MIAMI, Estados Unidos.- Fue en el año que se estrenó en Broadway, 2008, cuando fuimos, en familia, a disfrutar el primer éxito musical del puertorriqueño americano Lin-Manuel Miranda, “In the Heights”.
Era importante que el más pequeño de mis hijos, nacido en los Estados Unidos, supiera que una obra de tema hispano, con el barrio de Washington Heights como escenario, de numerosa población dominicana y puertorriqueña, podía triunfar en la meca del teatro americano.
Aquella noche memorable, creo que nuestra primera vez en Broadway, los ritmos cubanos tradicionales y caribeños en general hacían las delicias del público,
Luego se fueron agregando valores para nuestra conveniencia cultural. El joven que dirigía la enérgica orquesta, arreglista musical excepcional del imaginativo compositor que es Lin-Manuel Miranda, era cubanoamericano.
Alex Lacamoire, quien ha seguido trabajando con su colega de origen puertorriqueño, se crió en Kendall y estudió en New World School of the Arts, la más importante escuela de arte en el sur de los Estados Unidos, administrada por mi entrañable Miami Dade College, donde trabajé por más de dos décadas antes de jubilarme.
No voy a negar que mi personaje preferido en el musical es el de la Abuela Claudia, una cubana llegada a los Estados Unidos durante los años cuarenta en busca de prosperidad, la misma iniciativa que tuvo mi padre, unos pocos años después.
La Abuela no tiene familia y ha vivido lo suficiente para ser como la conciencia sentimental y crítica del barrio. Sus sabias recomendaciones y consejos son aceptados por las nuevas generaciones quienes gustan, por otra parte, de escuchar sus historias sobre Cuba.
Paradójicamente, la misma actriz que interpretó a la Abuela originalmente y ahora lo vuelve a hacer en la versión cinematográfica, recién estrenada, es la cubanoamericana Olga Merediz, nacida en Guantánamo en 1956 y llegada con su familia a Miami en 1961, como parte de la estampida migratoria provocada por el castrismo.
Merediz se estableció con los suyos en Puerto Rico, donde creció, y luego se graduó en Newcomb College, que es parte de Tulane University. Ostenta una exitosa carrera en teatro, cine y televisión.
En la versión cinematográfica de “In the Heights”, la Abuela tiene un segmento, como de sueño, en el metro de Nueva York, donde recuerda específicamente su vida en el suburbio habanero de La Víbora.
Merediz ha confesado que, de haber contado con una película como esta durante su crecimiento se hubiera sentido mejor consigo misma. “Somos parte de la fábrica americana”, asegura, “y la gente se va a ver en pantalla y dirán: ‘yo estoy bien’”.
Sin embargo, los llamados “trolls” y “twitteros”, crápula de oportunistas con agendas dañinas y destructivas, además de notable ignorancia, la han emprendido contra la versión cinematográfica del musical por no contar con suficientes personajes protagónicos de la raza negra, tomando en cuenta insólitos parámetros para determinar dicho color.
Desafortunadamente, un fragmento significativo de los medios sociales funciona bajo la premisa de la agresión y el miedo.
Los artistas, sobre todo, no pueden permitirse el lujo de perder seguidores en dichas plataformas y están muy atentos a las opiniones negativas.
Lin-Manuel Miranda ha debido disculparse, lo cual resulta patético, sobre todo porque quienes lo increpan no tienen ningún tipo de credencial cultural que ampare sus diatribas, sino agendas políticas taimadas discurridas en talleres de controversia y odio. Generalmente militan en facciones de izquierda donde, paradójicamente, se mueve el creador de “In the Heights”, quien opta, exprofeso, por alienar parte de su público potencial.
A Lin-Manuel Miranda le pagan ahora con la misma moneda del acto de desaire llevado a cabo contra el vicepresidente de los Estados Unidos Mike Pence y su familia, al final de una función de su segundo musical exitoso “Hamilton”.
En aquella ocasión, parte del público suscribió el llamado de atención al político y otros dijeron que no habían pagado tanto dinero por las entradas para que los actores vinieran a aleccionarlos ideológicamente. Luego se supo que Miranda estuvo entre los que redactaron la advertencia al vicepresidente, leída por uno de los intérpretes protagónicos de la obra.
Con el tiempo, hasta el elogiado “Hamilton” se ha visto involucrado en controversias. La escritora Toni Morrison, ya fallecida, odiaba tanto el musical que quiso boicotearlo patrocinando un espectáculo en las antípodas titulado “The Haunting of Lin-Manuel Miranda”.
Es lamentable que la versión cinematográfica de “In the Heights” haya sido agredida con argumentos falaces cuando, si hay algo que la distingue, es el arcoíris étnico de sus intérpretes, muy a lo New York, donde impera la diversidad y el panamericanismo.
La izquierda destructiva e insaciable en los medios sociales busca sembrar una alteración racial que no ha hecho menoscabo significativo en el segmento hispano de la sociedad americana. Nos quieren tirar al ruedo de la controversia racista que ahora mismo se dirime nacionalmente entre cordura y violencia.
“In the Heights” refleja la búsqueda del sueño americano y su certidumbre en los barrios humildes de origen hispano en los Estados Unidos, donde los cubanos siempre han marcado la pauta del progreso.
El personaje de Nina Rosario, la muchacha que logra salir del barrio para estudiar en la Universidad de Stanford, y se muestra como ejemplo de “la que ha llegado”, manifiesta una circunstancia que se repite entre estudiantes de origen cubano recién arribados a los Estados Unidos sin conocer el idioma inglés.
En pocos meses esos jóvenes, sin embargo, salvan todos los obstáculos, y matriculan en las más distinguidas universidades del país.
Me imagino que los cubanos de la isla podrán disfrutar próximamente de “In the Heights” mediante las carteleras semanales del llamado “paquete”. Espero disfruten de la Abuela Claudia, tierna compatriota, y no tengan tiempo, ni interés, en contabilizar el “color” de los protagonistas para pasarla bien con las coreografías y la música muy nuestras en esencia.
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