LA HABANA, Cuba.- A pesar del sesgo exitoso que la prensa oficialista le atribuyó al reciente recorrido de Miguel Díaz-Canel Bermúdez por las provincias de Camagüey y Ciego de Ávila, lo cierto es que fueron muchas las malas noticias que el mandatario recibió durante su periplo.
Las autoridades de esas provincias se muestran incapaces de detener el robo de combustible estatal; persisten atrasos en la fabricación de materiales de construcción; las inversiones no marchan según lo esperado; abundan los salideros en la red de acueducto y alcantarillado, y los elevadores de los edificios altos en las capitales provinciales se hallan en mal estado técnico.
Mención aparte para la cadena de impagos que afecta a las entidades estatales, en especial a las pertenecientes al comercio y la gastronomía (solo en Camagüey, las deudas acumuladas superan los 130 millones de pesos). Las empresas comercializadoras de ambas provincias alegan no tener dinero para pagarles a sus proveedores. Una anomalía que la propia comitiva presidencial achaca al robo de efectivo que sufren esas entidades. Tan alarmante resulta la situación, que Díaz-Canel llegó a expresar que “El Presupuesto del Estado no va a pagar más por los robos”.
Y, por supuesto, no podían faltar las lamentaciones de Díaz-Canel y compañía por los pobres resultados que exhiben esos territorios en la exportación de bienes. Se trata de una insuficiencia que los gobernantes cubanos tienen muy en cuenta, debido a la estrategia, casi obsesiva, de “aumentar las exportaciones y sustituir importaciones”.
Díaz-Canel aseveró que ambas provincias poseen potencial para exportar producciones agrícolas. Específicamente se refirió a unas 3 mil hectáreas de plátano sembradas en la empresa agropecuaria La Cuba, en Ciego de Ávila, y que según el mandatario podrían generar ingresos por 50 millones de dólares por concepto de exportación.
Sin embargo, una cosa es el deseo y otra la realidad. Porque harían falta infraestructura, calidad de las producciones y estudios de mercado -los tres ausentes en buena medida- para que la isla pudiese vender ese y otros rubros agrícolas en los mercados internacionales.
A propósito, la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) acaba de publicar el resumen “Exportaciones de mercancías por grupos de productos”, donde se puede apreciar la caída en picada que ha experimentado la exportación de bienes durante los últimos años. Baste señalar que en el pasado año 2017 se exportaron bienes por 2 mil 402 millones de pesos, lo que representa solamente el 43% de lo exportado en el 2012, que ascendió a 5 mil 577 millones de pesos.
Hay que destacar, además, que de la exportación total en el 2017, únicamente el 1% correspondió al sector agropecuario. Un dato que parece increíble tratándose de un país con condiciones naturales idóneas para las producciones agropecuarias, y que debía de convencer al señor Díaz-Canel de que su aspiración es casi una quimera.
El año 2017, en consonancia con el deseo gubernamental de sustituir importaciones, fue en el que menos mercancías se trajeron del exterior en los últimos ocho años. No obstante, la extrema debilidad de las exportaciones hizo que, una vez más, el saldo del comercio exterior cubano de bienes fuese deficitario.