LA HABANA, Cuba. — El pasado 16 de diciembre quedó concluso para sentencia, en el Tribunal Municipal Popular de Marianao, el juicio seguido contra el joven Luis Robles Elizástigui. A quienes no logren identificarlo por el nombre, les aclaro que se trata del joven que, el 4 de diciembre de 2020, enarboló en el céntrico Bulevar de San Rafael, en el corazón de la capital cubana, un letrero artesanal en el que clamaba: “¡Libertad!” y “No + Represión”! También pedía la excarcelación del rapero contestatario Denis Solís.
En aquel acto judicial se anunció que la sentencia sería notificada en un plazo de dos semanas. Pero este Día del Amor y la Amistad, ¡un par de meses más tarde!, aún se desconoce el destino del joven opositor, para quien la Fiscalía solicita seis años de prisión por los supuestos delitos de propaganda enemiga y resistencia. También se ignora a estas alturas por qué razón, si los hechos tuvieron lugar en el municipio de Habana Vieja, el juicio lo celebraron en el otro extremo de la ciudad, en Marianao.
Una conocida frase popular nos enseña: “La mentira tiene patas cortas”. En este caso, el problema no radica en que los represores castristas tengan extremidades inferiores de reducido tamaño. Su gran lío es que sus piernas han sido amputadas al nivel de las ingles. Por ende, avanzan… hacia ningún lado. No debe extrañarnos, entonces, que su retórica manipuladora no convenza a nadie.
A raíz del pasado 11 de julio, las parcializadas cortes del comunismo antillano han organizado un grotesco festival de procesos y sanciones brutales. Las víctimas propiciatorias de esa macabra orgía de represión y terror son los numerosos compatriotas de uno y otro sexo a los que les ha correspondido la triste suerte de haber sido escogidos como ejemplos para inspirar el terror en los potenciales participantes en otra explosión futura de ira popular.
Pero en los casos de los valientes que, hartos de las patrañas del comunismo, se lanzaron a las calles en esa fecha memorable para gritar su descontento y sus ansias de libertad, a los represores les resulta fácil tergiversar y manipular. Los pacíficos estallidos espontáneos de ira popular se produjeron ese día glorioso en más de medio centenar de puntos distintos de nuestra geografía.
Ante tal escenario, no resulta difícil tergiversar qué sucedió y en dónde. Sabemos que, como regla, la violencia provino de los represores dotados de armas de fuego y equipados por el régimen con maderos de idénticas características. Pero también hubo sitios aislados en los que hubo, por ejemplo, daños a la propiedad. Es el caso de algunos carros patrulleros volcados que sirvieron de pedestal a manifestantes intrépidos.
En medio de la gran cantidad de escenarios distintos, de múltiples nombres de acusados, de tribunales diversos que han actuado a todo lo largo y ancho de la Isla, no resulta difícil sentirse confundido, abrumado, desorientado. Y para creerse así, no importa que uno sepa que, en lo fundamental, lo que se está perpetrando en Cuba, contra esos patriotas, es una colosal injusticia masiva.
Pero el caso de Luis Robles es netamente diferente de todos los que tienen su origen en el Gran Alzamiento Nacional Anticomunista de julio pasado. El 4 de diciembre de 2020, el joven guantanamero radicado en La Habana Vieja actuó en solitario. Existen varias filmaciones de su acto de protesta. ¡En momento alguno se aprecia algún acometimiento contra otra persona o bienes ajenos!
Lo único que se palpa es el carácter absolutamente pacífico de su protesta. Se observa la solidaridad de más de un ciudadano, que repite sus gritos de “¡libertad!”; otros que, cuando agentes policiales lo detienen, los califican de “esbirros”; uno que previene: “¡No le vayan a dar!”. Estos —insisto— fueron varios. ¡Pero lo que más debe molestar y preocupar al régimen es que ni uno solo de los presentes (¡y eran veintenas!) se opuso de algún modo al valiente joven!
La fábula que ha urdido la Fiscalía en su pliego acusatorio tergiversa todo lo sucedido. Para relacionarlo de algún modo con compatriotas exiliados, en ese escrito oficial ¡se menciona al popular influencer Álex Otaola! Se trata de un intento subliminal y burdo de repetir, en el caso de Robles, la mentirosa versión oficial que responsabiliza del masivo estallido de ira popular a las órdenes provenientes de Estados Unidos…
Es necesario que la opinión pública se pronuncie sobre todos los casos a los que he aludido. Que el juicio contra Luis Robles Elizástigui, ¡que clama al Cielo!, sirva para que las personas de buena voluntad en todo el mundo, y los gobiernos democráticos, ganen conciencia sobre el atropello masivo contra los derechos humanos que está perpetrando ahora mismo el régimen castrista.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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