LA HABANA, Cuba.- Desde que el sustituto designado, Raúl Castro, asumió la presidencia, una de sus más caras fantasías ha sido reducir los apagones, pero no lo ha conseguido.
Desde el año 2012 y hasta hoy, los apagones, ya no tan frecuentes, los justifican como un mal necesario y para nuestro beneficio: las reparaciones de los postes y los tendidos eléctricos.
Todos los iluminados del socialismo, empezando por Lenin, le han concedido a la electrificación mucha importancia, pero siempre los apagones han acompañado a los regímenes socialistas, donde quiera que estos han brotado.
En el régimen castrista los apagones existen, de forma sistemática, desde finales de 1969. Fueron idea de Fidel Castro, el mandatario eterno, cuando enloqueció con la Zafra de los 10 Millones, que, según decía, sacaría a Cuba del subdesarrollo.
Muchas de las miserias de entonces aún perduran en nuestra vida cotidiana; entre ellas los apagones, que durante más de 45 años nos han acompañado de forma casi constante, aunque con distintos pelajes.
En la época de la Zafra de los 10 Millones, ante la imposibilidad para entregarle dólares, los soviéticos, en su afán nada menos que por la recuperación económica del socialismo cubano, autorizaron la idea del Máximo Líder de reexportar parte del petróleo que recibía con el fin de obtener divisas.
La reventa de parte de los 150 000 barriles diarios que traían los soviéticos en grandes tanqueros de Bakú fue una proeza logística, y se mantuvo, de forma continua, hasta que ocurrió el desplome del bloque comunista en 1990. Entonces fue cuando reaparecieron los infaltables apagones planificados de hasta doce horas diarias en La Habana, y 18 en el resto del país.
Como de todo lo demás, el régimen culpaba de la falta de combustible y los consiguientes apagones al imperialismo yanqui.
En el año 2000, luego de la llegada al poder en Venezuela de Hugo Chávez, los apagones disminuyeron, toda vez que el suministro de petróleo venezolano llegó a sobrepasar los 100 000 barriles diarios.
Con los multimillonarios subsidios anuales que regalaba Chávez al régimen castrista, se hicieron inversiones en la generación eléctrica, no tanto en beneficio del pueblo sino del turismo, una de las pocas fuentes de moneda dura, fresca, con que contaba y aún cuenta el régimen.
En lo tocante al ahorro de petróleo, estos apagones son tan promisorios como un pozo del lago Maracaibo. Por supuesto, ocurren donde no hay turismo ni tiendas importantes o residencias de personajes de la nomenclatura.
Aplicando el viejo truco de los apagones, de los más de 100 000 barriles diarios que recibió de Venezuela, el régimen cubano dispuso, solo en el año 2008, de unos 85 000 barriles semanales para revenderlos en el mercado internacional.
Ahora, habida cuenta del desplome del abastecimiento petrolero chavista, esta cifra se contrajo aproximadamente a cerca 30 000 barriles diarios, razón más que suficiente para volver a recurrir al método de los apagones, que permitirá seguir revendiendo el petróleo recibido.
A pesar de los actuales bajos precios de ese combustible, al recibirse gratis la reexportación siempre dará pingües ingresos.
Téngase en cuenta que es cubano el petróleo que se usa para la generación eléctrica en Cuba. Ligado con el Mesa 30 venezolano, de mejor calidad, para evitar accidentes, deja un margen sustancioso de ganancias.
Como decía una vieja guaracha de cuando Cuba reía: “El banco pierde y se ríe, el punto pierde y se va”.
Por lo mismo, por mucho que el gobierno insista en negarlo para tranquilizarnos, los apagones, si no están ya de vuelta, nos esperan para las próximas semanas.