LA HABANA, Cuba. – Ni corto ni perezoso, el politólogo argentino Atilio Borón, ese defensor a ultranza de la más rancia izquierda latinoamericana, reaccionó a los sucesos acaecidos en Bolivia, que incluyó la renuncia del presidente Evo Morales.
Como era de esperar, el señor Borón no dijo ni media palabra acerca de la posibilidad de un fraude electoral cometido por Evo y su partido Movimiento al Socialismo (MAS) durante las recientes elecciones en ese país, y que provocó la protesta generalizada de los opositores al líder indígena. El académico argentino, para no ser menos que el resto de los portavoces de esa izquierda de corte chavista, se ha asociado a la tesis de un golpe de estado alentado por el imperialismo yanqui y la derecha local en contubernio con sus correligionarios de la región.
Borón no pierde la ocasión y enfila sus lanzas contra todos aquellos que censuraron al exmandatario boliviano por pretender eternizarse en el poder. Y uno de sus blancos favoritos lo ha sido, una vez más, el novelista peruano-español Mario Vargas Llosa, al que califica como “el inmoral portaestandarte de este ataque vil”. Hay que recordar que el pasado año 2018 vio la luz un libro de Borón titulado “El hechicero de la tribu, Vargas Llosa y el liberalismo en América Latina”, en el que considera al Premio Nobel de literatura 2010 como “el más descollante intelectual orgánico y paradigmático del neoliberalismo”, esa mala palabra con la que la izquierda castrochavista nombra a todo el que no comulgue con su ideología.
Después de enumerar cuatro de sus lecciones, que a grandes rasgos se relacionan con lo que hemos apuntado anteriormente, Atilio Borón escribe su quinta lección, la que muestra a las claras las intenciones de esta izquierda una vez que logra acceder al poder: “La seguridad y el orden público no debieron haber sido jamás confiados en Bolivia a instituciones como la Policía y el Ejército, colonizadas por el imperialismo y sus lacayos de la derecha autóctona.”
No es difícil imaginar que el señor Borón sugiere la creación de una especie de ejército internacional que apuntale la permanencia indefinida en el poder de cualquier gobernante que se declare simpatizante del socialismo del siglo XXI y contrario a lo que ellos denominan “políticas neoliberales”. Tal vez esa sugerencia sea adoptada para tratar de salvaguardar lo poco que va quedando de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de las Américas (ALBA).
¿Y no podríamos interpretar la solicitud de Borón como una confirmación de que el régimen de Nicolás Maduro se mantiene en el poder gracias a la masiva presencia de militares cubanos? Una hipótesis negada insistentemente por los gobernantes cubanos, pero expuesta por más de un analista de temas internacionales.
Por supuesto que los amantes de la democracia también podríamos sacar lecciones de lo que ha sucedido en Bolivia. Habría que pensarlo mucho antes de dar el voto a un político populista que exprese explícitamente sus preferencias por el castrismo o el chavismo. No se debía de permitir que alguien a quien las instituciones democráticas le han posibilitado el acceso al poder, maniobre después para destruir esas instituciones y pretender que con él haya llegado el fin de la Historia.
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