LA HABANA, Cuba.- No transcurrió un mes desde que el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, enterara a sus lectores de las fuertes lluvias que estuvieron afectando en octubre a Trinidad y Tobago; la nota, ni siquiera suscrita por algún redactor del periódico, está fechada el 22 de octubre del año en curso, y unos días después otra noticia, sin mucha trascendencia para la realidad cubana, nos volvió a relacionar con esas islas; para entonces nos advirtieron que veintiocho equipos de Cuba y Trinidad y Tobago participaban, en la universidad de las ciencias informáticas (UCI), en una competición internacional universitaria de programación y en la que Cuba resultaría vencedora.
Porque suelo ser testarudo seguí hurgando en la prensa nacional; busqué alguna noticia que relacionara de nuevo a “nuestras” islas, pero la búsqueda resultó infructuosa cada vez, aunque en muchos sitios del mundo se estuviera comentando de los cubanos varados en la isla de la rapera Nicki Minaj, y del cantante Billy Ocean, a quien tanto escucharan los cubanos en la década ochenta del pasado siglo. Ninguna noticia advertía el empeño de muchos cubanos de establecerse por allí, y mucho menos de las exigencias que hacían en la sede de las Naciones Unidas, en aquella capital caribeña, para que atendieran a sus reclamos.
Nada supimos hasta hoy, al menos no a través de la prensa oficial, del empeño de esos compatriotas de afincarse en esas tierras y luego conseguir la nacionalidad trinitense, trabajar. Nada nos advirtieron los informadores “públicos” de las agresiones, los robos, que los cubanos sufren en esa isla tan cercana a esta, nada se dijo, ni se dice aún, de esos compatriotas que apostados en los alrededores de la sede de las Naciones Unidas en la capital, reclaman que se les conceda una residencia legal para disfrutar del trabajo y los bienestares que por aquí no consiguieron nunca.
En estos días la prensa oficial tiene otra primicia. Ahora se esfuerza en describir las supuestas bondades de los médicos cubanos que formaron parte del “Programa Más Médicos para Brasil” y las “patrañas” del presidente electo. El jueves 15 de noviembre, la primera página del “Granma”, el periódico de mayor circulación en el país, hizo pública una declaración del Ministerio de Salud Pública, sin dudas dictada por el Partido, llena de cifras y estadísticas de las que no podremos comprobar su veracidad, y que al parecer son “actualizadas” cada día para, llegado el momento, convertirlas en notorias y dar muestras del gran altruismo de la “nación cubana”.
El Granma, jactancioso, menciona la cifra de colaboradores de la salud que se desempeñaron en el gigante del sur; un número cercano a los veinte mil, y también que fueron atendidos 113 millones 359 000 pacientes brasileños en gran parte de la geografía nacional, lo que demuestra las aptitudes del gobierno cuando de dar cifras se trata. Ahora, desde que comenzó el regreso, la televisión cubre cada llegada y entrevista a muchos de los implicados, quienes ofrecen discursos idénticos, erigidos sobre la supuesta solidaridad de la “revolución” y lo “fértil” del socialismo cubano…
Y nadie menciona lo que sucede en Trinidad y Tobago, aunque estemos más cerca, aunque nos asista la misma “caribeñidad”, a pesar de que seamos tan cercanos culturalmente y tengamos allí una embajada con funcionarios que debían tener entre sus funciones el cuidado de los nacionales que llegan a esa geografía. ¿Para qué sirve entonces ese CARICOM del que tanto se habla en Cuba? ¿Qué significan esos cuarenta y seis años de relaciones diplomáticas entre Cuba y Trinidad Tobago que se cumplirán el próximo 8 de diciembre? ¿Le importa algo al gobierno cubano el destino de los nacionales que están siendo vejados en aquella isla?
Supongo que no, porque ellos hacen el viaje a la inversa de esos médicos que ahora regresan de Brasil. Estos, los que piden asilo en esas islas del Caribe son, para el discurso comunista, lo mismo que los médicos desertores que abandonaron sus puestos desde cualquier punto de África, América o Asia, cuando decidieron algún rumbo que los alejara de Cuba, aunque jamás los mencionen. Al gobierno cubano le molesta la contratación individual que propone Bolsonaro, porque de esa manera sus arcas se verían tremendamente reducidas.
El viaje de esos médicos no tiene nada que ver con la generosidad. No son filántropos nuestros trabajadores de la salud; ellos, como los otros, se procuran el viaje para mejorar sus economías. Nuestros médicos viajan sabiendo que desatenderán durante años a sus hijos, que no participarán de una formación que suplirán, únicamente, con pacotillas, con el sobrante que el gobierno les entrega. El viaje de los médicos “internacionalistas” solo hace diferencia con ese que hacen los “desertores”, en el hecho de que los primeros salen con la anuencia del gobierno, pero también son parecidos, porque todos buscan la sobrevida.
Dice Billy Ocean en la última estrofa de “Caribbean Queen”: “Estaba buscando pasarla bien/solo jugando a mi juego/El amor estaba más allá…”. Y eso, jugar su juego, el del gobierno, es quizá lo que hacen esos médicos que descuidan el amor a sus hijos, esos médicos no consiguen reconocer el avance o el retroceso en los estudios de sus pequeños, y no los miran al despertar ni los cubren en la noche si tienen frío, y están lejos a la hora de secar los sudores, y no consiguen hacer desparecer los rastros de la sangre después de la caída, aunque vuelvan como “héroes”.