GUANTÁNAMO, Cuba. — Si el fascismo es una ideología, un movimiento político y una forma de gobierno de carácter totalitario, antidemocrático y ultranacionalista de extrema derecha, lo mismo puede decirse del comunismo como fuerza política de la extrema izquierda.
Ambos sistemas tienen características comunes como el uso reiterado de símbolos que pretenden potenciar de forma absoluta su poder, sean la supuesta superioridad racial que alegaban los nazis o la patria, el partido y el internacionalismo proletario que pregonan los comunistas.
En los dos casos, se trata de sistemas condenados al fracaso, pues cerrados en sí pretenden abolir la individualidad dentro de la masa sometida a innumerables controles, injusticias y crueldades y tienden a exaltar las presuntas cualidades de un líder que siempre se presentará al resto de los mortales que no participan de los privilegios de la cúpula gobernante como un ser superior, llámese Adolf Hitler, Benito Mussolini, Iósif Stalin, Mao Zedong, Kim Il Sun o Fidel Castro. Ambos sistemas reprimen el disenso y resultan formas negativas de gobierno, incompatibles con el anhelo de libertad consustancial a todos los seres humanos, donde se reconoce la existencia de un solo partido, el que defiende sus intereses.
En la lucha ideológica de la izquierda internacional el término fascista es endilgado con generosidad a sus adversarios políticos para presentarlos ante la opinión pública como vándalos o cavernícolas incapaces de estar a la altura “del humanismo revolucionario”.
Pero si revisamos la historia del comunismo en el siglo XX su legado en cuanto a asesinatos políticos, encarcelamientos y opresión, es muy superior al del fascismo, nazismo y falangismo juntos, que fueron las tres expresiones de esa ideología de extrema derecha.
Abel Prieto, actual presidente de Casa de las Américas y autor de las novelas El vuelo del gato y Los viajes de Miguel Luna –quien las haya leído coincidirá conmigo que tiene mucho de oportunista y muy poco de comunista– se refirió despectivamente a los jóvenes que protagonizaron los sucesos del pasado 11 de julio, calificándolos como “chusma fascista”. Si no fuera porque es un sambenito creado por uno de los ideólogos más visibles del castrismo movería a risa, pues él fue uno de los promotores de la chusma diplomática, el asedio y hasta las golpizas en la última Cumbre de las Américas.
Ahora, Abel Prieto vuelve a la carga usando como plataforma el periódico Granma, donde el 26 de agosto publicó un artículo titulado Efemérides fascistas, en el cual considera que ese calificativo le corresponde a la conquista de Tenochtitlán por Hernán Cortés el 13 de agosto de 1521.
La conquista de América por los colonizadores europeos fue, como toda guerra, un episodio cruel, como puede decirse lo mismo de la intervención militar cubana en Angola, una historia todavía por contar en toda su crueldad, pero de ahí a calificar la fecha como una efemérides fascista hay un trecho muy largo.
Cada vez que se evocan los sucesos de la conquista de México se obvia que los conquistados eran tan crueles –o más– que los conquistadores y que la historia de la humanidad es una reiteración de la crueldad, algo que también se constata en la vida salvaje. No fue en la colonización de América donde se inició la historia de la violencia.
La evolución de las civilizaciones y la cristalización de ideas que ponderan el respeto y la dignidad de los seres humanos así como las garantías de la defensa y protección de sus derechos constituyen peldaños de un ascenso continuado, no exento de obstáculos, aún en pleno siglo XXI.
Que en pleno siglo XVI hayan ocurrido sucesos crueles en la conquista de América es lamentable, mucho más cuando se usó al cristianismo como su justificante, pero no asombra cuando en nuestro país, ahora mismo, se reprime, encarcela, se lesiona y hasta se mata –como ocurrió con el joven ultimado por un policía el 11 de julio– a quienes se manifiestan públicamente contra el comunismo.
Los hechos cometidos por los comunistas cubanos e internacionales en pleno siglo XX y lo que va del XXI revelan una extraordinaria crueldad y un desprecio absoluto por la vida humana, pero son obviados por este tipo de intelectual característico de la izquierda repugnante.
Típicamente fascistas fueron los fusilamientos ordenados por Raúl Castro en Santiago de Cuba en enero de 1959 y los que ordenó el Che Guevara en La Cabaña, en La Habana. Fascista fue la matanza de Río Canimar y el mismo calificativo pueden otorgarse al hundimiento del transbordador 13 de Marzo y al derribo de las avionetas de la organización humanitaria “Hermanos al Rescate”. Fascista también ha sido el trato otorgado a los prisioneros políticos cubanos durante toda la década de los años sesenta y mucho después. Fascista fue la represión a las protestas masivas del pasado mes de julio.
La misma naturaleza fascista tuvieron los crímenes cometidos por Lenin y Stalin, la creación de los gulags en la Siberia, los fusilamientos masivos sin pruebas, el exterminio de poblaciones enteras por hambre en la antigua URSS y esa misma característica tuvieron acontecimientos similares en China, Cambodia y los que aún comete Kim Jong-un en Corea del Norte, un asesino al que la dictadura cubana apoya incondicionalmente.
Dentro de esa izquierda repugnante se calientan en el mismo ajiaco personas como Fernando Buen Abad, Pascual Serrano, Atilio Borón, Ignacio Ramonet o el rapero argentino Daniel Devita. El objetivo permanente de estos es la diatriba contra quienes se oponen a sus ideas. Una forma de tratar de desacreditar a los contrarios es tildarlos de fascista, como en este caso trató de hacer Abel Prieto refiriéndose a políticos españoles y a un órgano de prensa de ese país, a quienes tildó de “neofascistas peninsulares”, sencillamente por no estar de acuerdo con las opinión que vertió sobre el acontecimiento histórico el Presidente de México Manuel López Obrador.
Una vez más uno de los ideólogos de la dictadura castrocomunista se esmera en ver la paja en el ojo ajeno y elude referirse a las vigas históricas que los han obnubilado y a las que los obnubilan.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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