LA HABANA, Cuba. – La capital de todos los cubanos mostró sus vulnerabilidades solapadas mientras intentaba atraer a los turistas para la celebración del 500 aniversario de su fundación, en 2019. La alimentación, sin importaciones, no se compensa con los productos agrícolas nacionales para más de dos millones de habitantes de la mayor urbe de la Isla.
La Habana demorará más en abrirse que el resto de los municipios y provincias del país, pues, según los modelos matemáticos y epidemiológicos, el epicentro y la cola de la pandemia están en ella, expresó el gobernante Miguel Díaz-Canel al presentar el Plan de Recuperación post-COVID-19 en la Mesa Redonda del 11 de junio. Por tanto, la calidad de vida de los habaneros, cumplidos tres meses de confinamiento, podría deteriorarse aún más con el agravante de la permanencia familiar en las viviendas y la ansiedad ocasionada por la inseguridad alimentaria, laboral, y económica.
La capital casi no tiene agricultura propia, ni posibilidades de abastecer a sus habitantes mediante la agricultura urbana, suburbana, parcelas, patios y microindustrias, vías con las que el Gobierno pretende resolver la improductiva agricultura cubana. Igual que desde el inicio de la colonización española, La Habana depende de los suministros de productos agrícolas de los feraces suelos de Alquízar, Güira de Melena, Güines y otras localidades en las actuales provincias de Artemisa y Mayabeque, desgajadas de la provincia de La Habana. Además, desde lugares tan distantes como Matanzas, Ciego de Ávila y más allá usualmente llegaban camiones cargados, ahora limitados por la escasez de combustible.
Las lluvias de fines de mayo e inicios de junio fueron excusas para enviar solo entre el 40 y el 60% de los alimentos comprometidos por Artemisa y Mayabeque, según informaron los directivos de la Agricultura provincial en programas del Canal Habana. Durante una reunión de chequeo de la situación provocada por la COVID-19, Díaz-Canel inquirió a las autoridades capitalinas sobre el abastecimiento de productos agropecuarios, pues las entregas de ambas provincias “han estado por debajo de lo habitual”. El gobernante indicó hacer un estudio sobre las formas de distribución y comercialización en el territorio para perfeccionar y hacer más eficientes sus sistemas, ampliar las posibilidades de gestión de todas las formas productivas y que lleguen más directamente los productos del campo a los mercados, según Granma.
Desde septiembre de 2018, el desabastecimiento y la mala calidad creciente en los Mercados Agropecuarios Estatales (MAE) de barrio y el declive en los mercados por municipios, se atribuían a las restricciones de combustible, junto a la sequía u otros fenómenos meteorológicos. El 2020 comenzó sin “venta liberada” de arroz y frijoles, alimentos básicos de la población (entonces ya solo existía la opción de la cuota). La cosecha del arroz, que cubre aproximadamente el 50% del consumo nacional, disminuyó en 2019 por el dichosa escasez de combustible y el cese de la importación del fertilizante, y los frijoles fueron diezmados por una plaga, que no recibió el pesticida, después de preverse grandes aumentos de la producción.
Las ferias de fines de semana y mes se eliminaron desde el comienzo de la COVID-19, y las frutas y vegetales suministrados esporádicamente a los MAE por los polos productivos comercializadores en CUC a las instalaciones de turismo cesarán tan pronto se reinicien sus actividades para nacionales.
En la sesión de finales de mayo del Consejo de Ministros, Díaz-Canel dijo que a la producción de alimentos había que ponerle todo el pensamiento y llevarlo a una concepción distinta, para que los actores económicos que participan en ella lo hagan sin obstáculos.
En tal sentido, manifestó que el sistema de comercialización afecta. “Yo sigo insistiendo en que la única forma no tiene que ser (la empresa de) Acopio”, dijo. Hay que crear otras estructuras pequeñas: cuatro o cinco gentes que gestionen con los productores y pongan los alimentos en los mercados de los bateyes. Esa actividad se sostendría con ingresos y pagaría impuestos, pero no puede estar concebida a nivel provincial o municipal. Otras estructuras tendrán que trabajar para lo que es estratégico, la capital provincial y municipal, expresó. También ordenó acelerar la entrega de tierras en usufructo y facilitar créditos bancarios a los nuevos agricultores, según publicaron los medios oficiales.
No obstante, la insuficiente producción en todos los renglones se mantendrá, mientras los campesinos continúen bajo estrictas limitaciones, precios muy bajos, demoras e impagos de sus cosechas así como restricciones a la comercialización directa. Sin incentivos a los productores no se resolverán los problemas enumerados por Gustavo Rodríguez Rollero, ministro de la Agricultura, en la Mesa Redonda del 5 de mayo: subdeclaración de producción y siembras no realizadas, existencia de cultivos no reportados y contratados oficialmente, desvíos de producciones a otros destinos no autorizados, ilegalidades y delitos con la producción terminada.
Para solucionar esos problemas, Rollero dijo que su organismo prevé cambiar el método de las estructuras empresariales y las direcciones de cooperativas, mediante el trabajo directo en la finca de los productores “porque allí es donde se ven las cosas y se realizan las producciones”. De tal manera continuarán las ataduras.
El Gobierno ha priorizado la siembra de arroz, plátano, frijol, yuca y maíz (fundamentalmente para complementar la alimentación animal al no poderse importar pienso), huevos, carne de cerdo y ganado menor, la acuicultura, así como los cultivos de ciclo corto como boniato, calabaza, pepino, berenjena, habichuela y quimbombó. Probablemente en poblaciones más pequeñas, las producciones locales resuelvan las necesidades básicas, pero en La Habana podría aumentar la deficiencia alimentaria, como sucede inexplicablemente en el municipio Habana del Este, que “viene creciendo, pero hay poca comercialización”, de acuerdo con directivos provinciales.
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