigente, del MINCULT, hicieron uso de la retórica habitual de la dictadura frente a las cámaras del noticiero este miércoles en la noche, tratando de descalificar moralmente a los jóvenes. Argumentaron que el ministro no actuó violentamente -a pesar de lo que reflejó el video- y que nadie tiene el derecho de grabar a otro sin su consentimiento. Esto último es cierto, aunque es algo que se hace habitualmente en Cuba, sobre todo la Seguridad del Estado contra opositores y periodistas independientes y jamás he escuchado a Humberto López pronunciarse en contra de eso, ni de hablar de las detenciones ilegales y arbitrarias que cotidianamente sufren los opositores pacíficos y periodistas independientes cubanos.
Lo que tampoco mencionaron el periodista y el dirigente del MINCULT es que en horas de la mañana de ayer la joven Camila Acosta, periodista de CubaNet, fue acosada en la vía pública por un individuo que se le presentó como oficial de la Seguridad del Estado, pero que no se identificó correctamente. Ese individuo la agredió físicamente cuando pretendió privarla por la fuerza de su teléfono celular y dijo que podía acusarla como autora de un delito de Desacato solo porque Camila se negó a entregarle el teléfono o a acompañarlo a donde el oficial quería llevarla. Con total impunidad el individuo violó el derecho constitucional que tiene Camila a circular por las calles, la coaccionó y amenazó, tres violaciones que están contempladas como delitos en el Código Penal cubano, pero Camila es periodista independiente y el individuo oficial de la Seguridad del Estado, así que no se puede pensar en que habrá igualdad jurídica si el caso llegara a los tribunales, sea por la acusación del agresor o por denuncia de la periodista.
Según publicó ayer Radio Televisión Martí, uno de los jóvenes que estuvo ante la sede del MINCULT dio lectura a un documento en el que explicaba por qué y para qué habían ido hasta ese lugar. Y lo más importante, recordando un célebre poema del Apóstol, afirmaba que habían ido hasta allí con una rosa blanca.
Pero, evidentemente, el ministro de Cultura cubano no cree en las propuestas pacíficas y como muchos otros testaferros del castrismo tiene que dejar bien claro ante la opinión pública que si tiene que golpear lo hará.
No perdieron tiempo los adulones de siempre para defenderlo y recordar que es un poeta. Sin embargo, ante un suceso como el de marras yo jamás lo diría, pues, lejos de aliviar su culpa, lo condena doblemente, como ministro -y nada más y nada menos que de Cultura-, pero, sobre todo por lo otro, porque un verdadero poeta sería incapaz de un acto como ese.
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