LA HABANA, Cuba.- No sería la primera vez que determinadas situaciones de la realidad cubana quedan indefinidas, en una especie de limbo, empleado casi siempre por las autoridades con fines utilitarios.
Eso, más o menos, sucedió con el denominado “período especial” de los años noventa. Comenzó con la caída del comunismo en Europa oriental y la desaparición de la Unión Soviética, lo que implicó la disminución de las dos terceras partes del petróleo que Moscú enviaba a la isla, y la consiguiente debacle económica para Cuba.
Mas, ya al final de ese decenio, y no obstante haber experimentado la economía cierta recuperación, se mantenía la indefinición acerca de si habíamos salido o no del período especial. A menudo los gobernantes esgrimían ese fantasma para justificar sus desaciertos y las carencias que afrontaba la población.
Algo parecido podría suceder ahora con la vuelta a la “normalidad” anunciada por el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Según el mandatario, a partir de este mes de octubre se normalizarán las entradas de combustible diesel a Cuba, lo cual debía de significar el fin de las medidas “coyunturales” que se tomaron con vistas a paliar la crisis energética.
Sin embargo, el propio benjamín del poder se ha encargado de afirmar que la pretendida normalidad tendrá características especiales, y que en el fondo la población continuará con el cinturón apretado.
En una reciente reunión del Consejo de Ministros, Díaz-Canel aseveró que “La normalidad futura no será la misma, porque seguiremos exigiendo más ahorro y un uso más eficiente de los recursos. De tal manera, se mantendrá un grupo de medidas, que implementamos durante este mes”, según el artículo “Trabajar distinto, porque son tiempos distintos”, publicado en el periódico Granma del 27 de septiembre.
¿Y cuáles serán algunas de las medidas que el Presidente piensa mantener? Pues, entre ellas, forzar a los vecinos a que apaguen los bombillos de sus casas y desconecten algunos equipos electrodomésticos en los horarios picos del consumo de electricidad; fomentar el trabajo a distancia, es decir, que los trabajadores no tengan que usar el alicaído transporte público para dirigirse a sus centros de trabajo; incrementar la tracción animal en la agricultura; y mover a obreros cuya labor queda interrumpida hacia otras faenas, como por ejemplo la de inspectores del transporte.
En ese contexto resulta significativa la presencia del señor Carlos Rafael Miranda, coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), por el Oriente del país, organizando las “patrullas click”, formadas por niños que tocan a las puertas de las casas para instar a sus moradores a que ahorren electricidad. Bueno, si los CDR ya apenas funcionan en las cuadras y los barrios de Cuba, el señor Miranda tiene que hacer algo para justificar su cargo y las prebendas que él trae consigo.
Por lo demás, varias de las noticias que trascendieron en el citado cónclave del Consejo de Ministros no fueron muy alentadoras para apoyar la “normalidad” anunciada por Díaz-Canel.
Hasta el cierre de agosto, Cuba incumple el plan de exportaciones; no se aprecia una disminución de las cuentas por pagar y por cobrar, lo que afecta el desempeño empresarial; no se cumple el plan de circulación mercantil minorista, razón por la cual no se acaba de conformar una contrapartida al efectivo inyectado en la circulación tras los aumentos salariales en el sector presupuestado de la economía; además, se reportan mermas en las producciones de renglones tan demandados por la población como el arroz y los frijoles.
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