LA HABANA, Cuba. — Confieso que mi curiosidad por acercarme al universo mágico religioso de la Regla de Ocha o Santería fue a través de Lidia Cabrera y no por su magistral pieza El Monte –monumento científico literario de la cultura cubana– sino a través de sus Cuentos Negros de Cuba.
Cuentos Negros de Cuba, publicado por primera vez en francés en 1936, en París, es una de las primeras obras literarias que cruzó nuestras fronteras. Sus historias permiten asomarnos al reino femenino de Cocozomba, pero también escalar la Loma de Mambiala donde habita al negro miserable Serapio Trebejo. La hija de Don Raimundo Cabrera siendo una mujer blanca, de origen burgués, desafío las convenciones sociales y burló distancias y prejuicios, al asomarse al mundo mágico de las “gentes sin historias”.
Lidia Cabrera (La Habana, 1900-Miami, 1991) dama habanera, hija de Yemayá, pintora, escritora, antropóloga y lingüista que penetró la lengua sagrada de los ñáñigos y los negros congos.
Desde su condición de mujer blanca, fue vanguardista para su época, pues confesó sentirse atraída desde niña por las leyendas y el mundo mágico y espiritual de “los negros del tiempo de España”. También desde su raigambre aristocrática fue atrevida al asomarse al complejo mundo de la Sociedad Secreta Abakuá.
Esa nación por descubrir
Lidia Cabrera, a través de su monumental obra, mostró la riqueza de nuestros ancestros. Su brújula marcó la ruta del cabildo de “nación” a la casa de santo, se interno en la manigua, dio voz a la inagotable sabiduría de sus nanas negras, a las Iyalochas de la laguna sagrada de San Joaquín donde aun se escuchan los ecos de los tambores. A través de su narrativa hablaron mandingas, lucumis, carabalí y negras curras, también informantes como la conga Mariate, Ta Tomás, Calazán, Bangoche y Calixta Morales.
Asomó a una gran parte de los cubanos a zonas espirituales y privadas de esa nación íntima que aun estamos por descubrir. Su magisterio es una ventana a la Cuba Secreta pues fue una poeta de la metamorfosis como le gustaba decirle su amiga española y filosofa María Zambrano.
Hoy Cuentos Negros de Cuba y El Monte son los únicos dos títulos reeditados en la Isla en los últimos 50 años y solo disponible en moneda convertible pero es la autora de títulos celebres como La Sociedad Secreta Abakua, Refranes de Negros Viejos, La Laguna Sagrada de San Joaquín, Francisco y Francisca (Chascarrillo de Negros Viejos), Yemaya y Ochun (Kariocha, Iyalorichas y Olorichas) y otros publicados gracias a la voluntad de Ediciones Universal y su colección del Chichereku en el Exilio. En el Diccionario de Literatura Cubana de 1984 del Instituto de Literatura y Lingüística fue etiquetada como batistiana y contrarrevolucionaria.
Ella forma parte de esa legión de escritores conscientemente silenciados y perdidos en las gavetas de la indiferencia. Hoy es un fantasma anclado entre el polvo y la sombra en el rígido sistema editorial cubano.
A pesar del injusto silencio al cual la tiene aun condenada la inquisición revolucionaria, sus palabras dan fe de vida, no están perdidas, a través de Lidia Cabrera podemos escuchar los rumores del bembé para cimarrones.
Los cubanos a ambos lado de la orilla recuerdan el 20 de Mayo como el nacimiento de la República de Cuba, pero olvidan que ese mismo día nació una cubana de pura cepa como Lidia Cabrera, figura cimera de nuestra cultura. Su vida y su obra bien merecen una operación de rescate pues su mirada es un pasado no tan distante de nuestros días ni tan ajena a las inquietudes de hoy.