LA HABANA, Cuba.- Con la cerrada victoria del boxeador Andy Cruz durante la última jornada de la Olimpiada de Tokio, la representación de Cuba mejoró el pronóstico pre competencia de quedar entre los primeros veinte países en el medallero de ese evento.
La Mayor de las Antillas acumuló un total de siete medallas de oro, tres de plata y cinco de bronce, para quedar ubicada en el lugar 14 del cuadro de medallistas. Antes del inicio de la competencia, por ejemplo, los especialistas del periódico Granma vaticinaron la obtención de cuatro medallas de oro, tres de plata y nueve de bronce (“Las profecías de Tokio”, edición del 20 de julio).
No obstante tal resultado, es posible hallar múltiples fisuras en la actuación general de la delegación cubana. En primer término, resalta que la cosecha cubana de metales dorados recayó casi en solo dos deportes: el boxeo y la lucha greco romana, pues la medalla de oro obtenida por la pareja de canoístas pareció un hecho fortuito que después no se volvió a materializar cuando los atletas de esa especialidad compitieron a título individual.
Entre los deportes donde los cubanos quedaron por debajo de las expectativas estuvo sin dudas el atletismo. Ni el saltador Juan Miguel Echevarría, ni la discóbola Yaimé Pérez pudieron alcanzar los títulos olímpicos que esperaban los directivos del deporte cubano.
La carencia de medallas de oro para Cuba en el deporte rey se extiende ya por tres Olimpiadas, pues desde que Dairon Robles y Yipsi Moreno obtuvieron los títulos en Beijing 2008 -en el caso de Yipsi había obtenido la medalla de plata, pero posteriormente le fue atribuido el oro al ser descalificada por dopaje la ganadora del evento- ningún otro atleta de la isla ha podido escalar lo más alto del podio de premiaciones.
Aquí destacan las lesiones, un total de seis, que afectaron a los deportistas cubanos del campo y la pista en plena competencia. Algo que ya la prensa deportiva cubana estima digno de investigación. Pocos consideran que podría tratarse de una casualidad, y apuntan hacia deficiencias en los entrenamientos o problemas con la atención médica de los atletas.
No podemos dejar de mencionar el desempeño de un atleta nacido en Cuba, pero que representó a Portugal, el triplista Pedro Pablo Pichardo, que obtuvo la medalla de oro en su especialidad. Pichardo, en declaraciones a la prensa, se refirió a las dificultades que afrontó en Cuba para sobresalir en el salto triple, las que lo llevaron a emigrar. Otro atleta que debió abandonar la isla, el vallista Orlando Ortega, ahora nacionalizado español, sufrió una lesión previa a la competencia y no pudo competir en la lid.
Y en medio de la sequía de títulos olímpicos que experimenta el atletismo cubano, algunos se hacen la siguiente pregunta: ¿Por qué el ex saltador y ex campeón olímpico Iván Pedroso -ahora preparador de la venezolana Yulimar Rojas- nunca entrena a sus compatriotas, los saltadores de la isla? ¿Será acaso por divergencias de Pedroso con los jerarcas del INDER?
En Tokio continuaron manifestándose las bajas actuaciones cubanas en deportes que prometían mejores desempeños, como el judo y la lucha libre. Únicamente la medalla de plata de Idalis Ortiz pudo sacar la cara por la amplia representación de judocas, de ambos sexos, que llevó Cuba a la Olimpiada.
Y, por supuesto, cómo no referirnos a la no presencia de Cuba en los deportes colectivos de esta lid bajo los cinco aros. Ningún equipo cubano logró su clasificación para Tokio. Un descalabro en el que sobresalió la ausencia del béisbol de la isla, que había estado presente en todas las citas donde este deporte formó parte del calendario olímpico.
Ya comienzan los preparativos para el próximo ciclo olímpico hacia París en 2024. El deporte cubano requiere de una renovación que sustituya a muchas figuras que ya dan muestras de haber disminuido su rendimiento. Veremos qué les deparan a los posibles sustitutos las citas intermedias: los Centroamericanos de San Salvador en el 2022, y los panamericanos de Santiago de Chile en el 2023.
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