LA HABANA, Cuba.- La Habana pudiera clasificar entre las ciudades más sucias del planeta. Ni siquiera las zonas más visitadas por los turistas, como el Casco Histórico, escapan a la mugre que, con los años, se ha convertido en una lamentable marca de identidad.
A pesar de ser la acumulación de basura uno de los problemas más urgentes a enfrentar en la capital, los programas y proyectos de rehabilitación de calles y edificaciones pocas veces lo ha tenido en cuenta, de modo que la suciedad siempre queda a la vista de todos, incluso obstruyendo la circulación de peatones y autos en las vías, obstaculizando el acceso de ómnibus y pasajeros en las paradas o estropeando las fachadas de edificaciones patrimoniales.
“No se piensa en cómo hacer desaparecer la basura cuando se comienzan nuevos proyectos. Simplemente se termina el lugar y después colocan tres, cuatro tanques en la misma entrada de la edificación, incluso a veces impidiendo la entrada o bloqueando la acera, la calle, es un desatino total, es como si no quisieran resolver el problema de la basura”, opina Carmen Benavides, arquitecta de la Dirección Provincial de Vivienda en La Habana.
Aunque, según declaraciones de varios funcionarios de la Dirección de Servicios Comunales de la capital, constantemente se diseñan nuevas estrategias para enfrentar el problema, hasta el momento no se ha encontrado una solución definitiva.
“Sigue acumulándose la basura a la vista de todos. El problema se aplaca un tiempo y luego regresa y es cada vez peor”, dice Gisela Torres, del Consejo de la Administración Popular en Centro Habana: “Se piensa que colocando más tanques recolectores en todas las esquinas se soluciona y no es así. Tiene que haber sistematicidad en la recogida de la basura, tiene que hacerse varias veces en el día y no una vez cada tres o cuatro días, o cuando los carros tengan combustible (…). Ya es hora de que comience a clasificarse la basura y que no todos los desechos vayan al mismo lugar porque sucede que vienen los buzos (recicladores) y para sacar las botellas y cartones echan todo fuera de los tanques”, considera la funcionaria.
Por su parte, Oscar Martínez de servicios comunales de la Habana Vieja, es de la opinión de que deberían establecerse horarios para que tanto las empresas como los habitantes de la ciudad saquen los desechos:
“A cualquier hora ves a la gente sacando la basura. Antes en La Habana había horarios, casi siempre era por las noches. La gente era incapaz de echar basura en las esquinas a cualquier hora. (…) cuando niño pasaba una carreta y tocaba una campana, entonces la gente sacaba la basura y la ponía a la entrada de la casa para que la recogieran. (…) Eso era en los años 50, cuando supuestamente había pobreza en Cuba, bueno, si ya se supone que hemos avanzado y hay más educación, ¿entonces por qué hay más suciedad?”, dice Martínez.
Se calcula que cada año alrededor de unos mil tanques recolectores nuevos son emplazados en las calles de la capital, sin embargo, en el mismo período de tiempo debe ser retirada una cantidad similar debido a su rápido deterioro.
“La gente los quema, los rompe para llevarse las ruedas para armar carretillas, los trozos de plástico los funden para hacer pozuelos, adornos de plástico, piezas de repuesto”, dice José Ramón Fuentes, funcionario de Comunales en la capital: “Tanques acabados de poner, al día siguiente ya no sirven para nada. (…) Las papeleras de metal se las roban para hacer palomares y corrales para animales. Las he visto en el campo en máquinas inventadas para cernir frijoles, arroz, rollón porque tienen agujeros. (…) También está el problema de la falta de emplazamientos para los recolectores, están en medio de la calle, y están expuestos a que los carros los choquen (…) son un peligro, pero a todo el mundo se le olvida buscarles un lugar, seguir el ejemplo de otras ciudades en el mundo (…) Uno no puede ver lo que ya es costumbre, eso pasa con la basura, nos hemos acostumbrado a vivir rodeados de basura, y no la vemos”, señala Fuentes.
Se prevé que en las próximas semanas comenzarán a implementarse nuevas regulaciones, coordinadas entre los gobiernos locales y el Instituto de Planificación Física, para intentar ofrecer una solución a la higienización en las principales zonas de la capital. Entre las medidas anunciadas estaría el establecimiento de horarios fijos para la recogida de los desechos, la imposición de multas y sanciones severas para las personas naturales y jurídicas que incumplan con lo establecido, además de la obligatoriedad de establecer emplazamientos que no obstaculicen las vías de circulación ni estropeen las fachadas de edificios.
No obstante, entre los funcionarios estatales hay poca confianza en la efectividad de las disposiciones debido a la magnitud del fenómeno que algunos han llegado a calificar como incontrolable por el excesivo gasto de recursos que implicaría ajustarse al cumplimiento de normas que no toman en cuenta la realidad económica.
Uno de los funcionarios entrevistados, del cual nos reservamos la identidad por petición suya, nos ha dejado con su respuesta varias interrogantes que quizás pudieran adelantar el fracaso de la iniciativa: “No es que no se pueda hacer, se puede hacer pero ¿con qué dinero? ¿Dónde está? Y si quitamos los tanques de la calle, ¿dónde los ponemos? ¿Vas a poner un inspector al lado de cada tanque? ¿Vas a vigilar a cada vecino que tire una jaba de basura desde el balcón?”.