LA HABANA, Cuba.- En sus inicios la heladería Coppelia, la cafetería Pizza Nova y muchos otros centros gastronómicos servían como referente estatal cuando de buen trato y correcta higiene se trataba. Pero hoy, las nuevas empresas particulares llevan la delantera en todo sentido porque el descuido, la falta de marketing y la ausencia total de higiene ha provocado el rechazo por parte de la población de todo lo que a gastronomía estatal refiere.
La entidad encargada de velar por la higiene en todo el país es la Oficina Territorial de Normalización (OTN). En sus inspecciones, ha detectado serias infracciones en muchos de los establecimientos de la capital, por las que se aplican multas que pueden alcanzar un monto de hasta mil pesos.
“Las inspecciones a las cafeterías particulares son constantes, nosotros recibimos de tres a cuatro inspecciones a la semana. Ellos exigen mucho a los cuentapropistas pero en los establecimientos gastronómicos administrados por el estado no ocurre así. Ese quizás sea uno de los motivos de la situación higiénica de las cafeterías en la capital”, afirma Julio González Bello, el copropietario de una cafetería particular que lleva abierta más de 15 años.
Un estudio del Instituto Nacional de Higiene y Epidemiología y Microbiología (INHEM) indica que las principales deficiencias higiénicas en las cafeterías y otros centros de consumo de alimentos son: no usar guantes ni tampoco mallas, pañuelos u otros accesorios en la cabeza para evitar los indeseables cabellos en la comida, tomar dinero y alimentos con la misma mano, así como la preservación de alimentos a temperaturas y en contenedores no adecuados o expuestos a la contaminación cruzada, falta de limpieza de los utensilios y recipientes, entre otras deficiencias.
“Las enfermedades trasmitidas por alimentos tienen un gran impacto sobre la salud de la población. Algunas de estas enfermedades, si bien son conocidas, se consideran emergentes porque presentan una mayor incidencia y han ocasionado brotes epidémicos”, señala el informe del INHEM.
La realidad es a veces mucho peor. Por lo general es difícil encontrar una cafetería que no tenga moscas en el mostrador o cuyo dependiente cumpla con las normas básicas de higiene.
La higiene marca la diferencia
En sus pequeños negocios caseros, los trabajadores por cuenta propia prestan mejores servicios que los establecimientos administrados por el Estado porque, para empezar, cuidan más la imagen del lugar, donde la higiene desempeña un papel preponderante.
“La responsabilidad del dueño de un negocio es muy grande y nos comprometemos mucho más con todo, especialmente con el tema de la higiene. Los estatales no le prestan mucho interés a sus cafeterías ni el Estado les asigna los recursos necesarios o los medios suficientes para eso”, afirmó Helen de la Rosa Vega, otra propietaria de una cafetería que abrió sus puertas al público el pasado año.
Otro de los lugares que hoy resalta, entre otras cosas por la presencia de cucarachas en sus instalaciones gastronómicas es La Terminal de Ómnibus Nacionales de La Habana. A pesar de que en los últimos meses en este centro se ha incrementado la actividad privada, aún las condiciones dejan mucho que desear.
En ese lugar continúa la venta de meriendas sin la mínima protección higiénica, la limpieza de las instalaciones es deprimente y el fenómeno se echa más a ver, en tanto por allí transitan diariamente cientos de personas de todas las provincias.
Por su experiencia administrando un negocio particular, Julio González Bello lo resume así: “A los trabajadores estatales no les pagan bien, el jefe no se ocupa, el estado tampoco les asigna recursos para mantener una buena imagen e higiene y por eso están como están”.
Llevada por la ley de la oferta y la demanda, la gastronomía privada hoy supera con una abismal diferencia a la controlada por el gobierno cubano.
Margarita Rodríguez, por su parte, confía en que la higiene en las cafeterías habaneras mejore con el transcurso de los años por la competencia actual entre los locales gastronómicos.
Sin embargo, su hija Diana Hernández Rodríguez lo tiene aún más claro: “Cuando voy a salir a comer algo en la calle nunca voy a las cafeterías estatales porque conozco las malas condiciones higiénicas, prefiero pagar más por un buen servicio y una buena limpieza con los cuentapropistas. Me siento más segura”.