GUANTÁNAMO, Cuba.- Tres veces se menciona directamente a José Martí en el preámbulo de la nueva Constitución cubana, aprobada unánimemente por la Asamblea Nacional del Poder Popular el pasado diciembre.
La primera aparece en el octavo párrafo, en el acápite que comienza ̶ a imitación de la Carta Magna norteamericana ̶ : “Nosotros, el pueblo de Cuba, inspirados (…) por los integrantes de la vanguardia de la Generación del Centenario del natalicio de Martí, que nutridos por su magisterio nos condujeron a la victoria revolucionaria popular de enero de 1959”.
La segunda consta en el duodécimo párrafo: “Guiados por lo más avanzado del pensamiento revolucionario, antimperialista y marxista cubano, latinoamericano y universal, en particular por el ideario y ejemplo de Martí y Fidel y las ideas de emancipación social de Marx, Engels y Lenin”.
La tercera está en el párrafo decimoctavo: “Declaramos nuestra voluntad de que la ley de leyes de la República esté presidida por este profundo anhelo, al fin logrado, de José Martí: Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.
Tales párrafos conforman una tríada manipuladora de la obra y vida de nuestro Apóstol.
La primera intención de los ideólogos del castrismo ̶ tomada de la Constitución de 1976 ̶ es presentarnos como “martiana” eso que tozudamente continúan llamando “revolución”. Es falso. Según Fidel Castro, “la generación del centenario” se inspiró en el pensamiento de Martí, pero su programa ̶ que consta en La historia me absolverá y estaba basado en que, una vez derrotada la dictadura batistiana, se restablecerían la Constitución de 1940 y el rumbo democrático del país, lo cual fue ratificado posteriormente en los Pactos de México, La Sierra y Caracas ̶ resultó violado arteramente una vez triunfó la revolución.
Entonces, el joven libertario se convirtió en el nuevo déspota al aliarse con los pesepistas (Partido Socialista Popular) para imponer una dictadura de partido único, un proyecto que no guarda ninguna relación con el pensamiento inclusivo del Apóstol, divergente de la posición discriminatoria impuesta por el castrismo y que caracteriza a todos los regímenes comunistas.
La prueba de que el Apóstol no aceptaría algo semejante aparece en los artículos 4to y 5to de las Bases del Partido Revolucionario Cubano.
En el artículo 4to se expresa: “ El Partido Revolucionario Cubano no se propone perpetuar en la República Cubana, con formas nuevas o con alteraciones más aparentes que esenciales, el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia, sino fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud”.
Y en el artículo 5to consta: “El Partido Revolucionario Cubano no tiene por objeto llevar a Cuba una agrupación victoriosa que considere la Isla como su presa y dominio, sino preparar, con cuantos medios eficaces le permita la libertad del extranjero, la guerra que se ha de hacer para el decoro y el bien de todos los cubanos, y entregar a todo el país la patria libre”.
Desgraciadamente, eso que no se proponía hacer Martí fue lo que hicieron los castristas una vez en el poder, traicionando los ideales por los que tantos jóvenes cubanos dieron sus vidas.
La segunda intención de los ideólogos del castrismo es presentarnos a Fidel Castro como un fiel discípulo del Apóstol ̶ y emparentar la actuación despótica del primero con la obra del segundo ̶. También pretende establecer relaciones entre la obra martiana y la de Marx, Engels y Lenin. Este ajiaco ideológico creado por los turiferarios de la dictadura es algo realmente insostenible, lo cual fue advertido hace más de cincuenta años por Juan Marinello, a quien nadie podrá tildar de agente del imperialismo. Por la importancia de este tema dedicaré a él la segunda parte de este artículo.
La tercera intención ideológica del castrismo consiste en querer presentar como realizada la obra del Apóstol. Por ello se asegura en el párrafo decimoctavo del Preámbulo de la Constitución que se logró el anhelo martiano de que la ley primera de la República ̶ devenida nuevamente dictadura ̶ es el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.
Pero, ¿cómo puede hablarse de dignidad plena del hombre en una sociedad donde sólo tienen garantizados los derechos civiles y políticos los cubanos que apoyan a la dictadura? ¿Cómo puede haber dignidad plena del hombre en una sociedad donde no existe la igualdad política? ¿De qué dignidad plena puede hablarse cuando los cubanos que tienen un proyecto de país diferente al impuesto ilegalmente por el partido comunista no pueden organizarse y expresar libremente sus ideas sin sufrir represión? ¿Qué dignidad plena es esa cuando se ha impuesto a toda la sociedad una ideología y un partido que jamás han sido refrendados por el pueblo en elecciones libres y democráticas? ¿De qué dignidad hablan los castristas cuando a cualquier hora, en cualquier lugar, sin haber cometido delito alguno, los cubanos que disienten de la dictadura son detenidos arbitrariamente, despojados de sus bienes y condenados por tribunales subordinados a ese partido único?
Indigna tanta manipulación del pensamiento martiano, e indigna que todavía haya tantos cubanos que hablan de Martí sin saber lo que dicen, porque no lo leen.
Sí, desgraciadamente hay muchos ignorantes que creen en las manipulaciones del castrismo, puestas en boca de cualquier otro zafio ventrudo aupado por el poder. Estos últimos mutilan la memoria de Martí para beneficio propio, mientras aquellos mostrencos acomodaticios les permiten que se les encaramen ̶ como advirtió el Apóstol ̶ para escuchar y aceptar, con la sumisión propia de los cobardes, que se aúpan sobre ellos para defenderlos. ¡Y los aplauden!